¿Qué iba a hacer ahora? Se sentía completamente atrapada. Pero entonces, una idea cruzó su mente. La única persona que podía calmar a Alejandro era Mónica. Si Mónica intercedía, quizás él cambiaría de opinión.No tenía tiempo que perder. Luciana decidió ir al hospital de inmediato. Al llegar al ala VIP, se detuvo frente a la puerta de la habitación y, sin pensarlo demasiado, entró. Al abrir la puerta, se paralizó.Lo que vio la dejó sin saber qué hacer. Alejandro estaba allí, sentado junto a la cama de Mónica, pelando una manzana con calma. Mónica, con una sonrisa en el rostro, le decía algo en voz baja. Luciana se quedó helada, preguntándose si debía entrar o irse. Había llegado sin pensarlo, y no esperaba encontrarse con Alejandro.Fue Mónica quien la notó primero. Levantó la mirada, con la sonrisa aún en los labios, y la saludó con un gesto amistoso.—Doctora Herrera, ¡pase!—Ah, claro... —Luciana sintió como si sus pies pesaran toneladas. Avanzó lentamente hasta quedar frente a ell
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