Capítulo 147
Alejandro estaba, sin duda, furioso. Sentía un fuego ardiendo en su pecho, cada vez más intenso. Se contuvo una y otra vez, hasta que no pudo más. Con un gesto brusco, agarró el brazo de Luciana y la arrastró hacia él sin decir una palabra, dándose la vuelta de inmediato para marcharse.

El agarre le dolía, y tal vez era su expresión lo que más la asustaba.

—¿A dónde vamos? —preguntó Luciana, su voz apenas un susurro.

—¡A casa! —respondió Alejandro, lanzándole una mirada afilada—. ¿O acaso todavía tienes ganas de volver a cenar después de todo esto?

Luciana negó con la cabeza, sabiendo que la situación ya había empeorado demasiado. Alejandro la llevó al coche, prácticamente empujándola al interior. Arrancó el auto en silencio, y durante el trayecto, el aire en el coche era insoportablemente denso. Alejandro mantenía la vista al frente, sus manos apretadas en el volante con fuerza.

Finalmente, rompió el silencio.

—¿No tienes nada que decirme?

Él ya lo sabía todo. ¿De verdad Luciana no ib
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