Nadine Gordimer habla en voz baja, casi susurrando. En su sencillez, es una mujer solemne.Morgan la observa y piensa que le gustaría ser como ella. No le envidia la fama, ni el talento, sinomás bien la completa serenidad que se desprenda de sus gestos y de sus palabras.También Imi está admirado por Nadine Gordimer: quisiera reunir el valor para hacerle unapregunta. Quisiera preguntarle qué piensa de Proper Coffee. Ella, sin duda, sabría decirle laverdad. También el tiempo, algún día, lo hará. Solo que el tiempo es mucho más lento que unarespuesta directa.Nadine Gordimer, entre tanto, empieza a firmar autógrafos.Los lectores, con rigor británico, se alinean ante ella en una fila ordenada.Sin necesidad de sacarlas, Imi cuenta las monedas que le pesan en el bolsillo, ha aprendido areconocerlas por su forma. La de cincuenta peniques es heptagonal; la de diez, redonda. La libra,en cambio, es gruesa y pesada.¡Qué suerte! Tiene suficiente calderilla para comprar un libro y transf
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