—¿No pasa por aquí cada vez que sale del palacio? —Bakir negó cuando su jefe, Aziz Olayan, preguntó en dirección de una maqueta.—No… A diferencia de Saad, este hombre es demasiado desconfiado. Siempre toma caminos diferentes, acaba de remover a todos los ministros de su asamblea, y aunque dejó al relacionista público, no podemos confiarnos del todo de Malih. Ya sabe, señor, él solo piensa que está ayudando a su Emir. Y confió como un pendejo.Aziz se sentó en su silla giratoria y le dio una calada a su puro. Se quedó en silencio mirando el panorama desde su ventana en un enorme rascacielos y sin mirar a Bakir, lo señaló.—Debemos conectarnos con Zahar en algún momento, quiero ver sus ojos, ellos me dirán cómo va la misión.—Malih se encargará de hacer un hueco en algún momento… —Bakir informó y Aziz asintió.—Aún nos falta unos meses como mínimo, que Zahar juegue el juego que le mostré, que este hombre haga lo que tenga que hacer, mientras mis relaciones deben aumentar, pero por sobr
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