Sanem tomó el aire, sería débil reclamarle, no quería mostrarle sus sentimientos a nadie, y mucho menos sentirse derrotada frente a una desconocida.Esto solo era entre Kereem y ella, y no iba a rebajarse a su lugar de amante.Levantó la barbilla, se levantó y luego caminó hacia Janna.—Creo que trabajaré en unos asuntos. Estaba en el proyecto de la fundación cuando, ya sabes, perdí a mi bebé… —Janna pasó la mano por sus brazos frotándoselo.—Lo sé, si necesitas ayuda, ya sabes que estoy aquí… —Sanem asintió con una sonrisa, y Zahar podía escucharlas desde su distancia—. Gracias…—Prima Sanem… —Tanto Janna como Sanem se giraron, Zahar venía hacia ellas—. Dicen que hay una biblioteca aquí, donde también hay reliquias de los reinos pasados…Janna sonrió.—Es para morirse, está en el ala de los ministros, puedes pedir que alguien te acompañe.—¿No puedo ir sola? —Sanem apretó los dientes ante su pregunta, le molestaba que fuese tan importuna.—Es un ala donde hay muchos hombres, literalm
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