Ana Me senté en el comedor, junto a los padres de Emir, y sonreí al ver el desayuno preparado. La luz matutina entraba por las ventanas, iluminando la habitación con un cálido brillo dorado. La señora Aydan, me sonrió cálidamente, sus ojos brillantes de afecto. — Buenos días, Emily. ¿Dormiste bien? — preguntó, mientras se servía una taza de té. — Sí, gracias — respondí, tomando un sorbo de café y sintiendo su calor reconfortante. Me recosté en la silla, disfrutando del ambiente relajado. El señor Iran, me saludó con una sonrisa, su rostro curtido por el tiempo y la experiencia. — Buenos días, Emily. ¿Qué planes tienes para hoy? — preguntó, mientras se untaba mantequilla en una tostada. — Pensaba hablar con usted, señora Aydan, sobre los planes de la boda — dije, mirándola con respeto. Emir y yo ya hablamos sobre ello y acordamos que queremos una boda íntima, solo con las personas más cercanas. La señora Aydan se iluminó, su rostro radiante de emoción, pero luego se trans
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