Emir tomó mis manos y quitó lentamente el marco de mis dedos, con una delicadeza que me sorprendió. Lo miró detalladamente, como si estuviera despidiéndose de un recuerdo del pasado. Luego, dio media vuelta y caminó hasta quedar enfrente del cesto de basura, donde lo tiró sin miramientos. —Es alguien sin importancia, es cosa del pasado— afirmó, regresando a mí con una expresión seria.Me tomó entre sus brazos y me dio un beso en la frente, su tono denotaba preocupación. —¿Has venido sola a la empresa?— preguntó, su voz llena de interés.—Me ha traído el chofer y tu mamá me allanó el camino para poder pasar y darte una sorpresa— respondí, muy entusiasmada. Me sentía un poco nerviosa, pero Emir me hizo sentir segura con su abrazo.Me jaló de una mano y se sentó en su silla, colocándome sobre su regazo. Me rodeó con sus brazos y me acercó a él, como si no quisiera que me alejara. —No salgas sola de casa, cuando quieras salir, avisa y pídele al chofer que te lleve. Puedes perderte en es
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