Los días pasaron, y nosotros seguimos recorriendo aldea por aldea; Ivar estaba dispuesto a gobernar todo este territorio, y por cómo iban las cosas, muy pronto lograría su cometido.Después de esa pelea, él se alejó un poco de mí, lo cual agradecí en el alma; su sola presencia me daba asco, y siendo sincera, un poco de miedo también.Miré a Knut que estaba dentro de la habitación en la cual me encontraba. Él se había convertido en la mano derecha de Ivar, algo que no me sorprendía en lo más mínimo. Él era el único que podía estar cerca de mí; si alguien más intentaba acercarse, sería asesinado, una orden de Ivar.—Quiero salir un rato, necesito un poco de sol —le dije.Knut negó con la cabeza de inmediato. Sabía que sería un poco difícil convencerlo, pero yo siempre he sido persistente.—Sabes que Ivar te tiene prohibido salir, así que duérmete —me dijo.Yo puse los ojos en blanco. Él era un pesado, y yo estaba aburrida a morir.—Solo será un rato, si quieres puedes amarrarme —le dije
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