Todos los capítulos de LA REBELDE PRISIONERA DEL CRUEL ALFA: Capítulo 41 - Capítulo 50
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Recorrimos un enorme tramo hasta llegar a lo alto de una montaña. Todos los hombres y mujeres que estaban allí empezaron a levantar carpas para dormir. Eirik estaba hablando con Hakon, y de tanto en tanto me miraba, como para percatarse de que aún estuviera allí. Miré a un grupo de hombres cerca y me acerqué a ofrecer mi ayuda, pero ellos me dijeron que no, así que no me quedó más remedio que ir a donde estaba Eirik con Hakon.—¿Puedo sentarme? —les pregunté.Eirik me sonrió y asintió con la cabeza. Yo me senté y miré a Hakon, quien me miraba fijamente. Parecía como si estuviera viendo a un extraño animal.—Eres una bruja muy peculiar —me dijo.Yo sonreí un poco. Peculiar era normal, yo era extraña y peligrosa.—Esto que hiciste no se lo he visto hacer a nadie, ni siquiera he escuchado de tal cosa —me dijo.Yo asentí con la cabeza. Eirik pasó su brazo sobre mis hombros y me acercó a él.—Ella es especial, tal cual lo dice la leyenda —comentó Eirik mientras me miraba.Hakon me quedó mi
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Los días pasaron de una manera demasiado rápida. Eirik y los otros hombres se veían más relajados, más confiados, y yo… era un lío por dentro. Ellas aún me perturbaban, querían volverme loca, o tal vez mostrarme aquello que yo me negaba a aceptar.—¿Estás bien? —preguntó Eirik sentándose a mi lado en el pasto.Hoy los hombres y mujeres estaban recogiendo todo para volver.—Si te dijera que no soy lo que crees, ¿tú qué harías? —le pregunté.Él acarició mi mejilla y me dio un beso en la frente.—Te amaría igual. No me importa lo que seas, Tiana; lo único que me importa es que eres mi amor, mi vida, y la madre de mi hijo —me dijo.Yo me aparté de él y lo miré. Sus ojos empezaron a volverse de un negro intenso. Me lancé a él y lo abracé con fuerza.—Te amo —le dije.Sus manos subieron y bajaron por mi espalda. Más allá de los hombres que recogían, estaban ellas mirándome con una enorme sonrisa.—Júrame que si en algún momento me convierto en algo que no debería, me asesinarás —le dije.Eir
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Hakon no me quitó los ojos de encima en todo el camino, y aunque Eirik quería verse relajado, podía notar lo tenso que estaba, y no era para menos.—¿A dónde vamos? —pregunté mientras caminaba al lado de Eirik.Él volteó a verme.—A casa —me respondió.Yo asentí con la cabeza. Traté de agarrar su mano, pero él la alejó. Yo no dije ni hice nada y solo seguí caminando. Caminamos por horas; las plantas de mis pies ardían, pero no iba a quejarme, ya que todos andábamos en completo silencio.A medida que avanzábamos, Hakon permanecía un par de pasos detrás de nosotros, sus ojos clavados en mí, vigilándome como un lobo vigila a su presa antes de atacar. Seguí caminando hasta que mis piernas fallaron y terminé en el sucio suelo. Traté de levantarme, pero mis piernas estaban entumecidas.Los fuertes brazos de Eirik me levantaron, cargándome; yo me acurruqué en su pecho y enredé mis brazos en su cuello.—Te amo —le susurré.Él no contestó nada y siguió caminando. Su silencio apuñaló mi pecho d
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Tres meses han transcurrido, los días pasaron volando. Mi vida ha cambiado significativamente; he dejado de lado aquellos malos pensamientos, aunque admito que en ocasiones me sumo en oscuridad. Pero luego recuerdo que Eirik y mi hijo me necesitan, y vuelvo con más fuerza, decidida a luchar por ellos.Algunos cuentan que Ivar regresó a Inglaterra, lo que trajo tranquilidad a aquellas personas que él, en el pasado, dañó. Aunque todo parece ir bien, no puedo estar tranquila del todo. El miedo de verlo regresar me persigue constantemente.Eirik y yo regresamos a su hogar, un lugar que al principio sentía tan extraño, pero que poco a poco he empezado a considerar como mío. Juntos, de la mano de muchos hombres y mujeres, hemos trabajado para reconstruir lo que Ivar destruyó; piedra a piedra hemos vuelto a darle vida a este lugar. Aunque admito que siempre tengo miedo. Me da pavor volver a ver este lugar en cenizas.Mi vientre ha crecido significativamente en este tiempo, un claro indicio d
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El día de la boda llegó, y no era para nada como yo lo había imaginado. De pequeña, soñaba con casarme con un hermoso vestido blanco, con una cola enorme, en una iglesia repleta de flores, pero esto era… interesante.El vestido blanco fue cambiado por uno de color azul intenso, el velo por una hermosa corona de flores, esa enorme cola con la cual soñé, por una capa de piel enorme. Mi cuello fue adornado por diferentes collares de oro y plata.—Se ve hermosa—me dijo una de las chicas que me estaban ayudando a vestirme.—Gracias—le dije con una ligera sonrisa.Sentí mi piel erizarse, indicio de que ella estaba aquí.—¿Pueden dejarme sola?—le pedí a las chicas que estaban conmigo.Las tres chicas asintieron y salieron.—Le dije a la anciana que no las quería cerca de mí—dije con rabia.—La anciana murió, la mataste—me dijo.Yo me di la vuelta y la miré sorprendida. Ella me sonrió de inmediato.—Estoy bromeando—me dijo.Respiré profundamente; mirarla me ponía de mal humor, y tenerla aquí
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Los meses pasaron y todo empezó a tomar su rumbo. La vida en la aldea y los alrededores se volvió tranquila, aunque ninguno bajaba la guardia. Eirik y los demás siempre estaban en constantes reuniones y trazando estrategias por si algo iba mal, aunque ya mucho más tranquilos. Ivar no era tonto; aquí había muchos más hombres, sería un suicidio volver, aunque nunca se debe subestimar.Yo estaba a semanas de dar a luz. Desde aquella vez, no he vuelto a ver a esa mujer ni a las brujas que se esconden en el bosque; tal vez se dieron cuenta de que no iban a conseguir nada. Eirik hoy estaba terminando de tallar la cuna de nuestro bebé. Era lindo ver el gran interés que sentía por nuestro hijo.—¿Crees que se parezca a ti o a mí? —le pregunté.Él dejó de trabajar y me miró.—Espero que a mí, fue difícil atraparte —me dijo con una enorme sonrisa.Yo puse los ojos en blanco y le lancé un pedacito de madera que estaba cerca.—Se parecerá a mí, lo presiento —le dije.Él negó con la cabeza.—Los h
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Inglaterra.Las puertas del imponente castillo se abrieron con un estruendo que resonó en el frío aire. Caminé con firmeza hacia el interior, sintiendo la presión de miradas inquisitivas y llenas de desdén. Cada paso me acercaba más a mi objetivo, y el odio que sentía era una llama ardiente en mi pecho. Para lograr lo que deseaba, necesitaba la ayuda del único hombre cuyo odio igualaba, o incluso superaba, el mío.— ¡Tú! — rugió Ivar al verme.Durante años, lo había observado desde las sombras, percibiendo su insaciable sed de poder. Pronto entendí que él era el hombre adecuado para lograr lo que anhelaba.— Pensé que me habías olvidado — le respondí con una sonrisa calculada.Él se acercó hacia mí como una bestia herida, sus movimientos reflejaban una rabia contenida.— ¡Me engañaste! — bramó.Sus manos se cerraron alrededor de mi cuello con una fuerza brutal, apretando con la intención de estrangular. Sus palabras eran una amenaza mordaz.— Te mataré, y después la mataré a ella, jun
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Grité hasta que mi garganta se rasgó; el dolor que sentía me partía en dos, era insoportable. Mi pecho se sentía vacío, toda mi energía estaba drenada. De repente, un estruendoso trueno resonó en el cielo, un eco del tormento que embargaba mi alma. Miré a mi bebé en mis brazos, su pequeño cuerpo inmóvil, como si el destino mismo hubiera decidido arrebatarme toda esperanza.—No, por favor — supliqué con una voz rota.Todo esto era culpa de aquella maldición. Me levanté de la cama con mi bebé envuelto en mis brazos, mi cuerpo temblando de frío y desesperación. Me dirigí hacia la puerta, abriéndola con manos temblorosas, y avancé por el pasillo que me conducía a la salida. El sonido de la lluvia, torrencial e implacable, se desbordaba a través de las paredes, como si el cielo compartiera mi pena. Cada gota parecía una lágrima del universo, un lamento que resonaba con la tragedia de mi situación.Salí al exterior; el agua fría empapaba mi cuerpo y el de mi bebé, como si quisiera borrarnos
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Las brujas estaban allí, sus bocas en movimiento, pero de ellas no salía ningún sonido. Sus ojos se habían tornado de un blanco opalescente, como si hubieran perdido toda conexión con el mundo terrenal. De repente, sombras negras comenzaron a emerger de mi cuerpo, deslizándose como serpientes oscuras. Cada centella de oscuridad que se desprendía de mí era como si me arrancaran la piel con garras afiladas, un dolor insoportable que hacía que mis huesos parecieran romperse bajo la presión de la agonía. El calor de mi hijo se volvió una llama que devoraba mi ser, mientras las sombras se liberaban, formando un torbellino de oscuridad alrededor de mi cuerpo. Los ojos aterradores de Thora me miraron.—Salva a tu hijo —me dijo.Bajé la mirada a mi bebé.—Daría mi vida por tu vida, y hoy entrego aquello que me fue regalado, lo intercambio por ti —le dije y lo besé en la frente.Todo se quedó en silencio, y de la nada, el llanto de mi bebé inundó el lugar. Mis manos temblaban mientras lo sosten
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50
Tiana sostenía al bebé con delicadeza, su mirada llena de amor; ella parecía eclipsada por el bebé. Mientras lo alimentaba, sus ojos brillaban con una mezcla de felicidad y orgullo. Yo, en cambio, sentía un nudo en el estómago, una sensación extraña e incómoda que me impedía siquiera mirarlo. Era como si una barrera invisible me separara de esa pequeña criatura que, de alguna manera inexplicable, había regresado de entre los muertos.—Es hermoso, será igual a ti cuando sea grande —me dijo Tiana con una sonrisa serena.Agaché la cabeza; el silencio entre nosotros se volvió pesado. Mi mente estaba llena de preguntas y temores, me sentía en un huracán.—¿Qué diste a cambio? —le pregunté finalmente, rompiendo el silencio. Sabía que algo tan extraordinario no podía ser gratis; algo debía haberse intercambiado por este milagro.Tiana levantó la vista; sus ojos reflejaban una calma inquietante. Pero yo tenía miedo, tenía miedo de lo que ella fue capaz de dar por la vida de nuestro hijo. En e
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