Todos los capítulos de LA REBELDE PRISIONERA DEL CRUEL ALFA: Capítulo 91 - Capítulo 100
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Los días siguientes se sintieron extraños. Gytha seguía obsesionada con aquellas hojas, y aunque trataba de disimularlo, podía notar que algo en ella estaba cambiando. Después del conjuro, me sentía diferente, algo en mi interior había cambiado, pero había aprendido a sobrellevarlo. Gytha, en cambio, parecía cada vez más atrapada por su ambición. —Deberías quemar esas hojas, son peligrosas —le dije, esperando que recapacitara. Ella me miró, y puso los ojos en blanco. —Deberías callarte la boca. Sé lo que quiero, y esto me hará conseguirlo —me respondió con una frialdad que me hizo estremecer. —Mira lo que me hizo a mí, y sé que tú también estás marcada —le dije, tratando de hacerla razonar. Había visto en su piel los mismos símbolos que ahora cubrían mi cuerpo. Ella había conjurado algo en sí misma también. Pero la pregunta que me quemaba por dentro era... ¿para qué? —Cálmate, sé lo que hago —me dijo con desdén, como si todo estuviera bajo control. Pero yo no podía estar calmad
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Fui castigada por lo que había hecho. Gytha había contado todo a la anciana, y esta me dio la golpiza de mi vida. Me sentía traicionada, dolida por dentro; ella también quería estar con él, pero no dijo nada de eso, solo me acusó a mí, y eso me partía el corazón en mil pedazos.Tumbada en la pequeña cama de paja, con el cuerpo aún dolorido, miré a la nada. Sabía que si me quedaba aquí, posiblemente me obligarían a deshacerme de mi bebé, y yo jamás permitiría tal cosa, bajo ningún concepto. Escuché pasos acercándose, así que me volteé. Era Gytha, que me miraba con una sonrisa de satisfacción fría y cruel.—Tú no eres nadie, Thora —me dijo con desprecio—. No puedes pasar sobre mí, pero me alegra que él te haya marcado. Ahora su destino está entrelazado, y si alguien matarte, él también morirá.Esas palabras desgarraron mi corazón. Sentí un terror profundo e indescriptible.—¿De qué hablas? —le pregunté con la voz temblorosa mientras me sentaba con dificultad en la cama, tratando de comp
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Abrí los ojos lentamente. Todo estaba oscuro. Intenté moverme, pero las gruesas cadenas me lo impidieron. Sentí algo frío y apretado en mi cuello. Llevé la mano hacia él y me di cuenta de que tenía un grillete.—Te has despertado —dijo la voz de Gytha.Odiaba su voz, despreciaba cada parte de su ser.—Eres una perra desquiciada —le respondí, con veneno en cada palabra—. Sé lo que hiciste. Todo lo que pasó fue por tu culpa, por tu ambición. Pero me alegra que nada te haya salido como querías. Esta vez no será diferente.El saber toda la verdad solo alimentaba mi furia. Ella no merecía estar en este mundo. Y pronto la desterraría de aquí, y también del mundo de los muertos.—Esta vez es diferente —dijo Gytha, con un tono de burla que me revolvió el estómago—. Mira lo lejos que he llegado... e imagina lo lejos que llegaré.Miré de un lado a otro, buscándola, pero la habitación estaba sumida en una oscuridad absoluta.—Eirik te matará. Igual que a Viggo. No podrás manipularlo —le aseguré,
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Me arrodillé en el suelo, cerré los ojos y traté de calmar mi mente. Me concentré lo más que pude, forzando cada fibra de mi ser a buscar esa conexión, hasta que sentí el aire frío recorrer todo mi cuerpo como un latigazo helado. Abrí los ojos lentamente y sonreí con satisfacción; estaba en aquel lugar oscuro, donde las sombras parecían alargarse por siempre. A lo lejos, distinguía la tenue luz de un fuego agonizante. Me levanté de inmediato y caminé rápidamente hacia él. El fuego estaba casi extinguido, reflejando mi propia energía debilitada.—No sé a quién invocar, pero si existe una deidad mucho más fuerte que Malekar, que se presente ahora— pedí, con la voz temblorosa de devoción y desesperación.Tragué en seco, sintiendo la impotencia recorrerme como veneno, un fuego abrasador alimentado por la rabia que hervía en mis venas. La frustración era tan intensa que deseaba con cada fibra de mi ser matar y beber sangre, saciar esa sed oscura que me consumía.—Me llamabas— dijo una voz
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Los rayos del sol me despertaron, aunque apenas había dormido tras todo lo que ocurrió. Respiré profundamente y me senté, sintiendo un dolor punzante en la espalda por haber pasado la noche en el frío y duro suelo. Apenas había logrado acomodarme cuando la puerta se abrió, y Eirik entró con un plato de frutas. Le dediqué una pequeña sonrisa mientras lo veía acercarse. Se agachó y dejó el plato a mi lado. Tomé una uva y me la llevé a la boca, disfrutando del jugo dulce que explotaba en mi paladar.—¿Gytha sabe que me traes fruta? —le pregunté, aún masticando.—No, así que agradece —respondió con tono frío.Me incliné hacia él y lo besé en los labios. Al observarlo más de cerca, noté las profundas ojeras que marcaban su rostro.—¿Qué pasó? ¿No has dormido bien? —le pregunté, preocupada.Eirik se puso de pie rápidamente y comenzó a caminar hacia la puerta, evitando mi mirada.—Come, más tarde vendrán por ti —dijo, intentando mantener su distancia.Me levanté de golpe, pero el mareo me go
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Cuando salí de la habitación, el caos era evidente. Un par de hombres corrieron hacia mí, listos para atacarme. Sin embargo, con un simple gesto, los detuve en seco. Se quedaron inmóviles, sus ojos abiertos en una expresión de asombro y miedo. Me acerqué a ellos, observándolos con determinación.—Ahora me protegerán— les ordené con firmeza, mi voz cargada de autoridad.Sus ojos se volvieron de un color negro intenso, reflejando mi poder. Ambos hombres asintieron con la cabeza, sumisos a mi voluntad.—Busquen a Gytha y díganle que ahora es su turno— les dije con una voz que no admitía objeciones.Los liberé de mi control y ellos corrieron en dirección opuesta, moviéndose con prisa. Ahora, solo me quedaba encontrar a Eirik. Mi mente estaba llena de ansias y preocupaciones, rogando que estuviera bien, que no le hubieran hecho daño. No podría soportar llegar demasiado tarde.Escuché pasos apresurados detrás de mí y me di la vuelta rápidamente. Un par de esos grotescos seres se acercaban a
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Eirik tomó su espada y despues me lanzó un pedazo de tela. yo lomire mal de inmediato.—Ponte algo, no puedes andar por ahí desnuda —me dijo.Me envolví lo mejor que pude con la tela y me acerqué a él, mirando en sus ojos lo cansado que estaba, ya nos estaba pasando factura todo lo que pasamos. La vida después de esto no será fácil, pero sé que podremos superarlo.—Te extrañé —le dije con sinceridad.Eirik me miró, pero su rostro no mostró más que una sombra de nostalgia antes de volver a concentrarse en lo que teníamos que hacer.—Tenemos que irnos. Debemos encontrarla antes de que se escape —me recordó con una expresion de seriedad.Asentí con la cabeza. Gytha no podía escapar esta vez. Esto sería su fin, y ambos lo sabíamos. Con un último vistazo a su rostro, me preparé mentalmente para lo que estaba por venir.Salimos de la habitación, solo para encontrarnos con la sorpresa de que había más de esas cosas esperándonos. ¿Cuántos había creado Gytha? El pasillo estaba abarrotado de el
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Corrimos sin detenernos hasta que estuvimos lo suficientemente lejos del incendio, el calor y el humo quedando atrás. Nunca solté la mano de Eirik; no quería separarme de él, no después de todo lo que habíamos pasado. Cuando finalmente nos detuvimos, volteé a verlo. Su rostro estaba pálido, más de lo normal. Mi corazón dio un vuelco. Solté su mano con suavidad y lo miré detenidamente, buscando una razón. Entonces lo vi: una enorme herida en su costado, sangrando profusamente. —¿Por qué no me habías dicho que te hirieron? —le reclamé, la furia y la preocupación mezclándose en mi voz, casi sofocándome.—Estoy bien —me contestó, con esa terquedad que me volvía loca. No pude contenerme más. Le di una bofetada, cansada de todo esto, harta de verlo actuar como si su vida no importara. Y ahora, sumarle que parecía querer morir, lo hacía todo más insoportable. —¡Si mueres, todo se irá al carajo! ¿Acaso no lo entiendes? ¡Eso es lo que ella quiere! —le grité, mi voz quebrada, llena de furia
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El sonido de cascos y pisadas rompió el silencio pesado que nos envolvía. Eirik y yo nos separamos instintivamente, él empuñando su espada y yo mi daga, listos para cualquier cosa. Un caballo apareció galopando a toda velocidad, y sobre él, Graham. Al verlo, no pude evitar sonreír; en medio de tanto caos, al menos algo bueno estaba ocurriendo.Graham saltó del caballo con una rapidez que no dejaba lugar a dudas sobre su determinación. Sin darnos tiempo a reaccionar, corrió hacia nosotros y, con una fuerza brutal, empujó a Eirik, enviándolo varios metros lejos de mí.—¡Te voy a matar! —gritó, su voz llena de furia mientras se abalanzaba sobre él.—¡Detente! —grité desesperada.Graham se frenó en seco, su pecho agitado, mientras Eirik se levantaba del suelo, con una expresión de absoluto desprecio.Me acerqué a Graham y le apreté el brazo con fuerza, intentando calmarlo.—Él ha vuelto —le dije.Graham me miró con incredulidad, como si lo que acababa de decir no tuviera sentido alguno. P
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100
Eirik nos guió a cada uno de los lugares que conocía. Sabíamos que había más, pero avanzábamos lo más rápido posible, destruyendo cada nido. Cada vez que Graham y los demás incendiaban esas horribles criaturas, no podía evitar que una sensación de pesadumbre me invadiera. Pensaba en las madres a las que les habían arrebatado a sus hijos y en la profunda cicatriz que llevarían por siempre.Cuando llegamos al último sitio, todo era diferente. El ambiente se sentía pesado, como si el aire mismo estuviera cargado de oscuridad. La energía era densa, perturbadora, como una sombra que se aferraba a nuestra piel.—Ella está aquí —le dije a Eirik. Podía sentirla.Él asintió, confirmando lo que ya sospechaba. Había demasiados de esos monstruos en los alrededores, lo que era una clara señal de que Gytha estaba cerca.—Quiero que te quedes aquí. En cuanto hayamos limpiado todo, podrás venir —me dijo Eirik, con un tono firme.No me gustaba cuando me trataba como si fuera inútil, pero apreciaba su
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