Fui castigada por lo que había hecho. Gytha había contado todo a la anciana, y esta me dio la golpiza de mi vida. Me sentía traicionada, dolida por dentro; ella también quería estar con él, pero no dijo nada de eso, solo me acusó a mí, y eso me partía el corazón en mil pedazos.Tumbada en la pequeña cama de paja, con el cuerpo aún dolorido, miré a la nada. Sabía que si me quedaba aquí, posiblemente me obligarían a deshacerme de mi bebé, y yo jamás permitiría tal cosa, bajo ningún concepto. Escuché pasos acercándose, así que me volteé. Era Gytha, que me miraba con una sonrisa de satisfacción fría y cruel.—Tú no eres nadie, Thora —me dijo con desprecio—. No puedes pasar sobre mí, pero me alegra que él te haya marcado. Ahora su destino está entrelazado, y si alguien matarte, él también morirá.Esas palabras desgarraron mi corazón. Sentí un terror profundo e indescriptible.—¿De qué hablas? —le pregunté con la voz temblorosa mientras me sentaba con dificultad en la cama, tratando de comp
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