Todos los capítulos de Esposa de Otro Tiempo: Atada al Villano Rey Alfa: Capítulo 41 - Capítulo 50
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41. La risa de los lobos
Vladimir, imponente en su forma lupina, emanaba un aura de poder primitivo que era difícil pasar por alto. Sus ojos bicolores, uno ámbar y el otro de color violeta, se clavaron en Aelina con una intensidad que parecía atravesarla. La joven, al ver su mirada, sentía como si su corazón quisiera escapar de su pecho. El miedo se deslizaba por su piel como una fina capa de hielo, erizando cada vello de su cuerpo, era imposible no sentir miedo…Vladimir, podía percibir el aroma del miedo emanando de Aelina. Sus fosas nasales se dilataron, captando cada matiz de la ansiedad que irradiaba la muchacha de cabello oscuro. Notó cómo sus pupilas se dilataban, cómo su respiración se volvía más agitada, aunque intentara ocultarlo, y cómo sus manos temblaban casi imperceptiblemente a sus costados.—¿Es la primera vez que ves a un hombre lobo en su forma animal? —preguntó Valdimir, mientras se dirigía con pasos seguros hacia la salida esperando que ella lo siguiera, como siempre ocurría.Aelina fue det
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42. Secretos que jamás deben revelarse
La bilis subió por la garganta de Aelina ante la imagen mental de ser devorada viva, y tuvo que tragar con fuerza para mantener la compostura. Sus manos temblaban ligeramente, y las apretó en puños para ocultarlo.—Pensé que... —comenzó Aelina, su voz apenas un susurro. Se aclaró la garganta y continuó con más firmeza— los lobos se transformaban en luna llena, o en el día cuando será luna llena.Vladimir giró su cabeza hacia ella, con sus ojos brillando con inteligencia. Cuando habló, su voz resonó profunda y áspera, como si las palabras lucharan por formarse en su garganta lupina:—Los lobos pueden transformarse cuando lo deseen —respondió Valdimir —, esos son solo mitos de los humanos. Porque casualmente, en las pocas ocasiones que nos ven en nuestras formas animales es durante la luna llena o el día que habrá luna llena.La curiosidad superó momentáneamente el miedo de Aelina. —¿Por qué siempre aparecen en víspera o durante la luna llena? —preguntó, con sus ojos fijos en el rostro
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43. Aelina se siente curiosa
De esa forma, continuaron su camino, el silencio entre ellos tan denso que casi podía tocarse con las manos. Aelina, con el corazón aún acelerado, permitió que su mirada vagara por los alrededores, observando con una mezcla de asombro y recelo a los guardias licántropos que patrullaban. Eran criaturas imponentes, sus cuerpos musculosos y tensos como resortes listos para saltar. Comparados con ellos, los soldados humanos de su reino parecían niños jugando a la guerra.La realización de esta diferencia abismal en fuerza y poder cayó sobre Aelina como una losa. Sus labios se apretaron en una fina línea, y sus ojos se entrecerraron con rabia. «Estúpidos lobos... tienen ventaja en todas partes», pensó, su mente trabajando frenéticamente. «Aunque también está el hecho de que no los conocíamos bien. Ahora que estoy aquí entre ellos, buscaré sus debilidades. Así sabremos cómo derrotarlos a futuro cuando su Rey desaparezca. Lo más probable es que sus hombres lobo ataquen, pero alguna debilidad
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44. La Reina se siente ofendida
Aelina sintió como si una mano invisible le hubiera propinado una bofetada. Su corazón se aceleró, y un rubor involuntario cubrió sus mejillas. Ese lado femenino que habitaba en lo más profundo de su ser se rebeló, indignado, ante las palabras de Valdimir. El hecho de que él declarara no sentirse físicamente atraído por ella debería haber sido un alivio, una ventaja en su situación actual, era como descubrir que no era “apetitosa” para el lobo. Sin embargo, contra toda lógica, la joven se sintió profundamente ofendida. Una pregunta insidiosa se deslizó por su mente: «¿Qué había de malo en ella para no despertar ni siquiera una chispa de deseo en aquel ser?»Aelina sacudió la cabeza, mientras sus largos cabellos oscuros comenzaron a menearse también. En ese instante, sus ojos se entrecerraron mientras observaba de reojo la imponente figura lupina de Valdimir, que avanzaba con paso majestuoso a su lado mientras ella se decía en pensamientos:«Pero ¿qué es lo que pasa por mi mente? ¡Reacc
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45. El reto al rey lobo
—¿Por qué deseas castigarme? —cuestionó Aelina, con su voz sonando más aguda de lo que pretendía—. No dije nada malo, solo estábamos conversando. —Dijiste algo que me molestó —replicó Valdimir, mientras su cola se movía lentamente de un lado a otro, como un péndulo hipnótico. —¿Qué te molestó? —insistió Aelina, mientas sus ojos seguían cada movimiento de Valdimir entre tanto este continuaba rodeándola. —Cuando mencionaste que está en mi naturaleza ser alabado —gruñó el lobo, deteniendo su circuito para mirarla fijamente—. Tú no sabes nada de mí. No tienes idea de lo que significa ser lo que soy, cargar con las responsabilidades que cargo y en qué consiste realmente mi naturaleza... La frustración en la voz de Valdimir era evidente, como si cada palabra fuera arrancada de lo más profundo de su ser. Aelina, en lugar de retroceder, dio un paso adelante. El aroma a bosque y algo salvaje que emanaba de Valdimir la envolvió, embriagador y aterrador a partes iguales. —Es cierto, no sé na
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46. Las destrezas inusuales de la joven Reina
El silencio se cernió sobre ellos como una pesada niebla. Valdimir, con un gesto casi imperceptible de tensión en su hocico, se giró bruscamente. Sus ojos, dos orbes de color dispar, brillaron con una mezcla de irritación y algo más indefinible. Sin pronunciar palabra, reanudó su marcha con un andar firme y decidido, como si los eventos recientes se hubieran desvanecido en el aire. Aelina lo siguió, sintiendo como su corazón aun latía con fuerza en su pecho. Jamás se habría atrevido a acercarse tanto a un licántropo si no hubiera estado segura de su relativa seguridad. Aun así, un escalofrío recorrió su espina dorsal al recordar que nunca se podía estar completamente seguro con estas criaturas, y menos si se trataba del Rey de los lobos. La joven era plenamente consciente de que había cruzado una línea invisible, desafiando al Rey Valdimir de una manera que nadie más se atrevería. Sin embargo, en lugar de miedo, una extraña emoción burbujeaba en su interior, una mezcla de excitación
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47. El lobo curioso
Aelina, consciente de la delicada situación en la que se encontraba, pensó cuidadosamente sus palabras antes de responder, mientras cabalgaba junto al imponente Rey Lobo. Con un suspiro casi imperceptible, decidió ofrecer una verdad parcial, esperando que fuera suficiente para satisfacer la curiosidad de Valdimir sin revelar demasiado.—Mi padre siempre creyó en la importancia de ser autosuficiente —comenzó a decir Aelina, con su voz suave pero firme, mientras sus dedos jugueteaban distraídamente con las riendas de su caballo—. Incluso para la realeza, decía que nunca se sabe cuándo una habilidad aparentemente inútil podría salvar tu vida. Gracias a esa filosofía, puedo valerme por mí misma en diversas situaciones.Valdimir, en su majestuosa forma lupina, caminaba con paso elegante y seguro al lado de Aelina. Sus ojos bicolores, uno ámbar y otro violeta, escrutaban el rostro de la joven Reina con una intensidad que parecía querer desentrañar cada uno de sus secretos. Un leve movimiento
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48. La reina bondadosa
En ese instante, la ciudad capital ya se desplegaba ante ellos, mostrando un panorama sorprendentemente vivo a pesar de las tonalidades grises que dominaban la arquitectura. El bullicio característico de una ciudad real llenaba el aire, una sinfonía de voces, pasos y el ocasional ladrido.Lo que más llamó la atención de Aelina fue la peculiar visión de mujeres acompañadas por lobos en su forma animal, una escena que reflejaba su propia situación con Valdimir. Esta imagen le recordó con fuerza que se encontraban en el corazón del reino de los lobos, tan distinto de su hogar humano.—Esto es una vista normal —comentó Valdimir, su voz grave rompiendo el silencio entre ellos—. Normalmente, son los hombres los que se transforman en lobo, las mujeres no.—¿Qué? —cuestionó Aelina, con sus cejas arqueándose en un gesto de sorpresa—. ¿No hay mujeres lobo?—Sí hay mujeres lobo —explicó Valdimir, mientras su voz adquiría un matiz casi didáctico—, pero los Alfa prefieren transformarse con mayor fr
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49. Aelina se salva
—Regrésale la moneda que ella te dio. Ahora —ordenó el Rey Lobo, su voz grave y lupina cortando el agradable ambiente como una daga afilada.El niño, con los ojos abiertos de par en par por el miedo, no dudó ni un segundo. Devolvió la moneda a Aelina con manos temblorosas y luego salió corriendo, sus pequeños pasos resonando en la calle ajetreada. La muchacha se quedó paralizada, con el rostro lleno de frustración y un deje de rabia.—¿Pero, por qué? —exclamó Aelina, su ceño fruncido y sus manos apretadas con tanta fuerza que sus nudillos se tornaron blancos—. ¿Por qué no me dejaste ayudarlo?Valdimir la miró de reojo, mientras una expresión seria e impenetrable se mostraba en su rostro de lobo. El viento agitaba su pelaje oscuro mientras respondía:—Eres la Reina ahora, Aelina. Tu posición exige distancia. No puedes ayudar a todo el que se te cruza en tu camino, y menos con un truco tan barato como ese. El mocoso lo hizo apropósito, ¿no te das cuenta?Las palabras de Valdimir golpearo
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50. De compras en la ciudad capital
Luego de aquel encuentro con el niño, nada más relevante sucedió, así que Aelina y Valdimir llegaron sin mayores inconvenientes al bullicioso mercado central. El aroma a especias y el murmullo de cientos de voces los envolvió mientras la chica desmontaba su caballo. De esa manera, dejaron al corcel amarrado junto a otros caballos, mezclándose entre la multitud como simples compradores del reino.Al cruzar el umbral del mercado, los ojos de Aelina se abrieron de par en par, maravillada ante el espectáculo de colores y movimiento que la rodeaba. El aire estaba repleto con la energía de comerciantes pregonando sus mercancías y el tintineo de monedas cambiando de manos. Puestos ambulantes se alineaban en las aceras, con sus toldos grisáceos ondeando suavemente con la brisa, mientras tiendas centenarias se erguían orgullosas, con esas fachadas gastadas por el tiempo que parecían contar silenciosas historias de generaciones pasadas.El mercado era un microcosmos de vida y comercio. Carnicerí
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