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Todos los capítulos de EL CEO EQUIVOCADO : Capítulo 31 - Capítulo 40
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31| Espías.
Francisco intentó encontrar un mejor ángulo. Desde donde estaba, no lograba identificar perfectamente a la persona con la que estaba el señor Alfonso. Por suerte, el celular que se había comprado tenía un zoom excepcional, pero a pesar de eso, las plantas que adornaban el restaurante y las dos personas transeúntes que se interponían entre él y la mesa impedían que lograra sacar una buena captura. Así que se inclinó un poco, cual paparazzi acosador, pero no le importó. Su misión era descubrir qué era lo que estaba pasando y lo haría a como diera lugar.Después de rodear el auto, se posicionó en una mejor ubicación. El hombre con el que estaba hablando Alfonso tenía una capucha puesta, pero a pesar de eso, a Francisco se le hacía un poco familiar: el mentón definido y las cejas anchas.Sacó su celular y tomó un par de fotos desde donde se lograba ver un poco mejor el rostro del hombre. Aquello le resultó extraño. ¿Por qué Alfonso querría deshacerse de él para encontrarse con ese hombre?
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32| El malo del cuento.
Adrián notó cómo su hermano Alfonso comenzó a ponerse pálido; toda la seguridad y la arrogancia que lo caracterizaban, entre comillas, se habían esfumado.Ahora lo veía tal cual era, apenas un hombre mediocre, sin vocación, sin rumbo, siendo una vez más un títere de las personas que lo rodeaban. Se sintió un poco mal por eso; realmente habría pensado que él no era una mala persona, pero lo que le estaba haciendo a su hermano era algo ruin, sucio. — No puedes hacer esto — le dijo Alfonso después de procesar la información por un momento. — Desde el principio me estuviste manipulando para que esto pasara, Adrián.Adrián ladeó la cabeza en varias direcciones.— La verdad es que sí. Yo ni siquiera vivo en la isla donde me atropellaste. Supe que estarías allá; era la oportunidad perfecta que tenía. Después de que me atropellaste, la verdad es que fue muy fácil meterte en la cabeza la idea de que cambiáramos de lugar.Alfonso clavó los ojos en los de su hermano.— Eres un monstruo — le dij
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33| El monstruo.
Hannah terminó su clase de alemán y cerró el computador, estirándose sobre la cama. No tenía nada más que hacer en su día a día, así que desde que se había casado con Alfonso y se había convertido en una esposa trofeo, dedicó su existencia a aprender.Aprendió sobre finanzas, hizo un curso de marketing digital, aprendió inglés, francés, y ahora estaba intentando aprender alemán. Pero lo cierto es que se le dificultaba un poco, aún más con lo revuelta que tenía en su cabeza desde que se había acostado con Alfonso y desde que habían tenido esa pequeña conversación esa mañana. No habían vuelto a hablar; el hombre llegaba del trabajo, se encerraba en el gimnasio por lo menos dos horas, luego se duchaba, cenaba y se acostaba a dormir sin decir nada más.Hannah notó que no lo había visto tomarse sus medicinas, pero él ya era un adulto, ella no tenía por qué estar pendiente de sus cosas. Pero igual le extrañó; cuando Alfonso no se tomaba sus medicamentos, se enfermaba.Su corazón no era tan
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34| El amor.
Hannah presintió el beso que se aproximaba y ella misma recortó la distancia que los separaba hasta que los labios de su esposo se juntaron con los suyos.No sabía cuánto estaba necesitando los besos del hombre hasta que succionó con fuerza el labio inferior de él, hasta que sintió el sabor de su saliva, hasta que con su lengua acarició la suya.Se besaron con profundidad, pero fue un beso diferente al beso que se dieron en el baño; esa vez era un beso más profundo, más íntimo. Los labios del hombre eran tan suaves, su tacto era tan firme, la aspereza de la barba en su lengua y en sus labios le pareció estremecedora.Se besaron larga y profundamente. Hannah no pudo imaginar cuánto tiempo pasaron así, besándose, sintiéndose, las manos del hombre explorando su torso, su espalda, el peso de su cuerpo presionando el suyo en la cama.Cuando Alfonso se apartó, sus ojos centelleaban. Hannah sabía lo que significaba esa mirada, no sabía cómo ni por qué, pero sabía qué significaba, así que asi
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35| Iniciar.
Adrián ya había dilatado por mucho tiempo el asunto. Se había concentrado en otras cosas menos importantes que la venganza que llevaba a cabo: cosas de la empresa, cosas que él creía realmente no podían esperar. Pero si de verdad quería hacer algo al respecto, era ahora o nunca.Por eso había alejado a Hanna; no podía permitir que ella estuviera en medio de esa venganza, que ella fuera parte de todo aquello.Adrián entendió que era solamente su problema, que no podía involucrar a quien fuese como si fuera un peón en su juego de ajedrez. Por eso había dejado esa carta para Hannah y esperaba que la mujer le obedeciera, que realmente entendiera que tenía que alejarse por su propio bien.Cuando su plan terminara, no sabía cómo terminarían las cosas. No sabía qué sucedería con Vital, tampoco sabía cómo continuaría su relación con el verdadero Alfonso.Mientras Francisco conducía hacia la empresa, en un silencio más anormal del común, Adrián supo que tendría que decirle la verdad a Hannah.
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36| Más amenazas.
El muchacho frente a Adrián abrió la boca para decir algo, pero parecía demasiado asustado. — No, no lo sé — dijo — . Le dije que yo no trabajaba aquí cuando ejecutaron los algoritmos de la inteligencia. Adrián sacó su teléfono y marcó un número.— Presidencia Vital — contestó Ismael al otro lado. — Ismael, soy Alfonso. Por favor, necesito que investigues el contrato laboral del joven de sistemas, ¿hace cuánto tiempo lo contrataron?El muchacho se encogió en su asiento. Esperaron por un minuto en silencio hasta que Ismael apareció con la respuesta. — Lleva unos tres años en la compañía. Hizo su pasantía de la universidad y también sus prácticas dentro de la empresa. Lo hizo muy bien, así que la empresa lo contrató de manera estable. Lleva unos tres años y medio junto con las prácticas.Adrián cortó la llamada y notó cómo el muchacho comenzó a asustarse realmente. Hizo las manos un puño para que el presidente no viera cómo le temblaban. — ¿Por qué me mientes? — le preguntó de for
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37| Enfrentamientos.
La presencia del policía en su espalda era incómoda. La relación de ambos se había puesto muy tensa desde el momento en el que Alfonso había escapado de él.Cuando el policía llegó a casa, lo riñó y le prohibió explícitamente que escapara de nuevo de él o tendría que hablar con el juez. Adrián pensó que no pasaría de un regaño y que el policía volvería a ser el mismo de siempre, pero al siguiente día las cosas no fueron así.Según una empleada del servicio a la que Adrián preguntó en la mañana, las luces en la habitación del policía en la casa habían estado encendidas toda la noche.Cuando se levantó en la mañana, Francisco Scar se comportó de una manera perturbadora: se quedaba mirandolo fijamente, parecía que en cualquier momento le diría algo, pero se detenía siempre.En el transcurso de la casa a la empresa, la tensión era tan palpable en el ambiente que Adrián se asustó. Trató de ignorar la sensación y caminó hacia la oficina de Luciano, pero cuando estaba en el piso correcto, se
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38| Descubierto.
Adrián sintió un estremecimiento profundo en el cuerpo, algo que le entumeció las extremidades. Los ojos claros del hombre lo penetraban, lo traspasaban. Adrián no sabía cuánto conocimiento tenía el policía, cuánto podría haber descubierto. Así que no le pareció sensato mentirle; para qué si él ya conocía su nombre y probablemente todo lo demás. El policía seguía de pie frente a él, analizándolo detenidamente. — Aún no entiendo por qué — se preguntó en voz alta el policía mientras caminaba de un lado a otro. Adrián no podía hacer nada, sabía que el policía era más experimentado. Aunque él era fuerte, no podría someterlo.No le quedaba más que su intelecto para librarse de esa situación. Sintió como las barreras de todo lo que había construido en esas semanas se caían como piezas de dominó, como arena seca en el desierto. Se quedó sin habla mientras el policía seguía caminando de un lado a otro, observándolo detenidamente. — ¿Por qué? ¿Por qué hicieron esto? ¿Es alguna clase de brom
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39| La semilla.
Adrián conocía el lugar, no ciertamente de forma exacta, pero todos los teatros tenían algo en común. Así que se deslizó entonces por los pasillos, los corredores y los camerinos. Podía sentir la presencia de Francisco en su espalda, podía sentir cómo le apuntaba con el arma. Le gritó un par de veces que se detuviera, pero Adrián sabía que no podía hacerlo, sabía que debía continuar. No podía dejarse atrapar por el hombre o ese sería el fin.Entró en un camerino y cerró la puerta pasándole el pestillo. Estaba relativamente oscuro; un bombillo color naranja iluminaba la habitación y creaba sombras espantosas.Había flores en un jarrón y el espejo le devolvió la mirada. Se encontró con un Adrián pálido, con el rubio cabello despeinado, pero no tenía tiempo de nada más. Sacó su celular para intentar pedir ayuda, pero ¿a quién le iba a pedir ayuda?No tenía a nadie más, no tenía nada más. La única persona en su vida era su hermana Ana María, pero ella no podría hacer nada por él. Nadie p
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40| La decisión.
Francisco reprodujo por décima vez la grabación de seguridad en la que se escuchaba la historia de Adrián. Era un artefacto que tenían en la solapa de la chaqueta todos los policías de la estación.Grababa audio y video en tiempo real; era una herramienta bastante eficaz. Él comprobó una y otra vez lo que el hombre le había dicho. La verdad, todo concordaba con la historia que había encontrado de él en internet, con todo lo que había encontrado en los registros de los hospitales en los que había ingresado. Era clara y evidente: él tenía razón, alguien había intentado matarlo por muchos años.Misteriosamente, los archivos de su nacimiento, no como un Velasco sino como un Torrealba, habían desaparecido. No logró encontrar por ninguna parte ni el acta de nacimiento ni el acta de nacido vivo que debía expedir el hospital.Según el hombre que lo había criado, todo había sucumbido en un incendio en el hospital. Pasó toda la noche investigando, pero la información de Adrián era relativamente
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