CAPÍTULO 7: SECUESTRADORA DE NIÑOS Isabella parpadeó, desconcertada ante las palabras apresuradas del pequeño Nicholas. ―Perdón, cielo… ¿Qué dijiste? Antes de que Nicholas pudiera decir más, los hombres, con expresiones severas y pasos decididos, se acercaban rápidamente. ―No hay tiempo, mami, tienes que salvarme. ¡Esos hombres malos quieren llevarme! ―exclamó Nicholas. Isabella, al principio confundida, miró hacia los hombres que se acercaban y luego de vuelta al pequeño. Algo dentro de ella, quizás fue el instinto materno o el impactante reconocimiento de que su hijo aún estaba vivo, lo que la impulsó a actuar sin vacilar. Con una determinación férrea, tomó la mano del niño y, con movimientos rápidos, detuvo un taxi que pasaba. ―Ven, te llevaré a un lugar seguro ―le aseguró. Los guardaespaldas de Sebastián, reconociendo la situación, se apresuraron en un intento desesperado de alcanzarlos, pero fue demasiado tarde. Isabella y Nicholas ya estaban dentro del vehículo alejándose.
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