CAPÍTULO: ES UN BASTARDO
Isabella se levantó como pudo, apretó las manos con impotencia y miró el rostro despiadado de Marcus con asombro. Su pecho pareció ser atravesado por una flecha y las lágrimas no podían dejar de derramarse.―¿Acostarme con él? ―Isabella negó mientras la incredulidad aún la golpeaba ―Marcus, ¿me pediste que viniera solo para enviarme a la cama de otro hombre?―¿Y es que es lo que esperabas? ―los ojos del hombre se entrecerraron con frialdad y sonrió malvadamente ―¿Creíste que quiero arreglar mi relación contigo?Amanda, que estaba disfrutando del espectáculo, se acercó a Marcus y le dio una sonrisa sarcástica a Isabella.―Amor, no digas eso, no ves que mi primita se arregló deliberadamente para ti. Aunque… ―Amanda acarició deliberadamente el pecho desnudo de Marcus ―… tus intentos no sirven de nada, querida. Tu marido me quiere a mí, no a una perdedora como tú.Los labios de Isabella temblaron de impotencia y se negó a dejarse humillar.―No te preocupes, Amanda. Tú y él están hechos el uno para el otro, ambos son el mismo tipo de basura.―Cariño… ¿Escuchaste cómo nos llamó? ―Amanda dio un paso hacia Isabella y la señaló con su dedo. ―Ya que no has sido una esposa adecuada para Marcus en seis años, lo mínimo que puedes hacer es obedecer ahora. Ve a esa habitación y acuéstate con el señor Higgins.En los ojos de Amanda había un brillo malicioso y también burla.Malcom Higgins, era el dueño del principal banco del estado, y tenía cierta preferencia por las mujeres jóvenes. Cuando Marcus fue al banco a solicitar un préstamo para inyectar capital a su empresa, fue negado. Entonces investigo un poco y Amanda le dio esta idea. Originalmente, pensó que el señor Higgins se negaría, pero para su sorpresa se mostró bastante feliz.Y para Marcus no era un problema que Isabella satisficiera al señor Higgins por el bien de su empresa, después de todo nunca había tenido sentimientos por ella.―¡No voy a ir! ―exclamó poniéndose de pie.Marcus apretó los dientes y dio un paso hacia ella solo para abofetearla por segunda vez.― ¡¿Quién te crees para contradecirme?! Si no haces lo que te digo…―¡Quiero el divorcio!―exclamó desafiante ―¡Estoy más que ansiosa de alejarme de ti!Marcus fue tomado por sorpresa un instante, al igual que Amanda, pero rápidamente ocultaron sus emociones, entonces él pensó en la única manera de doblegarla.―¿Divorciarte? ―se rió con diversión ―Bien, entonces me encargaré que no vuelvas a poner un pie en la bóveda familiar. No verás a tu hijo.Isabella se congeló cuando escuchó esto y sus ojos se abrieron con pánico. Su pequeño había nacido muerto y esa era una herida que nunca había sanado, ir a visitarlo era su único consuelo.―No… No serías capaz… No lo hagas, Marcus ―ella agarró la bata del hombre y le suplicó con voz ahogada ― ¿Cómo puedes… cómo puedes decir eso? Allí está nuestro hijo, nuestro pequeño… ¡¿eres acaso tan inhumano?!El rostro de Amanda se oscureció repentinamente de celos al ver la cercanía de Isabella.―¡Por favor, ya dile la verdad, cariño! ―ella apartó a Isabella con brusquedad haciendo que se tambaleara hacia atrás ―Dile que ese niño es un bastardo.― ¡¿Qué?! ¡No, mi hijo no es un bastardo!―Oh, por favor, despierta. ―Amanda se burló deliberadamente ―Ese niño, no es hijo de Marcus.Al escuchar esto, Isabella se congeló.―¿Qué quieres decir? ―ella los miró a ambos ― Marcus, ¿qué quiere decir? ¡¿Qué es lo que está diciendo?!Los ojos de Marcus eran fríos y ya no quería seguir fingiendo.―Está diciendo la verdad ― rodeó la cintura de Amanda y le dio una sonrisa burlona a su esposa ―Es decir, el hombre que te embarazó esa noche, no fui yo.El corazón de Isabella dejó de latir por un instante y su sangre se congeló.― ¿Qué…? No… no… eso…―Y debo decirte algo más ―la interrumpió clavando sus ojos negros y llenos de maldad en ella ―El niño no está muerto… él vive y yo… lo vendí.—¿Qué… dijiste…?―Lo que escuchaste… tu hijo está vivo. Te hice creer que murió, pero en realidad lo vendí ―Marcus se alzó de hombros despreocupado ―Recibí buen dinero por él.Isabella negó con la incredulidad pintada en el rostro.―No, es mentira… tú… ―sus labios temblaban al igual que su corazón ―Mi hijo…La situación para Marcus se tornó fastidiosa, en su opinión Isabella era alguien demasiado fácil de manipular y esta vez no sería la excepción.―Dije, ¡que te acostaste con otro hombre en ese entonces! ¡Y hoy te estoy pidiendo que lo hagas de nuevo, ¿qué tan complicado es Isabella?!Las náuseas la asaltaron con fuerza, acababa de darse cuenta de que había estado casada durante todo ese tiempo con un monstruo.«¿Si el hombre de esa noche no era él? ¿Quién era el padre de su bebe? ¿Y por qué se casó con ella?»Las preguntas se acumulaban en su cabeza y se repetían una y otra vez.―Isabella, mientras complazcas al señor Higgins esta noche, quizás puedas obtener la pensión alimenticia después del divorcio. ¡Pero solo obtendrás eso! ―Amanda sabía cuál era el punto débil de su prima ― Como verás estoy embarazada y mi bebe…«Bebé…»La mirada de Isabella se desplazó hacia el estómago de Amanda.«Entonces, ¿lo del embarazo también es cierto?» Isabella sonrió amargamente. «Venderme a un hombre, divorcio, bebé…»En ese momento la rabia mezclada con la impotencia de haber sido una estúpida demasiado tiempo hizo estragos en ella.―¡Marcus eres un maldito!! ¡Devuélveme a mi hijo! ¡Donde está mi hijo! ―sus emociones colapsaron, y se abalanzó hacia Marcus histéricamente ―¡Eres un malnacido! ¡¿Dime dónde está?!La cara de Marcus se volvió negra de ira y rápidamente tiró de su cabello.―¡¿Cómo te atreves a tocarme?! ―la sujetó con fuerza y la obligó a mirarlo a los ojos ―Será mejor que vayas en este instante y abras tus piernas o de lo contrario te haré ver un infiernoLa cara de Isabella estaba roja de la ira. No obstante, una oleada de valentía persistió dentro de ella, miró a Marcus y dijo palabra por palabra.―¡No iré! ¡Nunca dejaré que consigas tu deseo! ¡Primero tendrás que matarme!Él le dio una sonrisa macabra.―Bien, ya que no me dejas otra opción, entonces será a mi manera.Un segundo después, Amanda detrás de Isabella le cubrió la nariz con un trapo haciendo que se desmayara. La conciencia de Isabella se nubló gradualmente y todo frente a ella se convirtió en oscuridad…Una vez que perdió el conocimiento y cayó en los brazos de Marcus, Amanda le inyectó un líquido en el cuello.―¿Esta lista? ―preguntó Marcus impaciente.―Sí, la droga hará efecto en cuanto despierte.―Bien. ―Marcus miró hacia una puerta dentro de la habitación. ―¡Entren!Entonces, dos empleados del hotel entraron, tomaron a Isabella y luego se la llevaron directo a la habitación del señor Higgins.CAPÍTULO 3: ESCAPANDO DEL HOMBRE ASQUEROSO.Cuando Isabella abrió los ojos se encontró en una habitación diferente a la que estaba cuando llegó a confrontar a Marcus. Escaneó la habitación y todo era lujoso, sin duda estaba en el mismo hotel y tenía el mal presentimiento de que Marcus la había enviado a la habitación del hombre. Sus latidos se aceleraron y se dijo que tenía que salir de allí cuanto antes.Salió de la cama y estaba por ir a la puerta cuando alguien habló detrás de ella.―¿A dónde vas dulzura?Isabella no quería ni darse la vuelta, pero lo hizo. Solo para ver al hombre del algunos sesenta y tantos, gordo, y con pinta de sádico. Sus alarmas se encendieron, tenía que salir de allí. Cuando el hombre dio un paso en su dirección, ella retrocedió y le advirtió.―¡No se acerque! ¡Manténgase lejos!El hombre le dio una sonrisa y se lamió los labios.―Así me gustan, que sean luchadoras, al final… logran hacer lo que quiero.La respiración de Isabella se entrecortó y su estómago
CAPÍTULO 4: EXTRAÑA TENTACIÓN.Isabella temblaba, el miedo y la desesperación eran evidentes en su voz mientras miraba a través de los cristales.―Se lo ruego, ayúdenme, tengo que salir de aquí ―suplicó.Sebastián la observó y una extraña sensación de familiaridad inundó su mente. Y cuando Isabella se lamió los labios y su respiración se volvió errática haciendo que sus pechos subieran y bajaran, fue inevitable que sus ojos fueran a ellos y algo en él se tensó, una mezcla de preocupación y otro sentimiento que no quiso identificar.Pero esto no evitó que dijera con frialdad.―Bájate de mi auto.―No. ―Isabella negó a toda prisa ―No puedo… por favor… ―mientras negaba un gemido involuntario, escapó de sus labios.―Señor, creo que ella no está bien ―intervino Louis, detrás del volante.Sebastián le dio una mirada de advertencia y su expresión se endureció.―No soy un samaritano ―espetó.―Pero señor, ella… ―Louis intentó nuevamente, pero fue interrumpido por las duras y frías palabras de s
CAPÍTULO 5: EL NIÑO FUE A BUSCAR A SU MADREEl resultado de una noche de locura fue que, al despertar por la mañana, Isabella se quedó completamente atónita. Miró, el entorno desconocido, había ropa tirada por todo el suelo en desorden y todo indicaba que lo ocurrido la noche anterior no había sido un sueño.¡Su esposo la había entregado a otro hombre!Pero rápidamente recordó que había logrado escapar del hombre asqueroso, solo para terminar con otro. Intentó salir de la cama, pero sintió dolor en todo el cuerpo, en especial en medio de sus piernas, se quitó la sábana lentamente y lo que vio casi la hizo jadear. Su cuerpo estaba lleno de chupetones, incluso sus muslos.«¡Dios mío, ¿qué me hizo este hombre?!»Tragó un poco y giró la cara para verle el rostro, pero él estaba boca abajo, sin embargo, Isabella pudo ver sus fuertes músculos y el raro tatuaje en el lado izquierdo, era una especie de águila.«Ya deja de mirar y mejor vete, no vaya a ser que se despierte» se recordó.Isabell
CAPÍTULO 6: MAMI NO DEJES QUE ME ATRAPEN Por otro lado, Isabella acababa de entrar en la casa de la familia Becker, solo para encontrarse con los ojos llenos de regodeo de Amanda. Mirándose la una a la otra, la tensión se hizo palpable entre las dos. ―¿Por qué estás aquí? ―Isabella dejó el bolso en la mesa y caminó hacia su prima. Amanda dejó salir un suspiro y le devolvió la mirada a Isabella llena de suficiencia. ―Soy yo quien debería preguntar, ¿cómo tienes la cara de regresar aquí, cuando pasaste toda la noche en un hotel con un hombre? Isabella apretó los labios con impotencia, las manos a su lado temblaban; sin embargo, no demostró ninguna debilidad. ―Esta es mi casa, aún soy la Sra. Becker, así que la única que no tiene vergüenza aquí y se comporta como una perra eres tú. ¿No te embarazaste de mi marido? ¿Eh? ¡No estabas metiéndote en su cama mientras me dabas una sonrisa hipócrita! Ahora se odiaba hasta los huesos, ¿cómo no pudo ver los verdaderos colores de Amanda hast
CAPÍTULO 7: SECUESTRADORA DE NIÑOS Isabella parpadeó, desconcertada ante las palabras apresuradas del pequeño Nicholas. ―Perdón, cielo… ¿Qué dijiste? Antes de que Nicholas pudiera decir más, los hombres, con expresiones severas y pasos decididos, se acercaban rápidamente. ―No hay tiempo, mami, tienes que salvarme. ¡Esos hombres malos quieren llevarme! ―exclamó Nicholas. Isabella, al principio confundida, miró hacia los hombres que se acercaban y luego de vuelta al pequeño. Algo dentro de ella, quizás fue el instinto materno o el impactante reconocimiento de que su hijo aún estaba vivo, lo que la impulsó a actuar sin vacilar. Con una determinación férrea, tomó la mano del niño y, con movimientos rápidos, detuvo un taxi que pasaba. ―Ven, te llevaré a un lugar seguro ―le aseguró. Los guardaespaldas de Sebastián, reconociendo la situación, se apresuraron en un intento desesperado de alcanzarlos, pero fue demasiado tarde. Isabella y Nicholas ya estaban dentro del vehículo alejándose.
CAPÍTULO 8: EXTRAÑA FAMILIARIDADIsabella casi corrió hacia la habitación de su padre. Al abrir la puerta, lo vio acostado en una cama, conectado a un respirador. Era el hombre que había admirado toda su vida.―¿Él es mi abuelo? ―preguntó Nicholas, observando al hombre dormido.Isabella susurró un “sí” mientras se acercaba lentamente. Sus ojos se llenaron de lágrimas inevitablemente. Su padre había sufrido un infarto que lo había debilitado, después de recibir la noticia de que estaba en la quiebra. La familia Collins, dueña de varias empresas de construcción, había perdido todo tras algunas malas inversiones. Isaac Collins no pudo soportarlo. Isabella, con una expresión de melancolía, acarició el cabello ahora gris de su padre.―Papá… ―susurró.El hombre abrió los ojos lentamente y la recibió con su mirada verde. Intentó quitarse la mascarilla, pero ella lo evitó.―No lo hagas, debes mejorar, ¿entiendes? ―dijo, tratando de sonar calmada. ―Debes curarte para que estemos juntos.Isabel
CAPITULO 9: NO QUIERO VOLVER A VERTE Isabella apretó las manos y se llenó de valor; no iba a negar que él era intimidante. ―¡Sí! ―dijo con firmeza. Sebastián la miró de arriba a abajo con desdén. ―¿Tú? ¿Una mujer que se va a la cama con un hombre que apenas conoce? ¿Quién te dijo que estás calificada para decirme cómo educar a mi hijo? Sus palabras la lastimaron; la estaba calificando como una mujerzuela, y ella no lo era. ―No sabe qué pasó exactamente, no soy como piensa. Además, yo no secuestré a su hijo. Yo… ―¿No? Entonces, ¿por qué mi hijo está contigo? Dime, ¿qué pretendes acercándote a mi hijo? Sebastián se acercó más y más hasta que la espalda de Isabella chocó con la pared. Fue inevitable que sus ojos la recorrieran, y para él, ella era hermosa. Aunque es una mujer cualquiera y que probablemente se dedique a vender su cuerpo, no deja de ser hermosa. Miró sus labios llenos y provocadores, sus ojos verdes, sus pestañas oscuras, su piel blanca y suave. Y un leve recuerdo d
CAPÍTULO 10: VÍDEO MANIPULADO “Esperaba algo de competencia, pero veo que me equivoqué… No pierdo el tiempo con gente que ni siquiera puede llegar temprano a una cita.” “Me disculpo, señor Ashford, mi hija…” “Ahórrate el drama. Las disculpas aquí valen menos que nada. El mundo no tiene pausa para los perdedores que suplican otra chance. Mejor búscate algo más a tu nivel, algo menos… ambicioso.” “Por favor, señor Ashford, realmente necesito este trabajo. Haré lo que sea… “‘Haré lo que sea’ no es una cualidad, es una desesperación. Intenta no hacer perder más mi tiempo. ¿Entiendes?” Sebastián dejó el teléfono con fuerza sobre el escritorio. ―¡Maldit@ sea! ―bramó, su voz llena de frustración. ―Ese vídeo está manipulado. Inesa, que estaba con él, se puso de pie y se acercó. ―Lo sé, tú no eres capaz de hacer algo tan vil. Lo que no entiendo es ¿para qué subir este video a las redes? ―Tomó el celular y miró los comentarios, negando con la cabeza, preocupada. ―No son nada buenos, Seb