Margaret no tenía ninguna intención de perder el tiempo hablando de muertos, y mucho menos si no los había conocido como era el caso de Jorge y Rebeca, mejor centrarse en los vivos. Además, odiaba aguantar a Lisbeth, a la que toleraba, pero no le caía nada bien, alardeando de su fortuna, una fortuna que ansiaba pero que cada día estaba más lejos de su alcance. Así que decidió reanudar la conversación en el punto que le interesaba: Daniel, y obviar los otros comentarios.-Bueno… no perdamos tiempo en hablar de muertos y centrémonos en los vivos. Y el bomboncito de tu hermano está muy, pero que muy vivo y además es un ejemplar magnífico. No tengo ninguna duda que acorde con su aspecto físico va todo lo demás por lo que debe ser un magnífico amante… Y hablando de acostarse…– desvió la atención – ¿Cómo va tu relación con el doctorcito? ¿Ya te lo has tirado? – preguntó curiosa.-Si…, un par de veces ya. No estuvo mal, aunque no fueron nada del otro mundo – confesó dubitativa Lisbeth, -Da
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