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Todos los capítulos de Un regalo del destino: Capítulo 121 - Capítulo 130
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De todas las reacciones posibles a su mejoría, esa era la que Daniel menos podía esperar, ahora bien, no por inesperada fue menos placentera.-Vaya…, - comentó visiblemente contento– creo que es la primera vez que me das un beso por iniciativa propia…, me parece que voy a dejar que me hieran cada día si así obtengo mi premio…-No digas bobadas – respondió Débora entre asustada y avergonzada al mismo tiempo por su reacción inconsciente… tuvo tanto miedo de perderlo que no se dio cuenta… se llevó las manos a los labios y se sonrojó… - lo siento…-No te sonrojes ni te disculpes…, ¿Puedes volver a hacerlo? Por favor – sonrió él burlonamente.-Estúpido -contestó ella,- nos has tenido tan preocupados…-Lamentablemente todo vuelve a la normalidad…,- se burló- ¿De verdad no quieres volver a besarme en lugar de llamarme estúpido? – bromeó mientras le apretaba la mano fuertemente, esta vez fue él, se la llevó a la boca para besársela - Gracias…, gracias chiquita por preocuparte por mi… Te debo
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Por suerte para Dan el doctor no cumplió su palabra de retenerlo más de la cuenta en el hospital y, tal como prometió, al día siguiente le dio el alta por lo que pudo regresar a su casa. Lamentablemente para encontrarse con una desagradable sorpresa, Mike el capataz lo estaba esperando, tenía algo urgente y desagradable que comentarle. Así que, pese a la oposición de Débora, nada más llegar a la casa se metió en su despacho dispuesto a escuchar a su capataz. Su esposa únicamente logró arrancarle una promesa: brevedad. Daniel se sentó en uno de los sillones junto a la ventana, le gustaba estar así con su amigo, más relajadamente, y se preparó para escuchar.-Te escucho. ¿Qué es eso tan urgente?-Las reses que teníamos apartadas en el pasto del norte listas para vender han desaparecido…Daniel meneó la cabeza, contrariado:-¡Mierda! Llevábamos tiempo sin robos por la zona, incluso rebajamos la vigilancia. ¡Qué estupidez! Nunca te puedes fiar… ¿Cuándo te diste cuenta?-Ayer, mandé a do
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Daniel era desconfiado por naturaleza, iba en su ADN y además la vida le había demostrado con creces que tomar precauciones nunca estaba de más. Así que, se reservó el control telemático de la cuenta bancaria de su esposa. Lo pensó durante varios días, no era ético lo que iba a hacer, él le había entregado ese dinero a Débora y ahora ya no era suyo, pertenecía única y exclusivamente a Débora. Pero la tentación era demasiado grande. Tentación y curiosidad. Tentación, curiosidad y temor. Tentación, curiosidad, temor y recelo… Un todo incluido qué venció finalmente al pudor que podía tener y consultó los movimientos y saldo de la cuenta.Se inquietó al comprobar que su esposa había retirado grandes cantidades en efectivo o a través de cheques y empezó a preocuparse. ¿Para que precisaba ella tanto dinero? Siempre repetía que no le importaba el dinero y que no necesitaba nada… Obviamente aparecieron nuevamente las sospechas y las dudas, unidas ahora a ese nuevo sentimiento desconoci
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Daniel empezaba a echar chispas por la boca. Todo apuntaba a la traición de Débora, estaba seguro de que si la enfrentaba acabarían discutiendo duramente. El Daniel de antes no lo hubiera dudado, se hubiera enfrentado a su esposa y sin ninguna contemplación la hubiera desenmascarado. Sin embargo, en todos los malentendidos anteriores, Débora siempre había sido inocente. ¿Por qué ahora no podía ser igual? Enfadado como estaba temía no poder contenerse y echar a rodar la relación para siempre, así que se armó de paciencia, gastó la poca que le quedaba y para evitar conflictos decidió enfrascarse en el trabajo y no tener mucho contacto con ella. Intentó aparentad normalidad, pero no pudo, se volvió esquivo y andaba siempre de mal humor. Débora se dio cuenta, pero lo achacó a la carga de trabajo y los negocios. Además, ocupada con los preparativos de la fiesta no le dio más importancia, sino todo lo contrario se sintió aliviada de librarse del acoso y las preguntas de Dany.En la ment
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Daniel no atino a reaccionar con la celeridad deseada, se encontró en medio de una situación que no había provocado, pero que tampoco había evitado. La sorpresa inicial por sentirse pillado dejó pasó a una sensación de complacencia al comprobar que Débora se molestaba, a poco él iba a ser el único que se moría de los celos, así que no se dio por aludido ni intentó justificarse:-No interrumpes nada Débora, Monna ya se iba, ¿Buscabas algo, cariño? – La palabra “cariño” chirrió en sus oídos. Nunca la llamaba así, Débora se dio cuenta. Cuando estaba de buen humor la llamaba chiquita.-No.., sólo quería saber como te había ido el día y darte las buenas noches, eso era todo..., aprovecho para desearles muy buenas noches a los dos… - Dio media vuelta y salió sin decir nada más ni tampoco dio pie a que ambos le respondieran.Una vez Débora se hubo ido, Danny logró recobrar la cordura.- ¡Joder?, por poco me meto en un buen lío– musitó tras un largo resoplido. Obviamente su cuerpo había reacc
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Y por si las dudas, los celos y la desconfianza no fueran ya demasiado, faltaba la guinda para coronar el pastel, sucedió esa misma noche, justo la noche la anterior a la fiesta…, Desesperado como estaba, temeroso de tener otro encontronazo con Lisbeth, para eludir a Débora y evitar una nueva pelea entre ambos, y con miedo de que Monna volviera a las andadas e intentara colarse de nuevo en su habitación, no cenó en la casa, salió. En ese pueblo no había muchos sitios donde ir para tomar una copa, así que se acercó al Menfis. Era el Menfis o el local anexo dedicado a la música country, como lo último que deseaba era estar rodeado de vaqueros borrachos bailando y cantando lo descartó y se dirigió al club de alterne. Por otro lado, también deseaba ver cómo iban las cosas por ahí. Dudaba de su mujer y temía que parte del dinero que había sacado hubiera ido a parar a manos de alguien de ese local, ya fuera por gusto o porque la estaban chantajeando y eso aún lo enfurecía más ya que le dol
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Débora se había arreglado para la ocasión todo lo mejor que pudo, usó el mismo vestido verde de su boda, al menos sabía que a Daniel le gustaba y que era lo suficientemente elegante para no desentonar delante del resto de invitadas que seguramente acudirían con sus mejores galas. Lo combinó con el collar y los pendientes que él le había regalado. Era la primera vez que los usaba, junto al anillo que le había regalado para la boda y que tampoco lucía nunca.Dudó, no sabía si iba demasiado arreglada o por el contrario no lo suficiente. Nada acostumbrada a usar joyas temía parecer un joyero andante, o si era verdad que las joyas no eran de demasiado valor como le había reprochado Lisbeth verse demasiado vulgar. Le hubiera gustado poder confiar en Lisbeth y preguntarle, que la aconsejara..., pero eso era imposible a día hoy por hoy. Al menos intuyó que si lucía su regalo a Danny le gustaría y no se fijaría demasiado si vestía adecuadamente o no. Peor le fue con su pelo. Intentó peinar
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Se refrescó la cara y la cabeza en un pequeño servicio situado al lado de la cocina antes de dirigirse al despacho. Se hundió en una de las butacas, su amigo le puso la mano en el hombro al pasar por su lado para sentarse a su vez, mientras su madre los miraba con curiosidad desde el sofá en el que también había tomado asiento. Tomó una de las tazas que le ofrecía José-Supongo que Débora ha contratado servicio externo para que ustedes puedan disfrutar de la fiesta ¿verdad?-No se equivoca señor.-Lo imaginaba, siendo así, busque a su esposa y disfruten de la velada.-Gracias, señor.Al intentar llevarse el café a la boca topó con la mirada divertida de Mike que degustaba una copa de champaña enfrente de él.-¡Va... lo estas deseando, lo veo en tus ojos! Sabes que no es café lo que necesito, sino que me rompas la cara de un puñetazo. – espetó de repente-Bueno primero deja que termine mi copa. – respondió Mike con una sonrisa de oreja a oreja. -Este champaña es excelente.-¡Me lo t
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Débora no podía más, su aguante había llegado al límite, el comentario de su esposo le dolió hasta límites insospechados y no se calló lo que sentía.También se dolió Daniel, y mucho más porque encima cargaba un gran sentimiento de culpabilidad. Desde el momento en que la vio se encariñó con ella, le enterneció su inocencia, su sencillez y simpatía, quiso protegerla, y en lugar de eso la había lastimado, tanto que para ella estaba a la misma altura de ese ser tan despreciable de Eddie Morgan, que había intentado abusar de ella. Pero el era peor, ahora se daba cuenta, la había dañado interiormente, y esas cicatrices tardaban más en curar. Si es que llegaban a sanar algún día. Por suerte había llegado a tiempo de impedir que se fuera, y ya no la dejaría ir, costara lo que costara. Había llegado el momento de terminar de una vez por todas con las tonterías, dejar de esconderse tras la máscara de hombre despechado, dejar de hacerse la víctima y romper de una vez la coraza de ese coraz
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Sus ojos, pocos minutos antes sin vida, habían recuperado la fuerza. Danny sonrió complacido, aunque lo que vio no era amor, sino furia, poco a poco... pensó… Dejó que ella se desfogara unos segundos, atento a su reacción… Débora se cansó de gritarle ya que él no contestaba y optó por irse, pero el estaba preparado, apoyado en la puerta de entrada por allí no tenía salida, así que lo intentó por la puerta interior hacia su habitación. Chica lista, pensó, pero corrió más que ella y la detuvo antes de llegar al umbral, la atrajo otra vez hacía si, Débora pensó que iba a volver a besarla y se tensó, el lo notó y optó por abrazarla muy fuertemente, acariciándole el cabello mientras le iba susurrando…, -chiquita…, tranquila… no me rechaces… por favor… mi Debbie querida.-No te entiendo, de verdad que no te entiendo, hace unas horas me has humillado públicamente y ahora ¿Qué es lo que quieres?Hacerte el amor como si no hubiera un mañana, le confesó. Le aclaró que tal como ella le había p
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