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Todos los capítulos de El secreto de las Bestias: Capítulo 1 - Capítulo 10
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Parte 1. Historia de Gabriel y Rebeca. Capítulo 1. El regreso
El zigzagueo del auto por la empinada montaña le producía vértigo. Rebeca tenía el estómago desecho, pero no podía dejar de admirar las bellezas de aquel paraje.La selva nublada parecía engalanarse para recibirla y convencerla de quedarse.Árboles de una altura impresionante bloqueaban la mayor parte de la luz natural y convertían a la carretera en un camino sombreado, bordeado por palmeras, helechos, orquídeas y variadas hierbas de hoja ancha.Al pasar por los arroyos se intensificaban los zumbidos de los insectos, así como el chillido de los monos y el canto de los cientos de pájaros que habitaban la zona.A su lado, en el asiento del conductor, su madre no apartaba la mirada severa de la vía. Desde que habían salido de Caracas el estado de ánimo de la mujer había sido hermético, pero al sumergirse en la carretera que conducía hacia La Costa, este se volvió más irritable.Marian odiaba esa región, juró en innumerables oportunidades no regresar. Sin embargo, ahí estaba, hundida de n
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Parte 1. Capítulo 2. El encuentro
Un día después, madre e hija ya estaban instaladas en una casa de alquiler cerca del mar. A Rebeca le correspondía ese día terminar de organizar los mostradores con las prendas de orfebrería que ellas mismas habían elaborado y abrir la tienda.Por suerte, llegaron a La Costa en época de vacaciones escolares, era común ver a turistas ansiosos por hundirse en las templadas aguas del mar Caribe, posibles clientes que las ayudarían a mantener el trabajo que las hacía sentirse independientes.Sin embargo, ambas eran conscientes de que la mayor fuente de ingresos con la que contaban provenía de la cosecha de cacao de la que su padre había sido socio, pero Marian no quería sentirse atada a ese dinero, pretendía simular que teniéndolo o no, igual podían subsistir.Rebeca la apoyaba para evitar que la mujer volviera a caer en una depresión causada por el estrés, aun sabiendo que si no recibían ese beneficio sus finanzas entrarían en serios problemas.Como ocurría en ese momento. Por eso acepta
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Parte 1. Capítulo 3. La visita
Los días siguieron sucediéndose de manera rutinaria. Marian no paraba de reunirse con los líderes, dejando sola a Rebeca atendiendo la tienda.Ella intentaba concentrarse en el trabajo para evitar salir y volver a suscitar una situación inquietante, pero cada segundo que pasaba en ese lugar sentía una poderosa necesidad por acercarse a la cultura de su padre y averiguar los motivos de su muerte.Los aromas marinos y el sonido del mar la atraían como la abeja a la miel.Mientras hacía un esfuerzo por controlar sus ansiedades recogía las cajas vacías que habían quedado desperdigadas después de reorganizar la mercancía, para apilarlas en la trastienda, pero al divisar a través de los cristales del negocio que una camioneta Nissan Patrol se estacionaba al frente, tuvo que detener lo que hacía.Una creciente curiosidad la obligó a mantener la mirada en el vehículo.Un hombre alto, de cabellos castaños y largos hasta los hombros, se bajó con una carpeta entre las manos.Quedó fascinada con
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Parte 1. Capítulo 4. Sensaciones
Al llegar el sábado, Rebeca esperó a que cayera el crepúsculo para cerrar la tienda e informarle a su madre que iría a caminar por la playa. Dentro de casa se sentía como prisionera.Se apresuró a cruzar la calle, la brisa fresca le hacía volar la larga cabellera y los aromas marinos que esta transportaba le inundaban las fosas nasales.Subió con rapidez las escaleras de piedra que precedían al malecón y admiró desde él al mar.Observó embelesada el cielo estrellado que comenzaba a mostrarse sobre el agua a medida que se escondía el sol, y las olas apaciguadas por los rompeolas que creaban junto con el viento una melodía acogedora, capaz de conmoverla.Anduvo por la plaza amurallada con una sonrisa dibujada en los labios. Aquel lugar la hacía sentirse libre y la llenaba de calma.Se alejó de la plaza y se dirigió con pasos lentos al borde del mar. Se quitó los zapatos, permitiendo que los dedos de los pies se le hundieran en la arena suave y la acariciara, produciéndole sensaciones pl
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Parte 1. Capítulo 5. Dudas
Durante las primeras horas de la mañana del domingo —y después de una tensa despedida por el carácter arisco que tuvo Marian al no aprobar su salida hacia la cosecha—, Rebeca se subió a la brillante Toyota Land Cruiser de chasis largo de Javier, impresionada por los gustos automovilísticos que se daban los miembros de la sociedad étnica.Salieron del pueblo y se internaron en la selva por caminos de tierra hasta llegar a los terrenos.A su alrededor se erguían plantas cacaoteras, junto a otras de mayor tamaño con diversidad de flores y frutos.—Pensé que la cosecha era exclusivamente de cacao —expresó sin dejar de admirar los alrededores.—Y lo es, solo que el producto se da mejor en la sombra, por eso sembramos plantas más altas entre ellas. Esos árboles no solo evitan que las alcancen los rayos del sol, sino que además sus frutos, hojas y semillas ayudan a enriquecer el abono que utilizamos para la siembra.—¿Por eso este cacao es tan bueno?—En parte —señaló él con orgullo—. A cada
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Parte 1. Capítulo 6. El baile
Un lugar solía volverse fascinante no solo por las maravillas que pudiera mostrarte, sino por la manera en que uno disfrutaba, y Rebeca comenzaba a disfrutar de La Costa a plenitud.El silencio de Gabriel no la agobiaba, él parecía hablarle a través de su intensa mirada, de sus medias sonrisas y de la forma en que su rostro se iluminaba cada vez que ella mostraba interés por algo.Bastaba con que la chica le dedicara su atención a algún objeto de la naturaleza y él se detenía para acercarla y permitir que lo apreciara mejor.La paseó sin prisa, llevándola a conocer cada uno de los pueblos solariegos de la zona, en cuyas calles aún resonaba el eco rítmico de las risas de los zambos y de los indígenas que habían fundado esa región.Se adentraron en los negocios de algunos de los clientes de la sociedad, quienes transformaban el cacao que ellos cosechaban en materia prima para la elaboración de chocolate, licores, dulces y hasta productos de belleza como cremas para la piel y el cabello,
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Parte 1. Capítulo 7. Conjuro
Con la sutileza de un felino corría por la selva. Sus pies cuarteados y desnudos pasaban por encima de piedras, troncos caídos y vegetación.Su respiración agitada hacía más ruido que sus pisadas mientras sus manos ensangrentadas apretaban con firmeza la encomienda que le había sido solicitada por la bruja.Al llegar a una depresión en la montaña, bordeó un inmenso peñasco y se sumergió dentro de un nicho creado con restos de árboles y maleza.Allí encontró escondida a una mujer robusta, de piel negra y cabellos rizados moteados de blanco y caoba, que fumaba un tabaco manteniendo la punta encendida en dirección al cielo.—¡Malditos oráculos! ¿Piensan joderme? —gruñó ella con una voz gruesa que desprendía un olor añejo, impregnado de licor y nicotina—. Siempre hacen lo mismo. Chillan cual viejas sus amenazas.Volvió a fumar el tabaco y expulsó el humo detallando las formas que este creaba y eran débilmente iluminadas por la luz de tres velones blancos que descansaban en el suelo, dentr
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Parte 1. Capítulo 8. La promesa
Esa noche a Rebeca le fue imposible conciliar el sueño. Se paseaba por la casa inquieta, sintiendo una extraña opresión en el pecho.Marian llegó cerca de la media noche, con el rostro ensombrecido por la preocupación. Entró a la casa, y después de asegurarse de que su hija se encontraba, se dirigió a la cocina y hurgó entre las ollas buscando una pequeña.—¿Dónde estabas? —le preguntó viendo como su madre se afanaba en poner a hervir un poco de agua.—En casa de Pablo —respondió con sequedad sin darle la cara.—Dijiste que nos iríamos de aquí apenas actualizaras los documentos de la herencia y llevamos un mes en La Costa sin haber logrado nada.—Se han presentado algunas complicaciones —justificó la mujer aún de espaldas a su hija y al tiempo que sacaba de la alacena el azúcar y el tarro donde guardaba el café.—¿Cuáles? ¿Por qué no me cuentas? —Marian continuaba ignorándola, lo que afectó aún más los nervios de Rebeca— Dime algo, mamá. No sigas dejándome de lado.—¡No lo hago! —excl
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Parte 1. Capítulo 9. El enlace
Para Rebeca, una muchacha de ciudad acostumbrada a la tecnología y a los exclusivos beneficios del progreso, el ambiente rural de La Costa debió resultarle apabullante.Aunque, en realidad, la chica logró encajar con rapidez en el estilo de vida sencillo y natural que esta ofrecía e iniciaba antes del alba, con la sensación de la pronta llegada del sol, un presentimiento que no solo era captado por los animales, sino también, por cada uno de los habitantes que se dejaba absorber por la magia de la selva; y culminaba durante la noche, con el arrullo maternal de la tierra, que abrigaba con el frescor que brotaba de sus poros a quienes se consideraban sus hijos.La chica, cuando no se pasaba los días atendiendo el negocio de orfebrería, se marchaba a las tierras de la sociedad para ayudar en lo que pudiera.Fue así como se relacionó con los hombres que trabajaban sin descanso, haciendo crecer las cosechas o trayendo del mar unos peces de carne gruesa y suave que se deshacían en su boca y
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Parte 1. Capítulo 10. La fuente del mal
—¿Qué tanto haces en la cosecha? —le preguntó Marian a su hija cierto día mientras la observaba desde la puerta de la habitación.—Lo mismo que haces tú con los líderes: trato de conocer a los trabajadores y cada proceso de la siembra del cacao —respondió Rebeca sin apartar su atención del espejo, para terminar de recogerse el cabello en una cola alta.Marian respiró hondo y cruzó los brazos en el pecho.—Encontraron a la joven desaparecida —dijo con la mirada dirigida al suelo y la voz impregnada de pesar—. Estaba muerta. Le arrancaron el corazón.Rebeca dejó lo que hacía y se giró hacía ella con los ojos abiertos de par en par.—La sangre que hallaron en las manos del negro que apareció muerto cerca de la carretera, era de ella. La policía supone que se trata de una secta religiosa. —Alzó el rostro para mirarla. Sus pupilas reflejaban angustia—. Buscan en la región a grupos que practiquen magia negra.Por algunos segundos, Rebeca quedó petrificada. Finalmente, y con inseguridad, con
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