Arturo se acercó, yo no apartaba la vista del médico que se acercaba, me frotaba las manos, ansioso por oír noticias.—¿Familiares de Caroline Evans? —preguntó, me relamí los labios y me acerqué.—Soy su jefe, sus familiares son menores de edad.—Comprendo, ya está estable, logramos detener el derrame interno, se comprometió su vaso y un riñón, pero ya está fuera de peligro, tiene una costilla fracturada, así como una pierna.—¿Puedo trasladarla a una clínica privada?—En par de días podrá hacerlo, este hospital era el más cercano al sitio del accidente y requería ser atendida con urgencia.—Lo entiendo y lo agradezco, ¿puedo verla?—No, por ahora no será posible, está en observación, le informaré cuando pueda verla.Se alejó para hablar con otros familiares, mis manos temblaban, me preocupó que quedara muy mal, enseguida pensé en que le daría los mejores cuidados, la atendería lo mejor que pudiera hacerlo, inevitablemente recordé el día que perdí a mi esposa, cerré los ojos y suspiré.
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