Me sentía extraña, pero feliz, él me contó todo lo que haríamos, me contó de los eventos a los que iríamos, parecía emocionado, yo solo me puse nerviosa, no me imaginaba caminar entre gente rica de su mano y sentirme cómoda con eso, sin embargo, estaba emocionada por estar junto a él.Acarició mis manos, no las soltaba, y así nos quedamos en silencio, nos mirábamos a los ojos y sonreíamos.—Debemos tener una segunda cita —dijo sonriendo de medio lado.—Sí, supongo que sí.—Tengo planeado algo, espero que te gusten las actividades al aire libre.—Sí, no sé, supongo que sí, no recuerdo la última vez que me divertí, o salí a hacer algo a la calle por diversión.—¿No vas ni al cine?—No, cuando era más pequeña e iba con mis padres.—Podemos arreglar eso, supongo que los niños tampoco han ido.Negué con la cabeza, sintiéndome un poco avergonzada, suspiré hondo, él sonrió.—Nunca más les va a faltar nada —aseguró, sonreí, pero al mismo tiempo sentía que esa no era su responsabilidad.—¿Desa
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