Ingresé al apartamento, no tenía derechos de sentir celos, ¡ningún derecho…! Ella era muy feliz, además Deacon la adoraba, tenía una familia preciosa. Tiré las llaves al mueble, fui a la nevera y saqué una cerveza, en la mañana compré lo necesario para preparar mi comida este fin de semana… —La imagen de ella sonriéndole, verla besarlo—. Era difícil hacerle caso a lo que me pedía el padre Castro; por eso era preferible poner distancia, llegué al mueble, bebí media cerveza.—Estoy solo.Cada vez que veía a mis amigos, anhelaba tener lo mismo, así sea para tener una mujer que me lance zapatos. —sonreí—, tomé la billetera, saqué las tres fotos que aún guardaba de Blanca. Una de ellas era de cuando éramos novios, y las otras dos fueron hace poco; en una de las reuniones de nuestros amigos.» El padre me dice que debo botarte, —le dije a la foto, definitivamente ya debía de estar loco—. ¿Por qué me duele tanto verte, Brisa?Las palabras del padre regresaron. «David, puede que sea muy duro,
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