Todos los capítulos de FUEGO SALVAJE. Una maldición de amor: Capítulo 1 - Capítulo 10
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PREFACIO
PREFACIO—¡Qué cosa más fea, parece un renacuajo! —El niño de ocho años hizo una mueca mirando a la recién nacida.—¡Oye, mocoso, no le digas así a mi nieta o te voy a echar la maldición del campo!Samuelito entornó los ojos porque el señor Félix era el anciano más supersticioso de toda la sierra.—¿Y esa cuál sería?—Pues que si le dices fea ahora, un día la vas a querer, pero ella no te va a querer a ti.El pequeño se rio de aquello, no le parecía que fuera a querer nunca al renacuajo aquel que apenas pudo caminar lo perseguía por todos lados; no sabía que la primera parte de aquella maldición se cumpliría cinco años después, mientras le arrancaban a la niña del cuello, dando gritos, para subirla a la camioneta en que sus padres se la llevaban.—¡Abuelo! ¿De verdad que el tío se va y se lleva a Naiara? —jadeó corriendo dentro de la casona de campo en ruinas.—¡Ya vete de aquí, Samuel! —gruño el viejo—. ¡Sí, mi hijo se va de España y se lleva a su familia, pero es por culpa de tu pad
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CAPÍTULO 1. UNA NOCHE ARRUINADA
CAPÍTULO 1. UNA NOCHE ARRUINADA15 AÑOS DESPUÉS.Naiara debía estar feliz. Debía estar más feliz que nunca, porque aquella era la primera noche del resto de su vida: la cena de ensayo de su boda. Al día siguiente se casaría con el hombre que amaba y comenzarían su historia de amor como marido y mujer. Sin embargo, a medida que la noche avanzaba su sonrisa se iba borrando poco a poco.Los aperitivos de la cena estaban llenos de aceitunas, y aunque podía parecer insignificante, aquellas pequeñas frutas la devolvían a los peores recuerdos de su vida.Se encogió sobre sí misma como si pudiera sentir todavía el calor del incendio a su alrededor, o escuchar los gritos de su abuela. Era muy pequeña cuando todo aquello había pasado, pero se había quedado anclado en su memoria, haciendo que cada uno de esos recuerdos le doliera demasiado.Y lo peor de todo era cómo su hermana y su madre no tenían ni el más mínimo cuidado en revivirlos. No les había importado que Naiara no quisiera que se inclu
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CAPÍTULO 2. Una esperanza rota
CAPÍTULO 2. Una esperanza rotaNaiara contuvo el aliento y nadie tuvo que decirle que se estaba poniendo pálida; quizás no tanto como su prometido, Justin, pero después de todo, Nadia les estaba arruinando su noche a los dos.Y exactamente como era usual, a partir de ese momento la fiesta dejó de ser la cena de ensayo de su boda para convertirse en la celebración del embarazo de Nadia. Todos la rodeaban, le preguntaban por el bebé o por el padre del bebé, y Nadia se divertía manteniendo la intriga lo suficiente como para tener a todos dando vueltas a su alrededor como si fuera la abeja reina.—¿Naiara, qué… qué está pasando? —La voz inquieta de Justin la hizo volverse para ver su rostro sombrío y molesto.La muchacha intentó no verse demasiado decepcionada, pero era imposible, porque después de todo, su hermana había vuelto a robar uno de los momentos más importantes de su vida.—Lo siento. De verdad lo siento —murmuró tratando de que aquellas lágrimas no salieran de sus ojos.—¿Cómo
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CAPÍTULO 3. La peor humillación
CAPÍTULO 3. La peor humillaciónEl golpe de una bola de demolición en pleno pecho le habría dolido menos que aquella simple palabra: “No”; pero la verdad fue que Naiara se quedó tan aturdida como el resto de los presentes.—¿Qué…? Justin… —balbuceó retrocediendo.—Señor Baker —lo increpó el cura azorado—. Escuche bien la pregunta. ¿Acepta usted…?—¡Ya dije que no! —gruñó él en dirección al sacerdote, enviando una ola de murmullos entre los invitados antes de volverse hacia Naiara—. Lo siento… Lo siento, pero no puedo casarme contigo, yo…Naiara solo lo miraba con los ojos muy abiertos, repentinamente llenos de lágrimas mientras los de su prometido se humedecían también.—El bebé que está esperando Nadia es mío —sentenció con los dientes apretados y Naiara tuvo que cubrirse la boca para ahogar un grito de sorpresa.Su mirada se clavó en su hermana, que estaba sorprendentemente tranquila en medio de aquel caos, y pudo ver la satisfacción en su rostro.La gente se levantaba por todos lad
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CAPÍTULO 4. Una carta perdida
CAPÍTULO 4. Una carta perdidaEl dolor en su pecho era demasiado grande, pero aun así Naiara levantó la barbilla con un gesto desafiante, y no se limpió ni una sola lágrima mientras caminaba por aquella alfombra roja hacia la salida de la iglesia, entre los cuchicheos de todo el mundo.Llevaba el vestido roto, el maquillaje corrido y el corazón destrozado, y ni siquiera sabía cómo era capaz de dar un paso detrás de otro hasta llegar a la escalinata de la iglesia.Abajo estaba la limusina en la que había llegado, pero antes de que pudiera subirse a ella escuchó los gritos de su pro… ex prometido.—¡Naiara! ¡Naiara, por Dios, ¿qué pasó!? —exclamó Justin viendo la tela rasgada.—Suéltame.—¡Por favor no te vayas, escúchame! ¡Te amo, perdóname! ¡Naiara…!—¡Justin, déjala! —escucharon tras ellos y Naiara vio cómo su padre se acercaba apurado—. Deja que se vaya, tienes que estar en otro lugar ahora… la boda tiene que continuar.—¿Continuar? —Justin Baker frunció el ceño hasta que se dio cue
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CAPÍTULO 5. El fuego del infierno
CAPÍTULO 5. El fuego del infiernoTreinta y seis horas en el infierno. Era exactamente lo que Naiara sentía que había pasado desde que había escuchado a su ex prometido decir “No” en el altar frente a todos sus amigos, conocidos y por conocer.La espera había sido infinita, el vuelo había durado doce horas en las que Naiara no había podido pegar los ojos, y había ahogado aquel odio que llevaba cocinándosele en la sangre con champaña y cosas más fuertes. Luego las filas interminables para salir del aeropuerto, para rentar un auto…Finalmente había tenido que estacionarlo fuera de la carretera, porque de noche ya no podía conducir. Durmió incómoda y ansiosa, y al día siguiente el amanecer la recibió con resaca, dolor de cabeza y Jet Lag.Aun así hizo su mejor esfuerzo por encontrar el camino hacia la hacienda de su abuelo en medio de todas aquellas carreteras y curvas de montaña. Los rayos de sol aun estaban muy bajos cuando se detuvo en lo alto de uno de los cerros y se sentó sobre el
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CAPÍTULO  6. Fuego salvaje
CAPÍTULO 6. Fuego salvajeSi hubiera sido supersticioso, Samuel se habría asustado. Tocar a aquella chica le provocaba como una electricidad extraña. Era como ver las columnas de humo levantándose hacia el cielo en el peor de los incendios forestales y saber que estaba a punto de meterse en aquel infierno.Ella debía ser igual, como un fuego salvaje, porque Samuel sentía que podía meterse ahí, pero nada le aseguraba que saldría vivo después de eso.Su voz era ronca y profunda cuando por fin la vio abrir los ojos, aturdida, y la apoyó entre el auto y su cuerpo, sosteniéndola. Aquellos ojos eran un par de pozos que podían tragarse su alma, y muy a su pesar le despertaron los peores intintos, los más feroces.—Calma... eso... calma, solo es la adrenalina. Todo está bien...Carraspeó cuando la sintió más firme y se separó solo un poco, estrujando lo que quedaba del papel en un puño y metiéndolo en su bolsillo.—Responde ¿estás herida?Naiara giró el antebrazo, mostrándolo porque realment
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CAPÍTULO  7. Lágrimas de culpa
CAPÍTULO 7. Lágrimas de culpaTocaba una dramática despedida, polvo bajo las llantas de su auto… pero la verdad fue que Naiara solo pudo avanzar una calle, porque no tenía ni puñetera idea de por dónde tenía que irse.Puso los ojos en blanco con una mueca y se bajó frente al establecimiento más cercano, procurando no mirar al hombre que había quedado cincuenta metros atrás y la observaba como si acabara de golpearlo.Se acercó a la puerta, donde una muchacha solo un poco mayor que ella barría furiosamente, y saludó con cortesía.—Hola, ¿qué tal? ¿Sería tan amable de decirme por qué camino puedo llegar a El Mirador, a la hacienda del señor Félix Bravo? —preguntó y en un solo segundo todas las cabezas en aquel bar se giraron hacia ella, como si hubiera mencionado al mismísimo diablo.—Esto es un bar, no una agencia de viajes —espetó la muchacha sin mirarla—. Usa Go0gle Maps que para eso existe.Naiara frunció el ceño, porque una cosa era la falta de educación y otra muy distinta la agr
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CAPÍTULO  8. Un lugar hostil
CAPÍTULO 8. Un lugar hostil—¡Tienes que irte!Aquella sentencia hizo que el cuerpo de la muchacha se tensara.—¿¡Quééééé…!? ¡No, abuelo…!—¡Tienes que irte, Naiara! ¿No lo entiendes? Si yo no mandé esto, entonces alguien más lo hizo. ¡Alguien te trajo aquí con… con todas estas mentiras! —aseguró su abuelo.—¿Entonces es mentira que querías que viniera? —preguntó ella con el corazón en un hilo.—¡No, hija, claro que no! ¡Pero es mentira que voy a vender la finca! ¡Es mentira que te haya mandado a llamar, y si alguien te mandó esto entonces… entonces fue para atraerte, porque saben que puedes ser un punto débil para mí, y pueden… pueden querer lastimarte, como lastimaron a tu abuela, y yo no puedo permitir eso…! ¡No voy a permitir eso, Naiara, así que vete, anda, súbete a tu auto y vete y…!El señor Félix miraba alrededor como si estuviera buscando algo que no fuera capaz de encontrar, y en cierto punto Naiara se dio cuenta de que estaba tan nervioso que estaba a punto de desvariar.—
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CAPÍTULO  9. Un hombre asfixiado
CAPÍTULO 9. Un hombre asfixiadoEl chiquillo soltó a Naiara como si se estuviera quemando y retrocedió. Samuel Leal tenía fama de tener poca paciencia y un temperamento controlado hasta que alguien lo hacía estallar. Y por desgracia ahora parecía a punto de hacerlo.Naiara pasó saliva al verlo sin el uniforme de bombero forestal, pero en jean, camiseta informal y chaqueta de piel se veía todavía más condenamente guap… ¡peligroso! …se veía peligroso.—¿Qué carajo están haciendo aquí? ¿Cómo se le ocurrió pincharle las llantas…?—Mejor no te metas, Samuel, al final te conviene que… —intentó replicarle otro de los chiquillos, pero solo ahogó el final de aquella oración cuando la mano tosca de Samuel se estampó contra su pecho y lo levantó por la camisa, despegándole los pies del suelo.—¡¿Qué dijiste?! —rugió él y los otros dos muchachas salieron corriendo en vista de la paliza que estaban a punto de darle a su compañero.—¡Lo siento, lo siento! —exclamó el muchacho y Samuel lo dejó caer
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