CAPÍTULO 8. Un lugar hostil—¡Tienes que irte!Aquella sentencia hizo que el cuerpo de la muchacha se tensara.—¿¡Quééééé…!? ¡No, abuelo…!—¡Tienes que irte, Naiara! ¿No lo entiendes? Si yo no mandé esto, entonces alguien más lo hizo. ¡Alguien te trajo aquí con… con todas estas mentiras! —aseguró su abuelo.—¿Entonces es mentira que querías que viniera? —preguntó ella con el corazón en un hilo.—¡No, hija, claro que no! ¡Pero es mentira que voy a vender la finca! ¡Es mentira que te haya mandado a llamar, y si alguien te mandó esto entonces… entonces fue para atraerte, porque saben que puedes ser un punto débil para mí, y pueden… pueden querer lastimarte, como lastimaron a tu abuela, y yo no puedo permitir eso…! ¡No voy a permitir eso, Naiara, así que vete, anda, súbete a tu auto y vete y…!El señor Félix miraba alrededor como si estuviera buscando algo que no fuera capaz de encontrar, y en cierto punto Naiara se dio cuenta de que estaba tan nervioso que estaba a punto de desvariar.—
CAPÍTULO 9. Un hombre asfixiadoEl chiquillo soltó a Naiara como si se estuviera quemando y retrocedió. Samuel Leal tenía fama de tener poca paciencia y un temperamento controlado hasta que alguien lo hacía estallar. Y por desgracia ahora parecía a punto de hacerlo.Naiara pasó saliva al verlo sin el uniforme de bombero forestal, pero en jean, camiseta informal y chaqueta de piel se veía todavía más condenamente guap… ¡peligroso! …se veía peligroso.—¿Qué carajo están haciendo aquí? ¿Cómo se le ocurrió pincharle las llantas…?—Mejor no te metas, Samuel, al final te conviene que… —intentó replicarle otro de los chiquillos, pero solo ahogó el final de aquella oración cuando la mano tosca de Samuel se estampó contra su pecho y lo levantó por la camisa, despegándole los pies del suelo.—¡¿Qué dijiste?! —rugió él y los otros dos muchachas salieron corriendo en vista de la paliza que estaban a punto de darle a su compañero.—¡Lo siento, lo siento! —exclamó el muchacho y Samuel lo dejó caer
CAPÍTULO 10. Un instinto entrenadoEl golpe furioso en la mesa hizo que Francisco Leal levantara la cabeza y mirara a su hijo con los dientes apretados, pero finalmente se echó atrás en la silla ejecutiva mirándolo con la misma displicencia que usaba con cualquiera de sus oponentes cada vez que peleaba por la alcaldía de Villahermosa.—¿Te quieres explicar? —respondió con tono severo y Samuel no se tragó ni por un segundo aquella inocencia.—¡Naiara! ¡Naiara Bravo! ¡La nieta del señor Félix!—¿Una de las hijas de Rafael? —lo increpó su padre como si tratara de recordar—. ¿Qué hay con ella…?—¿Por qué mejor no dejas de fingir? ¡Tú y yo nos conocemos demasiado bien como para saber que manejas este pueblo a tu antojo! —espetó Samuel—. A la muchacha la están molestando desde que llegó, no la ayudan, no quieren venderle en las tiendas, en la farmacia estuvieron a punto de negarle la ayuda más básica… ¡Y hace un rato un grupo de adolescentes le pincharon las llantas del auto! ¡¿De verdad es
CAPÍTULO 11. La linda imagen de un hombre desn...Quizás era una locura, pero Naiara se sentía más a gusto en aquel lugar de lo que jamás se había sentido en la casa de sus padres en Boston. Casi no recordaba de su infancia allí, el dolor y el remordimiento habían bloqueado con el tiempo demasiadas cosas, pero si de algo estaba segura era de que allí se sentía en paz, protegida, y amada.Por suerte el teléfono fijo de la casa todavía funcionaba bastante bien, así que se ocupó de llamar a varios viveros, pero todos le decían más o menos lo mismo: ¿Cuántas hectáreas de terreno hay que llenar?Naiara no sabía mucho de eso, pero era una excusa tan linda como cualquier otra para salir a recorrer las plantaciones. Se despidió de su abuelo y pasó el día tan entretenida que ni siquiera recordó que debía comer.El rancho estaba dividido en dos: del arroyo a la izquierda, donde todo se había quemado, incluyendo la antigua casa grande; y del arroyo a la derecha, donde se levantaban los campos de
CAPÍTULO 12. Un respeto perdidoElla tenía su playera, y eso significaba que el torso de Samuel estaba desnudo, incluyendo esos pectorales que tenía tan cerca de su boca que…Naiara juraba que había tenido que morderse la lengua para no pasarla por allí. No supo si estaba conteniendo el aliento conscientemente o que de verdad no podía respirar, pero era obvio que era difícil apartar los ojos de su pecho. Todo el pectoral izquierdo sobre su corazón tenía un tatuaje, uno que llegaba al hombro y seguía por su brazo. Y aunque no podía verlo del todo por la poca luz, lo que veía era suficiente como para estremecerla.—¡No tienes derecho a hacer esto…! —gruñó ella tratando de cambiar su atención.—¡Ni necesidad, ni necesidad! —replicó Samuel apartándose con tono molesto, pero increíblemente no era con Naiara.Ni siquiera podía empezar a describir el grado de terror que había sentido mientras escuchaba sus gritos y la veía peleando en la corriente. Era dolorosamente consciente de todas las c
CAPÍTULO 13. ¿Un sueño o un recuerdo?La sensación era extraña, debía reconocerlo. Samuel quería nalguearla y abrazarla a la misma vez, consentirla y bes… ¡Nalguearla, quería nalguearla! Pero aquellas palabras hicieron que extendiera un brazo en su dirección y tocara su frente.—¡Joder! —gruñó por lo bajo. Tenía fiebre, y era obvio que lo que había sucedido le estaba pasando factura—. No pasa nada, solo te sientes un poquito mal, no es nada… —intentó consolarla.—Tengo mucho frío, ¿me puedes abrazar? —pidió ella con un puchero listo para berrinche—. También tengo hambre, y me duele la cabeza, Zazu, ¿me llevas a la casa?Samuel contuvo el aliento mientras sus ojos se abrían como platos, nadie lo había llamado así en quince años, eso solo se lo decía ella después de su obsesión temporal con El rey león. Eso significaba… ¿significaba que Naiara se había acordado de él? Sabía que era muy improbable, era muy pequeñita cuando se la habían llevado, pero…Ni siquiera sabía que eso que estaba
CAPÍTULO 14. Un hombre comprometidoNaiara sabía que tenía que adueñarse de su expresión, pero no dudaba de que la sorpresa le hubiera explotado en la cara como una bomba de relojería.—¿Cómo… no—novio…? —balbuceó porque por alguna extraña razón, o quizás por la forma en que Samuel se comportaba a su alrededor o la chispa que había entre los dos siempre, Naiara había asumido que era un hombre libre como el viento.—¡Pues eso, novio! —siseó Amanda—. ¿O qué esperabas? ¡Samuel es un hombre adulto, existía antes de que tú aparecieras, ¿sabes?! Tenía una vida hasta hace tres días que llegaste, y esa vida tiene una novia. ¿Qué te parece tan raro?Naiara negó de prisa, porque tener delante a una mujer furiosa porque su pareja estaba coqueteando con alguien más, le recordaba todo el dolor que había sentido por la traición de su hermana y de su prometido.—Lo siento, de verdad lo siento. No tenía ni idea… —intentó defenderse.—¡Pues eso espero, porque muy zorra tiene que ser una mujer para met
CAPÍTULO 15. Un hombre abierto a los desafíosEl corazón le retumbaba tan fuerte que Naiara no podía entenderlo. ¿Por qué demonios tenía que dolerle haberle hablado así? ¿Y por qué diablos tenía que mirarla como si fuera un cachorrito inocente que no rompía ni un zapato cuando era evidente que tenía una novia a la que respetar y no lo estaba haciendo?Bajó hasta Villahermosa rumiando entre dientes su molestia, y se detuvo cuando en la plaza del pueblo, esperando impaciente a que llegara el señor Galván. De sus tres hijos el mejor era el que se encargaba del negocio familiar, y muy pronto un hombre vestido de elegante traje y corbata se detuvo frente a ella.—¡Ya sé que parezco un muñecón de carnaval, pero mi padre es de la vieja escuela, y cuando se trata de los Bravo, solo acepta el mejor servicio! —saludó con cordialidad estrechando la mano de Naiara—. ¡Puedo jurar que hasta me miró dos veces antes de dejarme venir!—¿Y no te pasó la manito con saliva por el flequillo parado? —pregu