CAPÍTULO 12. Un respeto perdidoElla tenía su playera, y eso significaba que el torso de Samuel estaba desnudo, incluyendo esos pectorales que tenía tan cerca de su boca que…Naiara juraba que había tenido que morderse la lengua para no pasarla por allí. No supo si estaba conteniendo el aliento conscientemente o que de verdad no podía respirar, pero era obvio que era difícil apartar los ojos de su pecho. Todo el pectoral izquierdo sobre su corazón tenía un tatuaje, uno que llegaba al hombro y seguía por su brazo. Y aunque no podía verlo del todo por la poca luz, lo que veía era suficiente como para estremecerla.—¡No tienes derecho a hacer esto…! —gruñó ella tratando de cambiar su atención.—¡Ni necesidad, ni necesidad! —replicó Samuel apartándose con tono molesto, pero increíblemente no era con Naiara.Ni siquiera podía empezar a describir el grado de terror que había sentido mientras escuchaba sus gritos y la veía peleando en la corriente. Era dolorosamente consciente de todas las c
CAPÍTULO 13. ¿Un sueño o un recuerdo?La sensación era extraña, debía reconocerlo. Samuel quería nalguearla y abrazarla a la misma vez, consentirla y bes… ¡Nalguearla, quería nalguearla! Pero aquellas palabras hicieron que extendiera un brazo en su dirección y tocara su frente.—¡Joder! —gruñó por lo bajo. Tenía fiebre, y era obvio que lo que había sucedido le estaba pasando factura—. No pasa nada, solo te sientes un poquito mal, no es nada… —intentó consolarla.—Tengo mucho frío, ¿me puedes abrazar? —pidió ella con un puchero listo para berrinche—. También tengo hambre, y me duele la cabeza, Zazu, ¿me llevas a la casa?Samuel contuvo el aliento mientras sus ojos se abrían como platos, nadie lo había llamado así en quince años, eso solo se lo decía ella después de su obsesión temporal con El rey león. Eso significaba… ¿significaba que Naiara se había acordado de él? Sabía que era muy improbable, era muy pequeñita cuando se la habían llevado, pero…Ni siquiera sabía que eso que estaba
CAPÍTULO 14. Un hombre comprometidoNaiara sabía que tenía que adueñarse de su expresión, pero no dudaba de que la sorpresa le hubiera explotado en la cara como una bomba de relojería.—¿Cómo… no—novio…? —balbuceó porque por alguna extraña razón, o quizás por la forma en que Samuel se comportaba a su alrededor o la chispa que había entre los dos siempre, Naiara había asumido que era un hombre libre como el viento.—¡Pues eso, novio! —siseó Amanda—. ¿O qué esperabas? ¡Samuel es un hombre adulto, existía antes de que tú aparecieras, ¿sabes?! Tenía una vida hasta hace tres días que llegaste, y esa vida tiene una novia. ¿Qué te parece tan raro?Naiara negó de prisa, porque tener delante a una mujer furiosa porque su pareja estaba coqueteando con alguien más, le recordaba todo el dolor que había sentido por la traición de su hermana y de su prometido.—Lo siento, de verdad lo siento. No tenía ni idea… —intentó defenderse.—¡Pues eso espero, porque muy zorra tiene que ser una mujer para met
CAPÍTULO 15. Un hombre abierto a los desafíosEl corazón le retumbaba tan fuerte que Naiara no podía entenderlo. ¿Por qué demonios tenía que dolerle haberle hablado así? ¿Y por qué diablos tenía que mirarla como si fuera un cachorrito inocente que no rompía ni un zapato cuando era evidente que tenía una novia a la que respetar y no lo estaba haciendo?Bajó hasta Villahermosa rumiando entre dientes su molestia, y se detuvo cuando en la plaza del pueblo, esperando impaciente a que llegara el señor Galván. De sus tres hijos el mejor era el que se encargaba del negocio familiar, y muy pronto un hombre vestido de elegante traje y corbata se detuvo frente a ella.—¡Ya sé que parezco un muñecón de carnaval, pero mi padre es de la vieja escuela, y cuando se trata de los Bravo, solo acepta el mejor servicio! —saludó con cordialidad estrechando la mano de Naiara—. ¡Puedo jurar que hasta me miró dos veces antes de dejarme venir!—¿Y no te pasó la manito con saliva por el flequillo parado? —pregu
CAPÍTULO 16. Una vuelta a la vida social—A ver fiera, cálmate que esa mujer no tiene nada que ver contigo… —intentó disuadirlo Sergio, pero la mirada feroz de su mejor amigo lo hizo callarse del tirón y solo mover en su dirección aquella jarra de cerveza.Samuel parecía un león enjaulado en un frigorífico, rodeado de carne congelada y teniendo que aguantarse las ganas de matar.—¡Voy a alejarme de todos! ¡Eso dijo, con esas palabras! ¡No sabía que “todos” en el diccionario aparecía debajo de mi nombre! —gruñó él con furia.Honestamente no sabía qué lo estaba molestando más, si aquella distancia le sabía a rechazo en toda regla, o el hecho de que ella se estuviera riendo y aceptando ayuda de alguien que no era él.—A ver, Samuel, solo es una chiquilla, es lógico que se impresione con un tipo que va por la vida de cuello y corbata. Si viene de una gran ciudad seguro que está acostumbrada a tipos como esos, no a bomberos forestales como tú —suspiró Sergio tratando de restarle importanci
CAPÍTULO 17. Unas miradas asesinasLa feria regional de los bomberos forestales, organizada por supuesto por el ayuntamiento del pueblo, para recaudar fondos, donaciones y todo tipo de ayuda posible.El señor Almeida, capitán de la estación, le ponía mucho empeño a aquellas ferias porque era un acumulador compulsivo para casos de desastre, y solo se sentía tranquilo cuando tenía los almacenes llenos de todo lo que se pudiera necesitar. Así que todo el pueblo y los de los alrededores se organizaban para pasarse a ayudar o a dejar sus donaciones.Naiara se detuvo delante de aquel cartel y a quien primero vio fue a Sergio, entregando tarjetas de agradecimiento a quienes estaban dejando alimentos o aseo, y estaba segura de que no tardaría en ver a Samuel, que para su sorpresa se detuvo detrás de ella, sobresaltándola con aquella voz ronca.—Parece que el concepto de “todos” se va deteriorando, porque es evidente que aquí vas a estar cerca de mucha gente —lo escuchó sisear y se dio la vuel
CAPÍTULO 18. Una cuestión de prioridadesEra un desastre total, como cada maldit@ cosa que pasaba entre ellos. Samuel la miraba como si estuviera a punto de besarla o nalguearla, la verdad era que en aquel punto no estaba muy seguro, pero la verdad era que desde que aquella mocosa conflictiva había llegado él no entendía nada de lo que le estaba pasando y andaba sin sombra.—¡Pues claro que puedo hacer con mi vida lo que me dé la gana, Naiara! ¿¡De qué demonios estás hablando?! —espetó con rabia acercándose más a ella y eso era peligroso, muy peligroso, porque tenía todos los músculos tensos en los lugares correctos y Naiara ya estaba sintiendo que el aire le faltaba en serio—. ¿¡Y qué es eso de estarme llamando “bragueta suelta”?! ¡Lo de bruto no te lo voy a discutir! ¿¡Pero te parece que vaya yo por ahí restregándomele a todo el mundo!?—¡Entonces admites que te me restregaste! —exclamó ella intentando levantar aquel dedito acusador, pero todo lo que se ganó fue un gruñido hosco ent
CAPÍTULO 19. Una solución para un problema Una bomba cayendo en medio de aquella mesa hubiera impactado menos, hubiera espantado menos, hubiera herido menos. Y como fuera un detonador, aquello llevó las lágrimas de Naiara al borde de sus ojos en un microsegundo. Bajó la mirada en ese mismo instante, mientras el silencio se extendía en aquella mesa.Casi nadie sabía si lo que Samuel acababa de decir era verdad o no, pero Naiara sentía que el corazón le retumbaba en los oídos. Había creído que todo aquello había quedado atrás, que el desastre de su boda fallida había quedado al otro lado del océano, había creído que en España estaría a salvo, pero el recuerdo acababa de estallarle en la cara frente a todo el mundo.—Con… con permiso… —murmuró con esa voz ahogada con que trataba de contener las lágrimas y le dio la espalda a todos para dirigirse al baño.Y fue solo ver aquella expresión para que Samuel se mordiera la lengua con un gesto de impotencia porque no había pasado ni un solo ma