Walter se negaba a creerlo y buscó en todos los lugares donde Mariana podría estar: el jardín trasero, el estudio, la sala de proyección... Sin embargo, no sólo no encontró un rastro de ella, sino que sus pertenencias habían desaparecido, incluidos los libros de medicina en la estantería en el estudio que ella solía leer.Él raramente iba allí, y ahora, sin Mariana, la casa parecía haber sido abandonada durante mucho tiempo, sin huella de vida humana.Walter bajó las escaleras con paso pesado y, de repente, notó que la pared detrás del sofá estaba vacía. Cuando vio el cuadro dañado arrojado en el bote de basura, su respiración se contuvo por un momento. Después de casarse con Mariana, ella siempre le pedía que la acompañara de compras, pero como él estaba ocupado con el trabajo y la detestaba, la rechazaba una y otra vez.El día de su cumpleaños, ella fue a la empresa a buscarlo y le preguntó: —Walter, ¿me podrías acompañar en mi cumpleaños? Si estás ocupado, está bien sólo media hor
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