La mirada de Carter sostuvo a Alejandra, un torbellino de emociones arremolinándose en su interior: alegría, dolor, vergüenza, arrepentimiento, por cómo se comportó con ella en el pasado.Era un dolor que no podía contener. Con delicadeza, pero con una urgencia que no podía reprimir, alargó la mano para sujetarla por las caderas y que se levantara, entretanto, ella, sacudida por una fuerza invisible, se puso en pie rápidamente, y el silencio se hizo un espeso velo entre ellos.Entonces, como la rotura de un dique, los recuerdos que ella recuperó en el avión se agolparon en su mente, mientras a Carter le ocurrió algo similar, pero con aquellos donde se comportó como un patán y que ocasionó que otros le hicieran daño y quizás ella nunca podría perdonarlo.—Lo siento —pronunciaron, simultáneamente, una convergencia armónica de remordimiento.—No es tu culpa, yo venía distraída —insistió Alejandra, con la voz apenas por encima de un susurro. Carter se limitó a asentir, con la garganta ap
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