—¡Suéltame! —gritó Xaria con su voz infantil, tratando de liberarse del agarre de Gilly, mientras esta la llevaba alzada—. No quiero estar contigo, sino con mujer bonita.La chica hizo caso omiso a los gritos de la niña, pero cuando llegó a la habitación la sentó en la cama y la sacudió con fuerza, sorprendiendo a la niña, quien abrió los ojos de par en par, porque hasta ahora nunca había sido tratada de esa manera por su niñera.—¡Escúchame bien Xaria! Esa mujer bonita ¡Es mala! Muy mala, ella es tu verdadera madre ¿Y sabes qué hizo? ¡Te abandonó! Siendo muy pequeñita, sin importarle que te pasara ¿Y sabes por qué lo hizo? Porque no te quiere, mandó a tu papito preso y lo hizo quedar ciego y sin caminar ¿Quieres ser amiga de ella? ¿De una mujer mala y cruel? La pequeña se quedó viéndola con tristeza.—No, ella no es mala —dijo la chiquilla con voz apenas audible.—¡Si lo es! No te estoy mintiendo. A esa mujer no debes quererla, tienes que hacer todo lo posible porque se vaya de aquí
Ante las palabras de la niña una expresión de tristeza se dibujó en el rostro de Alejandra, su comentario cayó como un cubo de agua fría en el cuarto. Se quedó congelada en la puerta, incapaz de creer lo que había escuchado. Carter, sorprendido por la reacción de su hija, dejó caer el cuento que estaba leyendo y la miró con una mezcla de asombro y preocupación.—Xaria, cariño… eso no fue muy amable con Ale —dijo Carter en tono cariñoso aunque firme, pero su rostro mostraba una expresión de tristeza—. Alejandra te quiere mucho.Pero el corazón de la pequeña ya había sido envenenado.—¡No quiero que esté aquí! —insistió, señalando a Alejandra con su dedito acusador.Xaria cruzó sus brazos y hundió su cara en la almohada con gesto desafiante. Alejandra sintió cómo su corazón se rompió un poco más, si es que eso era posible. Había estado lejos tanto tiempo por lo que hizo, y sus peores temores habían sido que su hija la despreciara, no la quisiera y al parecer se estaba cumpliendo, porq
—Pues si quieres puedes complacerla en todo lo que quieres, pero no le voy a permitir que maltrate al personal —respondió Zareli, cruzándose de brazos y plantándose firme frente a su hermano. Carter abrió la boca para replicar, pero ella lo interrumpió con un gesto.—No, Carter. La gente que vive en esta casa se merece respeto y tú al parecer te estás comportando como si no te importara nada más que ella, pero debes recordar que todos somos parte de tu vida.—No lo niego, pero seguramente Alejandra tuvo sus razones para tratar a Gilly así, en vez de estar juzgando deberías preguntarle, antes de pensar de manera precipitada —respiró profundo y se quedó viendo a su hermana—, si no te agrada, ni aceptas la presencia de Alejandra en esta casa, entonces me veré obligado a cambiarme de casa con ella, mi hija y su abuela, porque no estoy dispuesto para que alguien la trate mal.Zareli lo miró sorprendida.—No puedes llevarte a Xaria… ella legalmente es la hija de mis padres —dijo con seried
Alejandra permitió que su mente se silenciara y se sumergió en las sensaciones que Carter le estaba provocando. Sus labios sabían a sal y a deseo reprimido; sabían a promesas no dichas y a futuros inciertos. El hombre la acercó aún más a él y Alejandra sintió cada músculo de Carter contra ella. El beso se profundizó hasta que el mundo pareció desvanecerse, dejándolos solos en su propio universo.Finalmente, con un último suspiro, Alejandra se separó, titubeó al abrir los ojos, encontrándose con los de Carter, que estaban oscuros por la intensidad del momento.Él sonrió, una pequeña sonrisa de triunfo que molestó a Alejandra.—¿Por qué te ríes? Además, no deberías besarme… porque tú y yo no somos ni tenemos nada —expresó con seriedad.—Claro, no tenemos nada… solo estamos casados y tenemos una hija en común —se acercó a ella y le susurró al oído—, eso sin contar que tiemblas como un flan cuando te beso.—¿Sabes qué? ¡A mí me importas un comino! Si estoy aquí es por mi hija, no me inte
Alejandra no pudo contener la creciente emoción que la invadió, cuando llegó a la cocina, y vio que los tres amores de su vida se sentaron a observarla.—¿Qué quiere comer mi bebé? —le preguntó con dulzura a su hija.—Quiero nuggets de pollo —dijo la pequeña aplaudiendo feliz.Alejandra asintió y enseguida comenzó a buscar en el refrigerador, sacó un paquete, y comenzó a hacerle la comida a su niña.Se sentaron a comer, Carter y Alejandra también lo hicieron, la luz del sol entraba por la ventana de la cocina, proyectando un cálido resplandor sobre la pequeña familia reunida alrededor de la mesa. Carter y Alejandra se sentaron flanqueando a la pequeña Xaria, sus movimientos sincronizados mientras cada uno le ofrecía pequeños bocados de su comida, mientras ella participaba emocionada.Con una mezcla de diversión y orgullo, Xaria apartó suavemente la mano de Alejandra.—Ya señora bonita, creo que yo puedo comer sola… no soy una bebé chiquita —declaró con una sonrisa de dientes, sus ojo
Alejandra entró corriendo a la habitación sin dejar de llorar, le pasó seguro y se lanzó en la cama sin poder contener ese sinfín de pensamientos que la atormentaban, diciéndole que no era una buena madre, que su hija estaría mejor sin ella.—Soy una mala madre… puse en peligro a mi hija —musitó con una absoluta tristeza que le atravesaba el alma.Repasaba en su mente todo lo que había hecho y no tenía idea que le había causado alergia si no había agregado nada extraño.Abrumada por esos pensamientos, se quedó dormida en medio de un sueño pesado y tenebroso.Por su parte, Carter se llevó a su hija a su habitación, y no se retiró de allí hasta que se quedó dormida. Cuando iba saliendo se encontró a su hermana con los ojos rojos producto de su llanto descontrolado.—No te lleves a mi niña… por favor —dijo sollozando en tono suplicante.Carter le dio pesar verla así, Zareli siempre había sido la consentida de ellos hasta que llegó la pequeña Xaria, porque su madre la había tenido de tre
Alejandra se sentó a horcajadas sobre él y comenzó a besarlo con profunda pasión.Carter no podía creer que la mujer de su vida estuviera allí encima de él. La emoción era indescriptible, sin embargo, a pesar del deseo enorme de estar con ella, merecía un mejor momento, no un revolcón en un gimnasio.Tenía que demostrarle que era especial y borrar esos recuerdos del pasado cuando los drogaron, por eso la tomó por las caderas y la detuvo.—¡Espera! —exclamó Carter y ella se detuvo mirándolo con desconcierto.—¿Qué pasa? ¿No quieres estar conmigo? —inquirió en tono de tristeza y hasta un poco avergonzada, se levantó en un segundo, profundamente herida—, claro, solo buscabas provocarme y…—¡No es eso! —la interrumpió—, es que quiero que cuando estemos de nuevo por primera vez, sea el más perfecto de los momentos, no aquí, en la máquina de un gimnasio. Deseo que sea bajo las estrellas o delante de una chimenea ardiente o en un lugar decorado con pétalos y luces, quiero que recuerdes ese m
Sin pronunciar una palabra, Alejandra recogió el libro arrojado, acariciando su portada como si fuera un tesoro precioso. Retrocedió lentamente hacia la puerta de la habitación, sus ojos nunca abandonando a Xaria, quien la observaba con una mirada fría e implacable.—Lo siento —dijo saliendo de la habitación corriendo, sintiendo el corazón destrozado.Carter se quedó viendo a su hija, y comenzó a moverse en su silla de ruedas, la niña se incorporó y comenzó a llamarlo.—Papá, ¿Te vas? —preguntó asustada, porque estaba acostumbrada a que su padre la durmiera.—Si me voy y lo haré porque aunque te amo, me siento decepcionado de tu comportamiento… hoy no voy a leerte ningún cuento, y nadie te dormirá… lo harás sola, porque en este momento no deseo estar contigo. Tú actitud fue grosera, y te aseguro que Alejandra no se lo merece.Carter salió de la habitación dejándola sola. Ella abrió los ojos de par en par y comenzó a llorar en silencio, porque tenía demasiado miedo, las sombras que pr