—¿Qué te dijo abuela? —preguntó Alejandra ansiosa por su respuesta, tanto que sintió su corazón palpitar en su pecho como un tambor.Se llevó una mano a su pecho mientras aguardaba que le contara lo ocurrido.—Me dijo que en los próximos días me informará, creo que va a hablar con la familia de tu hija para ver si aceptan recibirte —expuso la mujer en tono tranquilizador mientras Alejandra sonreía y comenzaba a dar saltitos de felicidad, su rostro iluminado como tenía tiempo que no lo hacía.—Gracias, abuela… no sabes la emoción que me produce… saber que podré verla, yo no quiero quitársela a su familia, sé que no es correcto aunque mi corazón piense lo contrario… pero al menos quisiera verla, tener fotografías, vídeos de ella, ver cómo va creciendo aliviará mi corazón —dijo con una nota de mezcla de tristeza y alegría.—Está bien, mi niña, ya verás que sí podremos ver a nuestra princesita.—Mientras tengo que buscar un trabajo, voy a contratar una agencia para que haga mis trámites p
La mirada de Carter sostuvo a Alejandra, un torbellino de emociones arremolinándose en su interior: alegría, dolor, vergüenza, arrepentimiento, por cómo se comportó con ella en el pasado.Era un dolor que no podía contener. Con delicadeza, pero con una urgencia que no podía reprimir, alargó la mano para sujetarla por las caderas y que se levantara, entretanto, ella, sacudida por una fuerza invisible, se puso en pie rápidamente, y el silencio se hizo un espeso velo entre ellos.Entonces, como la rotura de un dique, los recuerdos que ella recuperó en el avión se agolparon en su mente, mientras a Carter le ocurrió algo similar, pero con aquellos donde se comportó como un patán y que ocasionó que otros le hicieran daño y quizás ella nunca podría perdonarlo.—Lo siento —pronunciaron, simultáneamente, una convergencia armónica de remordimiento.—No es tu culpa, yo venía distraída —insistió Alejandra, con la voz apenas por encima de un susurro. Carter se limitó a asentir, con la garganta ap
Alejandra colocó la mano en el teléfono y lo colgó evitando que su abuela llamara. Mientras los pensamientos se agolpaban en su mente.—¿Qué pasa? ¿Por qué me cuelgas y no me dejas llamar? —Abuela… espera, vamos a pensar, todo esto es muy extraño, sabemos que tú no le dijiste nada a Bárbara, porque no lo sabías, te mantuviste al margen de todo, pero ¿Por qué ella no te contó? ¿Qué razones tenía ella para no decirte que Carter era familia de su esposo? Debemos pensar con claridad antes de tomar una decisión —propuso Alejandra mientras los engranajes de su cerebro no dejaban de moverse.—Por eso necesito hablar con ella, necesito que me dé una explicación de las razones por las que no me dijo nada, te juro que no quiero sacar conclusiones precipitadas sin antes hablarlo con ella, pero las sospechas no dejan de revolotear en mi cabeza —manifestó Pierina con una evidente expresión de molestia en su rostro—, y no tienes idea de cómo me siento frente a esto.—Está bien abuela —dijo con res
Una vez que la puerta se cerró detrás de Pierina, un silencio pesado envolvió a las tres mujeres que quedaban en la habitación. Bárbara fue la primera en moverse, levantándose de su asiento con las manos temblorosas. Su rostro era un retrato de miedo y preocupación, los ojos llenos de lágrimas sin derramar.—No podemos permitir que haga eso —murmuró, casi para sí misma—. Xaria es nuestra sangre... Ella no tiene derecho a arrebatárnosla.Georgina, aún petrificada, logró asentir. Sin embargo, Thalía no parecía compartir el mismo temor que sus cuñadas. En su lugar, una determinación feroz había tomado residencia en sus ojos verdes.—No creo que sea lo que quiere. Ahora, solo nos queda decirle a Carter la verdad sobre la niña, no sé de leyes, pero lo que dijo Pierina me parece lógico, y aunque Zachary y yo no tengamos derechos como padres porque la adopción no tenga validez, mi hijo los tiene todos, porque Alejandra perdió sus derechos cuando entregó a Xaria en adopción.Georgina pareció
Carter estaba en su despacho revisando unas inversiones, cuando de pronto la puerta se abrió con violencia, y apareció la niñera con el rostro pálido y la pequeña en brazos desmayada.Apenas la vio sintió un profundo miedo que le recorrió de pies a cabeza.—¡¿Qué ocurre con Xaria?! —preguntó aterrado, moviéndose con rapidez hacia donde estaba entrando la mujer.—No lo sé señor, estaba jugando y de pronto se desmayó sin razón aparente —dijo la niñera visiblemente asustada.Carter tomó a la niña y comenzó a moverse, mientras pegaba gritos por toda la casa llamando al chofer.Pronto el hombre apareció y caminaron sin pérdida de tiempo hacia el auto, Este bajó la rampa y Carter movió su silla para subir, mientras permanecía con su niña en los brazos, sintiendo un profundo miedo que se encajaba hasta en sus tuétanos. Llegaron al centro médico en un abrir y cerrar de ojos, apenas los vieron los médicos corrieron hacia él, tomaron a la niña y entraron para atenderla.Carter no se dio cuent
—Tú siempre lo supiste… —dijo con voz ahogada, iba a retirarse, pero Carter la sostuvo del brazo. —¡Claro que no! Escúchame, por favor... yo nunca supe nada, hasta ahora que me has dicho que nuestra hija vive y comencé a atar cabo, cuando Xaria llegó a mi vida, era una bebé recién nacida, yo estaba sumido en la tristeza, sin ganas de vivir… me había entregado a la muerte… hasta que la escuché llorando, para ese entonces no veía y de pronto llegaban algunas ráfagas, y mamá me dijo que la había adoptado, te juro que no sabía que era nuestra hija… ¿Cómo iba a saberlo si me dijeron que la habías perdido? —Carter la atrajo más hacia él mientras sus miradas se cruzaban. Él la observó con una expresión suplicante, con temor a que cualquier movimiento brusco pudiera provocar una explosión emocional aún mayor. Alejandra pareció recobrar un poco el aliento, aunque sus ojos seguían brillando por las lágrimas. Relajó su cuerpo y lo miró directamente. —¿Entonces todo fue una casualidad? —preg
Caminaron juntos, Alejandra no podía contener la emoción en su pecho, tenía la sensación de que su corazón terminaría saliéndosele por la boca. Al abrir la puerta percibieron el silencio de la habitación donde una pequeña figura envuelta en mantas yacía tranquila en la cuna hospitalaria.Carter guió a Alejandra al lado de la niña, manteniendo sus manos unidas con firmeza. A pesar de su exterior frío y de sus decisiones pasadas, él conocía el dolor que estaba experimentando Alejandra, porque él lo había vivido en el pasado. La niña parecía tan frágil y pequeña. Sus manos, sus pies, todo en ella era diminuto y Alejandra sintió cómo las lágrimas brotaban sin control de sus ojos. Quería tocarla, quería sentir su calor, su vida, levantó una mano, esta le temblaba como si se tratara de una hoja mecida por la fuerza del viento.Posó sus dedos en la pequeña manita de Xiara. La niña se movió ligeramente al contacto y Alejandra sintió cómo un escalofrío recorría su cuerpo, como si todo el uni
Sin embargo, después que accedió a irse a vivir con él en la misma casa, decenas de preguntas llegaron a su mente “¿Y ahora? ¿Cómo piensa vivir con su mujer y conmigo al mismo tiempo en la misma casa? ¿Yo la esposa y la otra en la concubina?¿Será que quiere poner un harén?” Negó con la cabeza reprendiéndose a sí misma “Ningún harén porque yo no pienso acostarme con él, además, a mí no me gusta, esto solo lo hago por estar cerca de mi hija… no se me puede olvidar lo patán que fue” No pudo evitar que los recuerdos de cuando la puso a dormir al lado de la habitación de Clara para que escuchara sus momentos de intimidad llegaran a su mente. “Lo que falta es quiera volver a hacer lo mismo”, dijo mortificada.De pronto recordó a su abuela, ¿Qué iba a hacer con ella? No podía dejarla sola, y menos en su estado de salud.Como Carter vio las diferentes expresiones en su rostro, no dudó en preguntarle qué le ocurría.—¿Qué pasa Alejandra? ¿Hay algo que te preocupa?Por un momento ella se qued