—Tú siempre lo supiste… —dijo con voz ahogada, iba a retirarse, pero Carter la sostuvo del brazo. —¡Claro que no! Escúchame, por favor... yo nunca supe nada, hasta ahora que me has dicho que nuestra hija vive y comencé a atar cabo, cuando Xaria llegó a mi vida, era una bebé recién nacida, yo estaba sumido en la tristeza, sin ganas de vivir… me había entregado a la muerte… hasta que la escuché llorando, para ese entonces no veía y de pronto llegaban algunas ráfagas, y mamá me dijo que la había adoptado, te juro que no sabía que era nuestra hija… ¿Cómo iba a saberlo si me dijeron que la habías perdido? —Carter la atrajo más hacia él mientras sus miradas se cruzaban. Él la observó con una expresión suplicante, con temor a que cualquier movimiento brusco pudiera provocar una explosión emocional aún mayor. Alejandra pareció recobrar un poco el aliento, aunque sus ojos seguían brillando por las lágrimas. Relajó su cuerpo y lo miró directamente. —¿Entonces todo fue una casualidad? —preg
Caminaron juntos, Alejandra no podía contener la emoción en su pecho, tenía la sensación de que su corazón terminaría saliéndosele por la boca. Al abrir la puerta percibieron el silencio de la habitación donde una pequeña figura envuelta en mantas yacía tranquila en la cuna hospitalaria.Carter guió a Alejandra al lado de la niña, manteniendo sus manos unidas con firmeza. A pesar de su exterior frío y de sus decisiones pasadas, él conocía el dolor que estaba experimentando Alejandra, porque él lo había vivido en el pasado. La niña parecía tan frágil y pequeña. Sus manos, sus pies, todo en ella era diminuto y Alejandra sintió cómo las lágrimas brotaban sin control de sus ojos. Quería tocarla, quería sentir su calor, su vida, levantó una mano, esta le temblaba como si se tratara de una hoja mecida por la fuerza del viento.Posó sus dedos en la pequeña manita de Xiara. La niña se movió ligeramente al contacto y Alejandra sintió cómo un escalofrío recorría su cuerpo, como si todo el uni
Sin embargo, después que accedió a irse a vivir con él en la misma casa, decenas de preguntas llegaron a su mente “¿Y ahora? ¿Cómo piensa vivir con su mujer y conmigo al mismo tiempo en la misma casa? ¿Yo la esposa y la otra en la concubina?¿Será que quiere poner un harén?” Negó con la cabeza reprendiéndose a sí misma “Ningún harén porque yo no pienso acostarme con él, además, a mí no me gusta, esto solo lo hago por estar cerca de mi hija… no se me puede olvidar lo patán que fue” No pudo evitar que los recuerdos de cuando la puso a dormir al lado de la habitación de Clara para que escuchara sus momentos de intimidad llegaran a su mente. “Lo que falta es quiera volver a hacer lo mismo”, dijo mortificada.De pronto recordó a su abuela, ¿Qué iba a hacer con ella? No podía dejarla sola, y menos en su estado de salud.Como Carter vio las diferentes expresiones en su rostro, no dudó en preguntarle qué le ocurría.—¿Qué pasa Alejandra? ¿Hay algo que te preocupa?Por un momento ella se qued
—Nosotras queremos acompañarte —le dijo Georgina tragándose un sollozo, pero Bárbara negó con la cabeza.—No, quiero hablar sola con ella… después de todo yo era su amiga, la que falló, fui yo.Con esas palabras se dio la vuelta y caminó a donde le indicaron que estaba, habló con el médico que la estaba atendiendo.—¿Puedes permitirme pasar a ver a la señora Pierina? —preguntó.El hombre frunció el ceño sin dejar de observarla.—¿Qué parentesco tiene con ella? —interrogó y ella no dudó en responderle.—Soy su… hija —el hombre asintió y la dejó pasar.Entró sigilosamente, verla allí tan delicada y vulnerable, le causó un profundo dolor, se sentía la peor persona del mundo. —Lo siento Pierina —le dijo tratando de controlar las gruesas lágrimas que corrían descontroladamente por su rostro—, mi intención no fue engañarte, ni hacerte daño, y mucho menos que creyeras que no confío en ti… actué con desesperación, con miedo, todo sucedió tan repentinamente, y cuando tuvimos la sospecha de qu
—¡Suéltame! —gritó Xaria con su voz infantil, tratando de liberarse del agarre de Gilly, mientras esta la llevaba alzada—. No quiero estar contigo, sino con mujer bonita.La chica hizo caso omiso a los gritos de la niña, pero cuando llegó a la habitación la sentó en la cama y la sacudió con fuerza, sorprendiendo a la niña, quien abrió los ojos de par en par, porque hasta ahora nunca había sido tratada de esa manera por su niñera.—¡Escúchame bien Xaria! Esa mujer bonita ¡Es mala! Muy mala, ella es tu verdadera madre ¿Y sabes qué hizo? ¡Te abandonó! Siendo muy pequeñita, sin importarle que te pasara ¿Y sabes por qué lo hizo? Porque no te quiere, mandó a tu papito preso y lo hizo quedar ciego y sin caminar ¿Quieres ser amiga de ella? ¿De una mujer mala y cruel? La pequeña se quedó viéndola con tristeza.—No, ella no es mala —dijo la chiquilla con voz apenas audible.—¡Si lo es! No te estoy mintiendo. A esa mujer no debes quererla, tienes que hacer todo lo posible porque se vaya de aquí
Ante las palabras de la niña una expresión de tristeza se dibujó en el rostro de Alejandra, su comentario cayó como un cubo de agua fría en el cuarto. Se quedó congelada en la puerta, incapaz de creer lo que había escuchado. Carter, sorprendido por la reacción de su hija, dejó caer el cuento que estaba leyendo y la miró con una mezcla de asombro y preocupación.—Xaria, cariño… eso no fue muy amable con Ale —dijo Carter en tono cariñoso aunque firme, pero su rostro mostraba una expresión de tristeza—. Alejandra te quiere mucho.Pero el corazón de la pequeña ya había sido envenenado.—¡No quiero que esté aquí! —insistió, señalando a Alejandra con su dedito acusador.Xaria cruzó sus brazos y hundió su cara en la almohada con gesto desafiante. Alejandra sintió cómo su corazón se rompió un poco más, si es que eso era posible. Había estado lejos tanto tiempo por lo que hizo, y sus peores temores habían sido que su hija la despreciara, no la quisiera y al parecer se estaba cumpliendo, porq
—Pues si quieres puedes complacerla en todo lo que quieres, pero no le voy a permitir que maltrate al personal —respondió Zareli, cruzándose de brazos y plantándose firme frente a su hermano. Carter abrió la boca para replicar, pero ella lo interrumpió con un gesto.—No, Carter. La gente que vive en esta casa se merece respeto y tú al parecer te estás comportando como si no te importara nada más que ella, pero debes recordar que todos somos parte de tu vida.—No lo niego, pero seguramente Alejandra tuvo sus razones para tratar a Gilly así, en vez de estar juzgando deberías preguntarle, antes de pensar de manera precipitada —respiró profundo y se quedó viendo a su hermana—, si no te agrada, ni aceptas la presencia de Alejandra en esta casa, entonces me veré obligado a cambiarme de casa con ella, mi hija y su abuela, porque no estoy dispuesto para que alguien la trate mal.Zareli lo miró sorprendida.—No puedes llevarte a Xaria… ella legalmente es la hija de mis padres —dijo con seried
Alejandra permitió que su mente se silenciara y se sumergió en las sensaciones que Carter le estaba provocando. Sus labios sabían a sal y a deseo reprimido; sabían a promesas no dichas y a futuros inciertos. El hombre la acercó aún más a él y Alejandra sintió cada músculo de Carter contra ella. El beso se profundizó hasta que el mundo pareció desvanecerse, dejándolos solos en su propio universo.Finalmente, con un último suspiro, Alejandra se separó, titubeó al abrir los ojos, encontrándose con los de Carter, que estaban oscuros por la intensidad del momento.Él sonrió, una pequeña sonrisa de triunfo que molestó a Alejandra.—¿Por qué te ríes? Además, no deberías besarme… porque tú y yo no somos ni tenemos nada —expresó con seriedad.—Claro, no tenemos nada… solo estamos casados y tenemos una hija en común —se acercó a ella y le susurró al oído—, eso sin contar que tiemblas como un flan cuando te beso.—¿Sabes qué? ¡A mí me importas un comino! Si estoy aquí es por mi hija, no me inte