Desde aquella noche de la fiesta, las cosas para Danilo habían cambiado de manera rotunda. Era como si aquel beso, sumada a la dolorosa cachetada, ambas cosas obtenidas de Mary y le habían sacudida el alma.Justo en ese preciso instante, todos los sentimientos que había estado evadiendo, o sobre los que había estado dudando tanto, se revelaron más claros que el agua.Con ese profundo y dulce beso, se dio cuenta, no solo de que podía decir a viva voz de que estaba loca y perdidamente enamorado de Mary; pero con la cachetada se había despertado de una especie de ensimismamiento, una ceguera casi crónica donde había confundido el deseo y el ego con emociones vanas y ególatras.Su faceta reflexiva se había activado, mientras esa noche dormía al lado de Lara, como todas las noches que precedieron aquella de la fiesta.Danilo fin aceptó en la comodidad de sus aposentos, que esa rubia había sido solo el capricho de toda su vida, quizá solo por el hecho de que nunca podría tenerla y estar con
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