El sol se asomaba a través de las cortinas, arrojando un suave calor sobre la habitación donde Sebastián y Ava yacían entrelazados. Los ojos de Ava se abrieron para encontrar a Sebastian mirándola con una ternura que hizo que su corazón se hinchara. Las palabras de amor que habían compartido la noche anterior resonaron en el silencio, envolviéndolos en un manto invisible de unidad.—Buenos días, mi amor. —susurró Sebastián, trazando los contornos del rostro de Ava con el dorso de sus dedos, como si memorizara cada detalle.—Buenos días. —respondió Ava, su voz suave, su cuerpo todavía hormigueando por la recién descubierta cercanía entre ellos. —Se siente diferente hoy, ¿no? Como... como si finalmente fuéramos nosotros. Sebastián asintió, con una sonrisa en sus labios. —Sí, como un matrimonio real. «Un matrimonio real» resonó en la mente de Ava, esto era de verdad, ella estaba viviendo un matrimonio, a lado de un hombre que también correspondía a sus sentimientos. Ella necesitaba un
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