CAPÍTULO 34

El sol de la mañana pintó el cielo en tonos pastel mientras Ava, con el corazón palpitando como un pájaro enjaulado, se acercaba a la gran residencia Huntington. Había esperado ver a Sara, no tenían la mejor relación como cuñadas, pero ese no era motivo para expresarle su apoyo. Un hijo, era un hijo y perderlo era doloroso para cualquier mujer.

—Sebastián, ¿estás seguro de que no puedes venir? —La voz de Ava tembló levemente, delatando su aprensión.

Él se volvió hacia ella, sus ojos oscuros estaban llenos de arrepentimiento. —Lo siento, Ava. La ausencia de Alejandro complica la situación en la empresa, tengo que hacerme cargo de sus responsabilidades. Lo entiendes, ¿verdad?"

Ella asintió, aunque el nudo en su estómago se apretó. Sebastián se inclinó y le plantó un suave beso en sus labios que dejó una hormigueante promesa.

—Sebastián…tengo que hablar contigo. —se encontró diciendo Ava—. ¿Puedes ir por mi al estudio por la noche?

—Por supuesto. —respondió él con una sonrisa tranquili
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