La pregunta de Claudia flotaba en el aire, un peso invisible que hacía retroceder a Andrew a lo largo de los años. Con la mirada desenfocada, ya no estaba sentado frente a ella, frente a un vehículo, sino en el inicio de la edad adulta, con los rostros severos de sus padres, empujándole hacia la independencia.—Te hará bien —le había dicho su padre, con voz carente de calidez—. Irte lejos de nosotros, te enseñará lo que es la vida real, así podrás madurar y ser responsable, para cuando te toque asumir las riendas de las empresas de la familia.Así que terminó cediendo, pero su partida no iba acompañada de dinero, solo de expectativas tan pesadas como para aplastarle.Andrew se removió incómodo, sus dedos acariciando distraídamente el capó del coche. Por aquel entonces era un hombre larguirucho, desgarbado, que aún no había adquirido la confianza y la estatura que le llegarían con los años.En ese entonces, su cuerpo no ayudaba, recordó los ángulos agudos de sus articulaciones, la form
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