Lo que ocurrió pasó en escasos segundos, el restaurante se sumió en un silencio momentáneo, roto únicamente por la respiración entrecortada de Eloísa, quien había quedado completamente atónita ante la petición de Claudia. Los ojos de Javier se desviaron entre su exesposa y su actual esposa, sintiéndose atrapado en un dilema. Eloísa, aún en estado de shock, no sabía cómo reaccionar ante la demanda de Claudia. Su orgullo herido y su ira se entremezclaron mientras miraba a Javier en busca de una respuesta. Por su parte, Claudia mantuvo la compostura, observando a ambos con una expresión serena en el rostro. Finalmente, el golpe resonó en el restaurante, un sonido seco y brutal que pareció hacer eco en las paredes desnudas. Javier, con la mano aún suspendida en el aire, no mostró arrepentimiento alguno en su rostro endurecido, mientras Eloísa retrocedió un paso, llevándose una mano a la mejilla enrojecida. Por su parte, Claudia lo miró con frialdad. —De verdad que no tienes límites,
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