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31. Bienvenida, mi preciosa flor.
Asad aguardaba la llegada de sus hijos en el aeropuerto, su jet privado aterrizó y él observaba desde su limusina mientras las escaleras se desplegaban sobre la pista. Al descender, Asad salió del vehículo, apoyado en su bastón, con una presencia imponente y una expresión imperturbable.Amir fue el primero en bajar por las escaleras, seguido de cerca por Irina. Asad se quitó las gafas de sol para observar a su primogénito con detenimiento, mientras Amir, al ver a su padre, experimentaba una mezcla de emociones encontradas. Por un lado, la nostalgia de tiempos pasados.Amir se quedó parado por un instante al ver a su padre caminando con cierta dificultad con la ayuda de ese bastón parecía que los años se le habían hechadi encima de repente solo habían pasado siete años pero parecía que hubieran pasado al menos el doble para élPor otro lado, un profundo resentimiento crecía en el corazón de Amir hacia el hombre que le había privado del amor de su vida con engaños y manipulaciones, una
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32. ¿Amir, a dónde vas?
Amir salió de la limusina con paso firme y se quedó en silencio observando la casa que alguna vez llamó hogar, más bien era un palacio que una casa.Su mente era un torbellino de recuerdos y emociones mientras contemplaba la imponente fachada. Cada rincón de aquel lugar guardaba una historia, algunas llenas de felicidad, pero otras teñidas por el dolor y traición.Mientras Irina descendía del vehículo, su semblante reflejaba una tristeza apenas contenida. Cuando intentó acercarse a Amir en un gesto de cariño, él la rechazó con un frío desdén, dejando claro el abismo que los separaba.Asad los observaba con atención, escrutando cada movimiento, aquello no era bueno para su plan y no quería tener que desvelar sus razones todavía. Se dirigió al interior de la casa tras Irina, pero se paró en seco y se giró al ver cómo su hijo tomaba una dirección diferente.— ¿Amir, a dónde vas? —inquirió Asad con un tono de voz que pretendía ser amenazante.— Si yo puedo esperar, tú también. Voy a vis
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33. Yo solo quiero divorciarme.
— Debo contaros muchas cosas — reconoció Asad — Aunque sospecho que Irina ya le habrá dicho la verdad a Amir, esperemos que él llegue de visitar la tumba de su madre.—Sí, creo que es lo mejor. Todo debe salir a la luz— respondió Irina asintiendo para reafirmar sus palabras.—Cuando él llegue, los espero a los tres en mi despacho— anunció Asad —Después de eso, veremos cómo proceder —concluyó, antes de continuar su camino acompañado por su hombre de confianza, quien había sido el encargado de traer a Aida y Amir.Mientras tanto, Said y Irina se quedaron en la sala, sumidos en sus pensamientos, esperando el momento crucial en el que Amir revelaría la verdad.Said observaba a Irina con una expresión confusa. Se sentía muy contrariado en ese momento, al menos eso parecía, y la miraba como si no la conociera de nada. Siempre supo que existía una conexión extraña entre sus hermanos, pero algo como eso era difícil de imaginar.A decir verdad, Asad mantenía a Said lejos de sus negocios ilegal
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34.¿Cómo puedes ser tan cínico?
Irina se sentía profundamente herida por las palabras de Amir. No entendía por qué él había tomado la decisión de divorciarse sin siquiera intentar hablar con ella, de comprender su perspectiva o conocer la verdad completa. La decepción que sentía era evidente en su rostro mientras daba un paso al frente, interrumpiendo la conversación entre padre e hijo.—Creo que Amir tiene razón. Deberíamos divorciarnos. Después de todo, ya estoy aquí y he cumplido con mi tarea —dijo Irina con voz firme, aunque en su interior había un torbellino de emociones.Asad observó a sus hijos con una mezcla de tristeza y resignación. Suspiró y se dejó caer pesadamente en el sillón, preparándose para una conversación que sabía que sería larga y difícil.—Como estaba diciendo, les hice creer que Irina era la hija de una amante extranjera. Sin embargo, Irina y yo no compartimos ningún vínculo de sangre —explicó Asad, invitando a sus hijos a sentarse para escuchar la historia completa.Durante un tiempo conside
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35. Te prometo que estaré a tu lado.
El avión surcaba los cielos en dirección a turkia la conversación entre William y Sven, el mayordomo de Amir, llevaba horas produciéndose, estar solos en un avión daba tiempo para hablar mucho.Sentados en sus asientos, con el zumbido del motor de fondo, los dos hombres intercambiaban palabras enigmáticas y cargadas de significado.—Sven, hay cosas que debes saber antes de seguir adelante —comenzó William, con una seriedad que no pasaba desapercibida.Sven asintió, con piedad en el rostro que poseía su interlocutor, preparándose para lo que William tenía que decir.—Lo que te he contado es solo la superficie, hay más en juego de lo que crees. Estamos entrando en un terreno peligroso, y necesito que estés preparado para lo que venga —continuó William en apartar su enigmática mirada de la del ruso.Sven frunció el ceño, sintiendo que las palabras de William eran ciertas, le ha contado suficiente como para tener sus propias razones para estar metido en la guerra que se produciría de un m
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36. No puedes ser tan cruel.
Irina no podía evitar sentirse desconcertada en ese instante. Apenas había transcurrido una semana desde su regreso, y ya notaba un cambio notable en Said. Se preguntaba cómo un chico que conocía tan bien podía transformarse de esa manera en tan poco tiempo. Tal vez siempre había sido así, y ella no lo había notado, o quizás estaba malinterpretando la situación. Suspiró, negando con la cabeza. Estaba demasiado alterada por lo sucedido con Amir, y eso estaba nublando su juicio.Decidió que era hora de abordar la situación con inteligencia. Ya era suficiente aguantar las expectativas de quien fuera que le gustara o no. Amir era ahora su esposo, y debía enfrentar esa realidad. Caminó rápidamente hasta su habitación, sin siquiera llamar a la puerta. Dina abrió, aparentemente lista para discutir con Amir, pero al entrar, se dio cuenta de que él no estaba allí. Estuvo a punto de cerrar la puerta y marcharse, pero escuchó el sonido del agua proveniente del baño.Intrigada, se encaminó hacia
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37. ¿Qué es lo que quieres de mí, padre?
La puerta del baño se cerró con un clic sordo, dejando a Irina sola con sus pensamientos y el eco de las palabras que Amir no había dicho al menos no con su vida aunque había hablado muchísimo sin hacer ni un solo sonido. El vapor llenaba el espacio, envolviendo su figura desnuda en una neblina cálida que apenas lograba calmar el tumulto emocional que bullía dentro de ella.Se apoyó contra la pared, sintiendo el agua resbalar por su piel, mezclándose con las lágrimas que amenazaban con empañar su visión. Cada gota que caía resonaba como un recordatorio de la fragilidad de su situación, de la complicada maraña de lealtades y afectos que la ataban.El comportamiento de Amir la dejó desarmada. No había podido retenerlo con sexo, tampoco con sus palabras de amor. ¿Cómo sería capaz de sobrevivir si él ya no quería tenerla en su vida?Cerró los ojos, tratando de encontrar claridad en medio del torbellino de pensamientos. Amir, el hombre al que amaba con toda su alma, se alejaba de ella con
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38. No es mi esclava.
En el instante en que los pies de William tocaron suelo turco, no tardó en sacar su teléfono móvil y hacer una llamada. A pesar de que se retiró un poco, Sven se acercó lo justo para no parecer que estaba espiando la conversación, pero lo suficiente para escuchar. Tenía el oído muy entrenado; después de todo, había sido agente secreto gran parte de su vida. Por desgracia, no podía escuchar lo que le decían, solo la parte en que hablaba William.— ¿Estás seguro de que podemos hacer eso? — dijo William, manteniendo su voz baja para conservar el secretismo de oídos indiscretos.William se mantuvo callado un rato, como si estuviera escuchando a su interlocutor, y luego volvió a hablar.— Pero ¿no estaríamos yendo demasiado lejos? ¿Y si sale mal? — preguntó, mostrando cierta angustia en su tono.La persona al otro lado de la línea no estaba clara para Sven, pero William había confiado en Ben para ayudarlo después de conocer sus razones. Sin embargo, Sven tenía claro que William guardaba m
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39. ¿Vas a marcharte?
Asad mantuvo su firmeza al hablar.— No me importa cuán poderoso creas ser. Si me traicionas, te encontraré y haré que rindas cuentas por tus acciones.Amir sostuvo la mirada desafiante de su padre, sus ojos chispeaban con una determinación igualmente fiera.— ¿Y qué? ¿Vas a enviarme a tus hombres para que me persigan como un criminal, padre? —respondió con sarcasmo, su voz resonando con un tono desafiante—. No sería la primera vez que intentas someterme a tu voluntad.Said apretó los puños con fuerza, conteniendo su ira mientras observaba la tensa confrontación entre padre e hijo.— No quiero tener que recurrir a eso, Amir —dijo Said con un tono de advertencia perceptible en su voz—. Pero si es necesario, lo haré para proteger lo que es mío y preservar el legado de nuestra familia.Amir mantuvo una sonrisa desafiante, su postura mostraba firmeza y determinación.— Lo que es tuyo, ¿verdad? ¿Crees que puedo ser tu propiedad, padre? No soy un peón en tu juego de poder, no me someteré a
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40. Se feliz y busca un buen hombre.
—Es el momento, hay que hacer algo en este preciso instante, o ya será demasiado tarde—, dijo una voz al otro lado del teléfono―Está bien, lo tengo todo preparado―, aseguró William antes de colgar el teléfono. Se giró hacia Sven con una mirada inquisitiva. ―¿Estás preparado para ir en contra de Amir?―, le preguntó, buscando confirmación.Respiró profundamente, sintiendo la tensión en el aire. No podía creer lo que estába a punto de hacer, pero sabía que no había marcha atrás. Sven Asintió solemnemente. ―Muy bien―, dijo William, su voz llena de determinación. ―Sabemos que es por su bien―.La habitación estaba envuelta en una penumbra cálida cuando Amir se deslizó silenciosamente hacia la cama de Irina. El aire estaba cargado de la tensión acumulada durante días, y el suave roce de sus cuerpos fundiéndose uno con el otro marcaba el ritmo de la noche.Por la mañana, Irina despertó aferrada a su cuerpo, consciente de que aquel momento era efímero, un susurro en el tiempo que se desvane
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