Litza CooperFrancia, Paris —Lis, no sabes lo feliz que me hace venir contigo a Francia —admite mientras mira por la ventana la torre Eiffel, ya he venido antes a este país. Mi madre es de aquí, no veo la gran maravilla de esta ciudad, ni siquiera es la del amor como dicen, sin embargo, es marketing para traer gente.Las vacaciones por obligación y por ley debo pasarla con mi madre, el divorcio fue pactado de ese modo, me gusta pasar más tiempo con mi padre. Este me entiende, puedo ser yo misma y no con todas las reglas a la que me somete mi mamá, ya que Paris no solo es la ciudad del amor sino que también de la moda.Ahora mi mejor amiga y yo vamos a una exclusiva tienda por un vestido para una gala de negocios de mi padre, no deseaba ir, sin embargo, no tengo edad para decidir donde quiero estar. El auto se detiene, no espero a que el chofer abra mi puerta y salgo junto a Irem para ingresar al local en el que enseguida somos atendidas.—Señorita Cooper, es bueno tenerla aquí —muest
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