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Capítulo 3 ''SOY INFIEL''

Darek Adams

No podía dejar de mirarla a ella y al niño que duerme en brazo de Elías , ni siquiera soy capaz de poner en duda que ese pequeño llamado Kalen es mi hijo, él huele como nosotros dos y ahora ni siquiera sé cómo enfrentar esta situación, L.C.  Mi aventura ahora tiene nombre, Litza Cooper, ni siquiera fui consciente de que esa noche olvide utilizar preservativo.

—Litza llevare a Kalen a la cama —se retira dejándome solo con ella.

—¿Qué significa todo esto? —Interrogo, su ceño se frunce confundida—, es mi hijo —añado.

—Ni siquiera sabes si es tuyo —evito gruñir molesto.

—¿Qué edad tiene? —Litza me mira y suspira.

—Bien, si eres su padre, pero no tienes derecho a presentarte en mi casa de ese modo ¿me investigaste? —pregunta.

—Ni siquiera sabía tu nombre hasta ahora —puedo ver algo de desilusión en sus ojos.

—¿Cómo puedes pasar una noche alocada sin utilizar preservativo y no investigar si dejaste un hijo? —Se nota molesta—, sabrá Dios cuantos hijos tienes esparcidos por ahí —añade.

—Kalen es mi único hijo —no hay duda de eso, ya que solo he estado con dos mujeres en mi vida.

—¿Por qué tenías que aparecer ahora? —pregunta para ella misma, pero mi sentido del oído desarrollado escapas de escucharla.

—Mira Litza, creo que debemos hablar esto en otro momento ¿ok? —me pongo de pie.

—Bien —le doy mi número.

—Despídeme de Elías —me retiro del apartamento de ella.

En mi cabeza todavía trato de procesar el hecho de que tengo un hijo, con una mujer que no es mi esposa, creo que me he pasado de marido infiel.

—¿Sucede algo, Darek? —interroga mi madre al notar que no he tocado mi tarta rellena.

—Asuntos de trabajo en mente, ya sabes cómo es —le digo, no sé cómo tomara mi familia este asunto. Nunca imaginarían que yo pudiera hacerle tal cosa a Leonor, ella no merece que la engañe de ese modo.

Cuando mi padre regresa con mi esposa, nos sentamos a cenar y me mantuve aislado en mis pensamientos, sin embargo, tuve que disimular que no me sentía tan bien para mantener una conversación con ellos.

(…)

—Gracias por venir a visitarnos —Leonor se despide con un abrazo y besos de mis padres.

—Siempre es bueno estar con ustedes —dice mi madre con una sonrisa en sus labios, le doy un abrazo a ambos y luego los observo partir.

—Me daré una ducha, ¿me acompañas? —la miro por un breve instante.

—Lavare los trastes. Otro día será, Lulu —beso su frente y me voy a la cocina sin esperar una respuesta de su parte. Recojo todo los utensilios utilizados para llevarlo al lavadero e iniciar lo que vine a hacer, ya era normal para mí hacer este tipo de cosas aunque puedo contratar una persona para que se encargue, sin embargo, Leonor cree que eso quita el estilo familiar a nuestro hogar.

Ni siquiera tengo ganas de mirar su cara, me tardo mucho tiempo en limpiar todo y cuando regreso a la habitación mi esposa se encuentra dormida. Suspiro, me voy a la ducha y tomo un rápido baño para irme a la cama con ella, me recuesto boca arriba mirando el techo blanco de nuestro aposento.

Su mano va hasta mi pecho en el cual deja una suave caricia, se mueve y me abraza, Leonor es tan amorosa y siempre ha estado conmigo en todo momento ¿Cómo pude engañarla hace un año? Ahora no se con que cara mirarla, suspiro y me tardo horas antes de caer rendido con muchos pensamientos invadiendo mi conciencia.

(…)

Temprano abandone mi apartamento para irme a la oficina, Elías llego minutos después y no pude evitar carcomerme la cabeza pensando en que quizás el sabia la verdad, sin embargo, su manera de comportarse me indicaba todo lo contrario.

—Espero le guste su oficina —le digo con formalidad.

—Darek, es perfecta —indica con una agradable sonrisa en su rostro.

—Me alegra que le haya gustado, lo dejare solo para que se ponga cómodo, si necesita algo puede llamarme o pedirlo a Argelis, mi secretaria —él asiente y me retiro de su oficina con dirección a la mía.

Busco el número de Litza en mis contactos, es necesario que hablemos lo antes posible y aclaremos esta situación.

—Litza, es Darek —hablo en el momento que responde.

Hola —saluda, no sé porque mi corazón se acelera solo de escucharla.

—¿Podemos vernos hoy? —interrogo mirando la ciudad por el ventanal de mi oficina.

Claro, ¿Dónde y a qué hora?

—En el restaurante mexicano, Badboy —puedo escuchar que ríe—, ¿Qué están gracioso?  —interrogo.

—¿Es así como se siente, señor Adams? —no puedo creer que ella está coqueteando conmigo.

—No, claro que no —debo mantenerme firme aunque en el fondo me gusta su altanería.

¿Hora? —pregunta volviendo a su tono más serio.

—¿Puedes a las doce?

Si —asiento olvidando que no puede verme.

—Bien, nos vemos a las doce —cuelgo la llamada y le pido a mi secretaria que agende una mesa en ese restaurante para la hora pautada, no falta mucho tiempo y aprovecho lo que me queda para adelantar algunos correos.

(…)

Llegue al restaurante minutos antes de la reservación, no sabía si Litza traería al pequeño, sin embargo, solicite que colocaran una silla de bebé. Espere paciente hasta que logre percibir el olor de ambos cuando ingresaron al local, me levante y ella se ve muy bien con esos jeans ajustado a sus piernas.

—Hola, lamento llegar tarde —murmura apenada.

—No hay problema —le restó importancia al asunto, Kalen me mira con aquellos ojos grises y puedo notar que se forma una sonrisa en sus labios. Se ve como un bebé grande, pero por el tiempo que estuve contando, no creo pase de dos meses o quizás ya los cumplió.

—¿Quieres cargarlo? —cuestiona.

—¿Puedo hacerlo? —interrogo con cierta sorpresa.

—Darek, es tu hijo, no soy como esas mujeres que alejan a los papás —alega.

La miro y luego al pequeño de ojos grises, no hay duda alguna de que este niño es mi hijo, Litza se encarga de ponerlo en mis brazos y mi corazón se acelera. No puedo creer que este hermoso ser sea mío, me sonríe y acaricio su mejilla.

—Hola pequeño —murmuro con una sonrisa—, soy tu papá, sé que es muy sorprendente que apenas nos conozcamos, sin embargo, ya estamos juntos —le comento, sé que no puede entenderme, pero le debo esa explicación—. Perdón por no estar contigo desde tu nacimiento —añado.

 —Lo importante es que ya te encuentras a su lado —la escucho decirme, creo que soy el hombre más infiel que puede existir, ¿Cómo le diré a Litza que soy casado? Y sobre todo ¿Cómo le explicare a mi esposa que tengo un hijo? Ahora mismo no tengo respuestas a esas interrogativas y creo que no podre tenerlas mientras este pequeño me mira como si fuera todo lo que necesitara.

Mi parte animal exige protegerlos, no solo proteger a mi hijo sino también a la madre y eso es lo que me hace ser el hombre más infiel de todos.

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