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Todos los capítulos de Mi luna es de otro país : Capítulo 1 - Capítulo 10
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“El aroma del destino”
Hoy es un día importante para mí, ya que dentro de poco recibiré la visita de unos inversionistas de Alaska, que podrían ser la clave para expandir mi negocio a nivel mundial. Estoy en Houston, Texas, donde trabajo como ejecutiva de una empresa de cosméticos desde hace dos años y ocho meses. Estoy nerviosa y emocionada, pero también ansiosa por volver a casa y ver a mis padres y a mis amigos Katy y James. Los extraño mucho. Ellos viven en otro país, muy diferente al mío, donde tengo una vida que nadie conoce.Me llamo Alejandra Loughty Bacab, y tengo un secreto. Soy una mujer lobo, hija de dos razas diferentes. Mi padre se llama Logan loughty él es un hombre lobo inglés, rubio y de ojos azules, que ocupa el puesto de beta en su manada. Mi madre Ariche bacab ella es una mujer lobo mexicana, morena y de ojos azules, que era la tercera hija de un alfa en su tribu de origen latino para ser precisos de Mexico, casi no me cuentan mucho de mi familia materna, sus razones tendran y yo respet
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Yo sere quien te guie
La reunión sigue según lo planeado, ambas partes quedamos en buenos términos. Presentamos nuestras propuestas y discutimos el presupuesto, así como el porcentaje que le daré como socio inversionista. Estamos en una sala amplia y elegante, con una mesa de madera y unas sillas de cuero. Las paredes están decoradas con cuadros y diplomas, y las ventanas dan a una vista impresionante de la ciudad. El ambiente es profesional y cordial, pero también tenso y eléctrico. Sobre todo entre Michael y yo.Él, por su lado, me mira con cara de cachorro, con cara de amor. Sus ojos son increíbles, de dos colores distintos: uno verde y otro café. Su cabello es negro y corto, y su barba está bien recortada. Su cuerpo es musculoso y alto, y su ropa es formal y elegante. Lleva un traje gris, una camisa blanca y una corbata roja. Parece un hombre de negocios exitoso y seguro de sí mismo, pero también un lobo salvaje y dominante, que quiere reclamar lo que es suyo.Yo, por mi parte, aunque mi loba me diga q
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una conversación sincera
Después de cerrar la puerta de su oficina con un suspiro, Alejandra no podía creer lo que acababa de pasar. El hombre que había venido a negociar con ella era su mate, el compañero que la Diosa Luna le había asignado. Lo había sentido en cuanto lo vio, una atracción irresistible que le hizo temblar el cuerpo y el alma. Pero él parecía haberse dado cuenta, o al menos eso creía ella por cómo lo había mirado. Se había comportado con profesionalismo y frialdad, sin darle ninguna señal de que ella lo reconociera como suyo. ¿Cómo era posible? ¿Acaso no sentía lo mismo que ella? ¿O tenía algún motivo para ocultarlo?, es que pensando en como el hizo para aceptar el hecho de ella no querer será que el en lo más profundo también sentía lo mismo, y tampoco quera conseguir a su mate y todo lo que dijo en la sala de conferencia solo era para evaluarme, me alegro de saber manejar las emocionesEstaba tan sumida en sus pensamientos que no oyó el golpe en la puerta. La voz de su subgerente la sacó de
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Un encuentro que cambió su vida
Entré en la sala de conferencias con paso firme y seguro. Era el heredero de una de las manadas más grandes y fuertes de todo el continente americano. Era un hombre lobo puro, alto, fuerte, de aspecto imponente. Tenía unos ojos increíbles, de dos colores distintos: uno verde y otro café.Su mirada era penetrante y dominante.Venía acompañado de dos de mis hombres de confianza: Chris, mi beta, y Ryan, mi primer guerrero. Los tres éramos socios en una empresa de inversiones, que nos servía de fachada para nuestros negocios reales. Habíamos viajado desde Alaska hasta Texas, para reunirnos con una ejecutiva de una empresa de cosméticos, que nos había llamado la atención por su éxito y su innovación. Queríamos hacer una propuesta de colaboración, que en realidad era una estrategia para expandir nuestro territorio y nuestra influencia.Pero todo cambió cuando la vi. Era ella. Mi mate. Mi luz. Mi razón de ser.Era una mujer lobo mestiza, que se había alejado de su manada y de su naturaleza, bu
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Mi plan-sigue narrando Michael
Apenas llegamos al estacionamiento, vi a mis hombres esperándonos con los motores encendidos. Sin perder tiempo, les hice una seña para que me siguieran y me dirigí al coche más potente. Abriendo la puerta del conductor, les dije con voz firme:- Yo manejo.Ellos me miraron con sorpresa, pero no se atrevieron a cuestionarme. Sabían que yo era el jefe, y que tenía un plan. Me subí al coche, y arranqué a toda velocidad. Los demás me siguieron en fila, como una manada de lobos.Tomamos la autopista hacia el hotel donde nos alojábamos. Por el camino, llamé a la recepción y les ordené que reservaran nuestras habitaciones por una semana más. Una semana sería suficiente para preparar todo lo que haríamos para conseguir a mi luna.Mi luna... La mujer que me robó el corazón desde el primer momento que la vi. La mujer que se resistía a mis encantos, pero que pronto caería rendida a mis pies. La mujer que haría cualquier cosa por proteger a su familia, incluso casarse conmigo.Sí, esa era mi luna
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Lo sabia...
Pasando un rato agradable con mi acompañante y futuro socio, llega un olor a mis fosas nasales, un aroma que reconozco desde lejos. Cuando alzo mi mirada, puedo observar cómo mi llamado mate se acerca con pasos firmes y lleno de ira. No voy a negar que ese hombre, así como estaba, me prendía. Ella alzó la mirada y lo vio. No pudo evitar sentir una oleada de deseo al verlo. Se veía tan sexy, tan majestuoso, esa camisa a medio abrochar, ese cabello desordenado le quedaba muy bien. Se sorprendió, pero trató de estar en calma. Sabía que él era su mate, pero también sabía que él era peligroso. No quería perder su libertad, su poder, su empresa. No quería ser una más de sus conquistas, una de sus sumisas. Quería ser su igual, su compañera, su reina.Pasados unos segundos, este me saluda con un -Hola, cariño-, con su sonrisita de sorpresa. Mi acompañante, quien le responde queriendo enfrentarlo, menciona mi cicatriz. Solo un imbécil creería eso, cuando viendo de cerca se ve que es una quemad
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El resultado de michael
-Muérete, imbécil -escupe Alejandra, mientras intenta soltarse de su agarre.-No digas eso, mi vida -dice Michael, mientras la arrastra hacia la camioneta. -No sabes lo que dices. Estás confundida, asustada, enfadada. Pero pronto se te pasará. Pronto verás que lo que hago es por tu bien, por nuestro bien.-¿Por mi bien? ¿Por nuestro bien? -replica Alejandra, con incredulidad y desprecio. -¿Qué bien puede haber en secuestrarme, en alejarme de mi vida, de mi trabajo, de mis amigos, de mi familia, pero quien te crees? ¿Qué bien puede haber en obligarme a ser tu mate, tu luna, tu esclava? ¿Qué bien puede haber en violar mi voluntad, mi libertad, mi dignidad?-No lo entiendes, mi amor -dice Michael, mientras la mete en la camioneta. -No es violación, es unión. No es esclavitud, es lealtad. No es dignidad, es destino. Tú y yo estamos hechos el uno para el otro. La Diosa Luna nos ha elegido. Nuestros lobos se reconocen. Nuestros corazones se anhelan. Nuestros cuerpos se desean.-¡No, no, no!
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Mi instinto
Alejandra despertó en un cuarto del tamaño de su suite, donde vivía desde que llegó a este país. La cama en la que yacía era tan amplia que podía perderse entre las sábanas de seda. Era para pareja o un matrimonio, pensó ella para sí misma, tocándola suavemente. El olor que emanaba era de su compañero, su mate y secuestrador, todo junto en una sola persona: Michael. Desgraciado, escupió ella con rabia, mientras sus ojos se tornaban de un negro profundo.—Despertaste, mi amor —dijo él, entrando en la habitación con una bandeja de comida—. ¿Ya estás mejor? ¿Te sientes mareada o te duele alguna parte?—¿Cómo si te importara mi respuesta? ¿Cómo si tomaras en cuenta mis palabras? Maldito imbécil, me jodiste. Te dije que no quería, que no me sentía preparada, pero claro, qué te importa. Solo eres tú, señor alfa —respondió Alejandra, levantándose de la cama y alejándose de él.—No vengas con eso, mi amor —replicó él, dejando la bandeja en una mesa y acercándose a ella—. Tú sabías que después
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Mis pensamientos en desorden....
-¿En qué piensas, Michael? No te entiendo, necesito más información. ¿Cómo es eso de que me conociste? ¿Cómo eso puede ser verdad? ¿Cómo sabes que no pertenezco a este país? -pregunté intrigada, mientras me sentaba en la cama y me cubría con las sábanas.-Alejandra, para responderte deberemos conocernos, ¿eso quieres? Si es así, me gustaría hacerlo después de que cenemos -respondió emocionado, acariciando mi mejilla con su mano.-Comer, no tengo mucha hambre, solo quiero irme, no puedo dejar mi empresa a la deriva, es difícil no pensar en eso -le respondí con un tono desanimado y furioso, apartando su mano de mi rostro.-Y crees que la comida tiene la culpa, Alejandra, eso no es lógico. Necesito que te cambies, te mandé a comprar ropa para que estés aquí, vístete, ya vengo por ti para bajar a cenar, conocerás a mi familia y a los empleados -dijo con su voz mandona, levantándose de la cama y poniéndose una camisa.-¿Conocer a tu familia? Wow, esto va en serio por lo que veo -respondí s
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Una noche larga
—¿Cómo que matrimonio? —le susurré al oído, fingiendo una sonrisa para no levantar sospechas. Estaba sorprendida por aquella noticia. No solo los invitados mostraban su expresión atónita, yo tampoco disimulé la mía. La Diosa apenas me avisó de conocer a su familia, amigos y manada, y ahora me salía con matrimonio. Este hombre no descansaba, le gustaba la aventura, el peligro, la acción o qué rayos. ¿Cómo se le ocurría proponer eso a la ligera? En fin, yo esperaba poder salir lo antes posible de este lugar y de este confuso malentendido entre la Diosa Luna y yo. El matrimonio sonaba a un compromiso con otra empresa, para el colmo. Sentía que sus dos hermanos menores me estaban mirando con ojos curiosos, confusos, analizando cada parte de mí. Suponía que era porque olía diferente, y mis expresiones eran bastante directas a la incomodidad.—Sí, matrimonio. Eso es algo que pasa cuando encuentras a tu luna. Soy alfa, ¿qué más esperas de mí, cariño? —respondió en un susurro, rozando mi meji
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