UNA APUESTA PELIGROSA. Capítulo 4: Motivos para vivir
TINA WILLIAMSKyle se inclinó hacia delante y puso su mano en la mesa, con la palma hacia arriba, esperando a que la tomara, mientras la melancolía se apoderaba de su rostro. —Tina, sé que mis planes no te agradan… —dijo en un susurro y, en cuando puse mi mano sobre la suya, comenzó a acariciarla, siguiendo mis venas y tendones como si los dibujara sobre mi piel—. En estos años has sido positiva por los dos, entre más miserable me volví, más alegre te querías mostrar. ¿Recuerdas cuando me caí en el jardín la última vez? Te lastimaste la espalda al ayudarme. El doctor dijo que deberías guardar reposo, que el dolor tenía que ser insoportable. Al día siguiente estabas pululando como una mariposa atrapada en mi cuarto, tus movimientos eran más lentos, pero… sostenías esa maldita sonrisa como si nada hubiera pasado. »¡Por Dios, Tina! Desde que llegaste a mi vida has sido un jodido ángel conmigo, no pienso desistir en mis planes, no seguiré atado a esta silla, no planeo continuar con una
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