—Ah… sí, pero soy amiga de Mariana —aclaró Merina.—Supongo que se conocen, están obligadas, por sus familias —dijo Valentina y la barrió de pies a cabeza.Las mejillas de Merina se ruborizaron, sobre todo cuando Marko la observó con detención, casi confundido, como si se cuestionara el por qué había mentido.Entonces, Valentina tomó una mano del joven, entrelazándola con la suya.—Quiero seguir tomándome el vino, ¿qué te parece si jugamos una partida de ajedrez en tu habitación? Tal vez y esta vez te permita ganarme.El joven respingó sus cejas, sorprendido por el tono seductor que usó.—Claro, vamos —aceptó.Salieron del balcón tomados de la mano, dejando a una Merina con la boca abierta, llena de estupor..En la habitación de Marko no se escuchaba sonido alguno, era casi abrumador para la chica. Movía las piezas del tablero con calma, sintiendo una pesadez creada por el fuerte vino en su cuerpo, el cual no estaba acostumbrado a tomar alcohol.—¿Te incomodó que hablara con Merina? —
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