Cuando Valentina le soltó la mano a Marko, sintió un asco tremendo. Se le iba a hacer terriblemente difícil el no repudiar al Marko del pasado, pues tenía muy fresco todos los recuerdos de los gritos, las burlas y las humillaciones.
Cuando subió a la camioneta, desgraciadamente tuvo que acomodarse al lado de Marko y su brazo rozaba con el suyo.
Odiaba sentirse intimidada, con los hombros hundidos y la mirada clavada en la ventana, para así no tener que observarlo.
Empezaba a pensar que fue mala idea el aceptar ir a almorzar con ellos. Lo único que deseaba era devolverse a su casa, guardar toda su ropa en una maleta y suplicarles a sus papás que la enviaran a vivir a casa de sus abuelos, convertirse en una campesina y no tener que ver a sus agresores nunca más.
Marko por momentos le echaba miradas y hasta llegó a escucharle a su amiga comentar:
—Es algo tímida.
Valentina nunca había estado en un restaurante parecido. Al entrar había dos escaleras que se entrelazaban como dos serpientes y había una enorme lampara colgando del techo que era estilo cúpula. Los meseros usaban trajes oscuros, parecían pingüinos y se escuchaba música clásica de fondo.
Y cuando llegó el momento de ordenar, Valentina revisó el menú y no entendía nada, eso ni siquiera era español y cuando creía que encontraba un idioma que entendía, no sabía qué rayos era lo que estaba leyendo.
Entonces decidió aplicar la confiable: pedir lo mismo que los demás.
Mariana pidió una disque langosta a la mantequilla de perejil y limón; lo que fuera aquella cosa, Valentina pidió lo mismo, pero presintió que le iban a salir con algo raro; y ella que no estaba acostumbrada a comer carne y mucho menos cosas extravagantes…
Y cuando llegó la comida, Valentina no pudo ocultar su sorpresa al ver a un animal abierto y bañado en salsa. Las náuseas la invadieron y un escalofrío recorrió su cuerpo.
¿Cómo rayos se comían eso?
¿Eso era almorzar?
Valentina tragó saliva. Notó que Mariana y Marko conversaban sobre la loca idea de la joven de estudiar modelaje a escondidas y quería que Marko se lo financiara, ya que los padres de ella no podían enterarse.
Ay no, Valentina se sentía sufrida, quería marcharse de ahí.
Marko volteó a verla y pareció notar su incomodidad, porque le sonrió con amabilidad.
—¿No tienes hambre? —preguntó—. ¿O quieres pedir algo diferente?
Valentina notó que Mariana se estaba comiendo la langosta como si fuera lo más casual del mundo.
—Estoy bien —contestó y le dio un sorbo a su limonada, lo único que le apetecía y le era familiar.
—¿Es cierto que te ganaste la beca el año pasado? —preguntó Marko.
Valentina sintió un miedo recorrerle la columna vertebral. Recordó que Marko la humilló en público por ser pobre junto a Merina.
—Sí, gané la beca —contestó ella, preparada para cualquier comentario de su parte.
Pero Marko sonrió con sorpresa.
—Entonces es cierto lo que dice Mariana, no deja de hablar sobre lo inteligente que eres —dijo—. Me comentó que gracias a ti ha logrado mejorar sus notas.
Mariana se ruborizó.
—Basta, deja de contar mis secretos —pidió su prima.
—No me considero inteligente, únicamente me esfuerzo —comentó Valentina—, necesito la beca.
—Tus papás deben estar orgullosos —siguió diciendo Marko—, no es fácil ganarse la beca Rumanof y mucho menos mantenerla, se necesita de un gran promedio.
Claro que Valentina lo sabía, fue por eso que soportó tantos años de burla y acoso, no necesitaba que se lo recordara.
—¿Qué piensas estudiar? —proseguía Marko con lo que ya parecía interrogatorio.
—Finanzas y negocios internacionales —respondió ella.
El joven abrió los ojos con impresión.
—Vaya, yo voy a estudiar la misma carrera —soltó él—. Así que nos vamos a ver seguido en la universidad, es lo más probable.
Claro, Marko iba a graduarse con honores a costa de ella, amenazándola y obligándola a convertirse en su esclava. Y después la arrastraría a su empresa, haciendo que ella se convirtiera en su sombra, porque ahí era perfecta para explotarla. En el banco, Marko se robaba todos sus proyectos, confiaba ciegamente en Valentina y en sus capacidades, llevaría los proyectos a cabo, los cuales iban a prosperar más de lo que él o Valentina imaginaban, lo que lo iba a volver obscenamente rico, ampliando el imperio de los Rumanof y haciendo que su padre lo pusiera en un pedestal. Y la forma en que Marko le iba a agradecer era asesinándola.
—Claro, lo más probable es que nos veamos a diario de ahora en adelante —aseguró Valentina.
—Entonces debemos llevarnos bien —soltó Marko con una amplia sonrisa y estiró su brazo derecho para acariciarle la cabeza—. Serás como la hermanita que siempre quise tener, pero mis padres prefirieron que fuera hijo único. —Bajó su mano hasta acariciar una de las mejillas de la joven—. Eres como una muñequita. Eres muy tierna. —Hizo que lo observara fijamente—. Si alguien en la escuela te llega a molestar, nada más debes decírmelo, que yo me encargaré de solucionarlo, desde ahora quiero que me veas como tu hermano mayor.
Qué curioso, le había caído en gracia a su asesino.
—Ay, no te preocupes, nadie sería capaz de lastimar a Vale —intervino Mariana—. Todos los que la conocen la adoran, además que muchos la protegen porque ella les hace los trabajos.
Esto confundió a Marko, concentrándose en su prima.
—¿A qué te refieres?
—Valentina cobra por hacer los trabajos, es toda una empresaria —respondió Mariana—. Se ve tan dulce e inocente, pero es un tiburón para los negocios. Hasta a mí me cobra por los ensayos, dice que una cosa son los negocios y otra muy diferente la amistad.
Marko volvió a mirar a Valentina, esta vez respingando las cejas.
—Vaya, qué interesante, te ves tan calladita, pero eres sumamente astuta.
No sabía qué pensar sobre su situación, su propósito era que Marko la conociera y creara un concepto positivo de ella, para que así, si alguna vez llegaran a sus oídos malos rumores de ella, pudiera cuestionarlos. Conocía tanto a Marko que sabía que pecaba de ingenuo y era demasiado fiel a las personas que consideraba cercanas.En los muchos años que tuvo que estar obligada a convivir con él, vio atisbos en Marko que la hacían cuestionarse qué tan despiadado podría ser y llegó a la conclusión de que no lo era, todo lo contrario, era demasiado inocente como para darse cuenta de que su esposa Merina lo manejaba como un títere. Y Marko tenía demasiado poder como para destruirle la vida a las personas que él quisiera con sólo señalar con el dedo índice.Por esas razones y muchas más necesitaba mantener la distancia de él, simplemente convertirse en invisible, alguien que operaba desde las sombras.Pero ahí estaba, siendo maquillada por Mariana. Había sido invitada por Marko a su fiesta de
Valentina usaba un vestido rosa pastel con una falda acampanada, de mangas cortas y llevaba el cabello suelto, rizado en las puntas; el maquillaje era suave, pero resaltaba sus intensos ojos color miel. Parecía inocente, como un ángel. Era un ángel que estaba decidido a destruir vidas.Merina los seguía observando a lo lejos, como una serpiente que ha encontrado a su presa y espera el momento perfecto para atacar. En su mirada encontraba la envidia hacia Valentina por estar tomada del brazo de Marko Rumanof, recibiendo toda la atención de los invitados.Marko la presentó con sus padres.—Es la ganadora de la beca Rumanof del año pasado —dijo con una gran sonrisa—, es increíblemente inteligente y desea estudiar finanzas.Los señores Rumanof la observaron con asombro.—Claro, tú eres la hija del señor Alonso —dijo el señor y le dio un apretón de manos a la jovencita—. Es evidente que la inteligencia se hereda, tu papá es un excelente empleado e imagino que serás igual o mejor que él en e
—Ah… sí, pero soy amiga de Mariana —aclaró Merina.—Supongo que se conocen, están obligadas, por sus familias —dijo Valentina y la barrió de pies a cabeza.Las mejillas de Merina se ruborizaron, sobre todo cuando Marko la observó con detención, casi confundido, como si se cuestionara el por qué había mentido.Entonces, Valentina tomó una mano del joven, entrelazándola con la suya.—Quiero seguir tomándome el vino, ¿qué te parece si jugamos una partida de ajedrez en tu habitación? Tal vez y esta vez te permita ganarme.El joven respingó sus cejas, sorprendido por el tono seductor que usó.—Claro, vamos —aceptó.Salieron del balcón tomados de la mano, dejando a una Merina con la boca abierta, llena de estupor..En la habitación de Marko no se escuchaba sonido alguno, era casi abrumador para la chica. Movía las piezas del tablero con calma, sintiendo una pesadez creada por el fuerte vino en su cuerpo, el cual no estaba acostumbrado a tomar alcohol.—¿Te incomodó que hablara con Merina? —
Marko llevó a Valentina hasta su casa, la joven quería bajarse del auto, estaba a pocos pasos de la puerta y de estar en su privacidad, sin embargo, él parecía no querer marcharse, la sostenía de una mano y se tomaba su tiempo para hablar.De pronto, de un impulso, Marko la atrajo y le dio un apasionado beso en los labios. Valentina estaba tan impresionada que quedó con los ojos bien abiertos.Ella tuvo que colocar todas sus fuerzas para controlarse y no apartarlo para después salir huyendo. Cuando el beso se acabó, Marko la tomó de las mejillas para obligarla a mirarlo fijamente.—Te prometo, Valentina, que voy a protegerte de ahora en adelante, siempre, siempre —dijo.No podía entender el actuar de Marko, se le estaba haciendo demasiado fácil el acercarse a él.La abrazó casi como si quisiera acurrucarla en su pecho para poder protegerla. El corazón de Marko se escuchaba fuerte, con un pulso decidido, lleno de vida. Su mano derecha acariciaba su cabeza con suavidad.Si siempre hubier
Valentina llevó las manos a su cabeza, frotando su cuero cabelludo con desesperación. Estaba frente a un gran dilema ético. ¿Y si en esta nueva oportunidad que le brindaba la vida se equivocaba y terminaba siendo ella la que se convirtiera en Merina y le hiciera daño a personas inocentes como los señores Rumanof? ¡O peor, que Mariana, su mejor amiga, se enterara de toda la maldad que ella ocasionara y volviera a herirla como en el pasado!Cuando ella se apartó de Mariana cuando estaban en la universidad, notó un cambio en su amiga, se había vuelto apagada, pronto dejó de ir a la universidad y después se mudó del país. Habían tenido una discusión sumamente fuerte, donde Valentina le dijo palabras muy hirientes y Mariana lloraba desconsoladamente.Después se enteró que Mariana unos días antes se había enfrentado a Merina, pues había descubierto el abuso que le había infringido a Valentina (Mariana nunca supo que Merina la había acosado) y por esto recibió fuertes represalias por parte de
Salió de sus pensamientos cuando Marko comenzó a hablar de algo y ella no sabía de qué, por estar concentrada en su venganza. Con el paso de los minutos entendió que se trataba de la universidad, que pronto comenzaría el nuevo semestre y que se sentía nervioso.—No sé si lograré adaptarme —confesó.—Claro que sí, lo harás bastante bien —soltó ella con rapidez al parecerle ridícula su inseguridad.Marko se volvería sumamente popular al inscribirse al equipo de tenis e ir a campeonatos y dejar en alto la universidad. Sería la mezcla perfecta entre un hombre multimillonario, guapo y atleta; las mujeres se iban a volver locas por él.El joven le sonrió mientras la contemplaba, algo que le incomodó de sobremanera, obligándola a tomar un largo trago de su vinotinto. —Cuidado, no es agua —advirtió Marko.A Valentina definitivamente no le estaba gustando el curso que tomaba su relación con él. A ese paso se iban a convertir en pareja a final de mes. Pero si quería ocupar el puesto de Merina,
—¿Alguna vez en tu vida has visto una barra de oro? —le preguntó Marko una tarde.Esa vez Valentina no sabía cómo reaccionar ante lo que veían sus ojos. Marko le extendió el lingote de oro y la joven lo tomó con sus dos manos, era pesado, ancho y duro como un bloque, resplandecía y casi se podía ver reflejada en el oro.—Con un único lingote podrías vivir cómodamente para el resto de tu vida y dejar una fortuna a tus hijos —le comentó Marko.—¿Y cuántos de estos posee la familia Rumanof? —indagó Valentina. El hombre ladeó una sonrisa.—Somos dueños de muchas minas de oro, en pocas palabras, somos los que creamos los lingotes de oro que se almacenan en los bancos, nos pertenecen —contestó.Valentina le devolvió el oro y Marko lo guardó en la caja fuerte, pudo vislumbrar otras barras de oro que estaban en el fondo de la caja.Marko confiaba tanto en ella que le había mostrado el lugar secreto de la mansión Rumanof donde se guardaba la caja fuerte. Se encontraba en una pequeña bibliotec
Valentina se acodó en la mesa y notó el rostro pálido del joven, pasaba de la sorpresa al miedo.—En una semana te subirás en tu auto como cualquier mañana para dirigirte a tus clases en la universidad —dijo Valentina casi a susurro—, habrá amanecido lloviendo. Pero ¿qué mal podría pasarte? Es un día cualquiera y tu chofer conduce en completa calma. Pero los arrollará un camión que decidió saltarse la luz roja del semáforo. Afortunadamente no será nada grave, pero terminarás con una cicatriz en tu muñeca derecha en forma de cruz, producto de un vidrio roto de la ventana del auto que dolorosamente una enfermera deberá sacarte porque quedó incrustada.Los labios de Marko temblaban, su piel estaba erizada. ¿Valentina estaba loca? ¿Por qué decía cosas tan raras?Ella respingó las cejas.—¿Creerás que si pasa será una coincidencia que una joven loca te dijo para evitar tener que rechazar tu confesión? —cuestionó Valentina—. Ese mismo día las acciones del grupo Rumanof crecerán un diez por c