Era la primera vez que Valentina visitaba la tumba de su difunto esposo en compañía. De hecho, era la primera vez desde la muerte de Lorenzo que Valentina aceptaba conversar con alguien que no fuera su hermana.
Hugo era uno de los pocos amigos de Valentina que conservó de la escuela, claramente el muchacho provenía de una familia adinerada como todos los que la rodearon en la infancia y adolescencia, pues el colegio de donde se graduó era de élite.
Aunque Hugo era un joven sencillo, si bien era guapo, con clase, su forma de ser era bastante humilde y muy cariñoso. Él, al ser amigo de la infancia de Valentina, conocía toda la historia que pasó entre ella y el heredero Rumanof, de hecho, tuvo que vivir esa historia, consolar a Valentina y llenarse de impotencia por no poder reclamarle a Marko, pues si lo hacía era como condenarse a la desgracia.
La pareja de amigos observaba la tumba de L
Se encontraban en la cama, Marko comía a besos la piel de Valentina, acariciándola con sus manos.Ella podía escuchar la respiración agitada del hombre, lograba sentir su peso encima suyo, no tenía escapatoria, era inevitable, debía tener sexo con su jefe.Estaba completamente desnuda, así como él también. En otra situación, donde no lo odiara y repudiara habría estado emocionada de que un hombre tan guapo e importante la besara y acariciara.Pero esa no era la situación. Lo único que podía hacer era cerrar los ojos y esperar a que todo acabase.—Me encantas, me fascinas —susurró Marko a su oído.Tal vez era porque Marko estaba bastante borracho que no notó que ella no estaba nada emocionada con que él la tocase. Por esta misma razón Valentina le dio bastante vino, así él nunca notaría
Contrario a lo que Marko quería para su mañana, tuvo que soportar la visita de Sara a primera hora. Le disgustó encontrar que Valentina se había marchado y no le informó.Tomaba el desayuno en silencio, sorpresivamente, Sara no tenía mucho para decir, todo lo contrario a como siempre se comportaba, se le veía nerviosa, como si ocultara algo.—¿Qué te pasa? —preguntó Marko.—Nada, ¿por qué? —Sara fingió tomar de su taza de café.—Estás nerviosa, te sucede algo, te conozco bien. ¿Qué estás ocultando?Una gota de sudor corrió por la frente de Sara. Echó su cabello en la espalda, llevaba un buen rato acomodándose el cabello, primero de un lado, después del otro y así…—Oh, por favor, no me pasa nada, estoy estresada por los preparativos de la bo
—Señor, nada más estábamos conversando —informó Valentina con tranquilidad y una sonrisa educada—. La señorita Sara me hablaba sobre los avances de la boda, al parecer todo está saliendo muy bien. —Observó a una Sara abrumada por la situación—. Me alegro mucho por ustedes, espero deseosa el poder asistir a su boda.Marko soltó a Sara, intentando calmarse.—La señorita Sandoval se encuentra en horario laboral, está demasiado ocupada como para atenderte en este momento —dijo Marko a Sara—. Y tú y yo debemos hablar ahora mismo, sígueme.Sara no tuvo otra opción que seguir a su novio.Una vez Valentina se encontró a solas en su oficina, dejó salir una risa de satisfacción, tomó el esfero y le dio vuelta entre sus dedos.—Oh, todo está marchando tan bien, se avecina un
Sin duda alguna, Marko estaba dispuesto a conquistarla. Lo bueno de enamorar a un magnate es que tendrás las cosas más costosas a tu alcance. Marko había llegado de sorpresa a la casa de Valentina y le llevó varios regalos, desde ropas, zapatos, aretes y un lujoso collar. Se le veía de buen humor, le había dicho que estaba de compras y se acordó de ella. Realmente no era la primera vez que Marko llegaba con regalos para Valentina, desde niños siempre lo había hecho; una vez, cuando era adolescente se la llevó de improviso en su avión privado a pasar el fin de semana en su isla privada, nada más porque cuando tuvo la idea le agradó. Se encontraban en la habitación de Valentina, Marko observaba el vidrio roto de la ventana y le cuestionaba el por qué no lo había mandado a reparar, argumentando que, aparte de pescar un resfriado, era peligroso. Ella, mientras organizaba las cajas de regalo en el clóset, le decía que no tenía tiempo. Afortunadamen
Marko la observó con suma seriedad, inspeccionándola, cuestionando qué tanto podría creer ella si le contara toda la verdad.—Val… ¿confías en mí? —preguntó.—¿Qué?—Todo este tiempo, para ti he sido más un villano que una persona en la cual puedas confiar, después de todo, te he hecho mucho daño.En el estómago de la joven comenzó a crearse un nudo.—Me pediste que te contara lo que sucedió esa noche, pero… si lo hiciera, ¿podrías creerme? —La mirada de Marko le informaba que no le estaba mintiendo—. ¿Podrías creerme, aunque no tuviera pruebas para mostrarte?—¿Qué fue lo que pasó esa noche? —insistió ella—. ¿Acaso no fue un accidente?, ¿por qué dice que mi esposo no era una buena persona?—Si te dijera que Lorenzo no era una buena persona y que esa noche discutió conmigo y amenazó con quitarte la vida si no le entregaba el dinero que estaba pidiendo, ¿podrías creerme?Valentina abrió la boca con suma impresión. Las lágrimas emergían de sus ojos con rapidez.—No, jamás podría creer s
Se sentía tan asqueada, no podía dejar de vomitar, todo le generaba repulsión. Pensó que tal vez era la comida que le había hecho daño, pero al revisar el calendario notó que tenía un retraso en su periodo.Era temprano por la mañana, se terminaba de arreglar para ir a la empresa, pero no tenía ánimos de nada, pues el malestar la estaba invadiendo, quitándole todo tipo de fuerzas.Marko no la llamó, algo extraño, pues era característico de él el estar siempre intenso, dejándola sin espacio para respirar.Valentina mientras terminaba de arreglarse pensó en la posibilidad de estar embarazada, pues si todo era así, lo más probable es que estuviera embarazada de su difunto esposo. La idea la emocionaba. Tener una parte de él, qué lindo sería…Se observó en el espejo y posicionó sus ojos en el vientre. Un hijo. Le encantaba la idea, hasta hacerla sonreír de alegría dentro de su turbulenta vida...Marko se comportaba como si nada, de hecho, estaba algo servicial. Le llevó a Valentina una
Marko se mostraba tranquilo, nada sorprendido por las palabras de Rosa. De hecho, él ya lo veía venir. Después de todo, sería muy extraño que Valentina lo perdonara tan fácilmente después de asesinar a su esposo.—Quiere matarte —advirtió la mujer.—Está enojada, eso es todo, pero Valentina no es capaz de asesinar a una persona —dijo él y después tomó un sorbo de su copa.Rosa soltó un jadeo y después echó atrás su corto cabello negro con una mano.—¿De verdad crees que Valentina no será capaz de hacerte daño? —cuestionó—. Conozco a mi hermana y sé perfectamente que sus palabras son advertencias de lo que hará. —Acercó su rostro a él—. ¿En qué momento me he equivocado cuando te advierto algo? Veo a diario a muchos asesinos y sé cuándo están hablando en serio.—Cálmese, señora fiscal, no está en este momento dentro de un caso —chistó Marko.La mujer volvió a jadear. Chasqueó la lengua y después se echó en el espaldar de la silla. La mansión aquel sábado estaba verdaderamente tranquila
—¿Temes que encuentre el dibujo? —peguntó Valentina.Todo el rostro del hombre se ruborizó.—¡¿Por qué revisas mis cosas?!—¿Por qué guardas el dibujo? —indagó ella.—Porque me gusta, ¿acaso no puedo tener algo que me gusta en mi cartera?Los ojos de la joven amenazaban con dejar salir el llanto. No sabía si era por la enfermedad, pero Valentina se sentía sumamente triste en aquel instante. Quería abrazar a Marko y refugiarse en sus brazos como cuando eran novios. Como cuando le regaló el dibujo.Y por primera vez se dejó llevar por sus impulsos y abrazó a Marko.Él la rodeó con sus fuertes brazos y le transmitió lo que ella tanto añoraba. Pudo sentir su calor, la protección que le susurraba que todo estaba bien, que a su lado podía estar segura y tranquila.Valentina comenzó a llorar desconsoladamente. Cerró los ojos con fuerza y las memorias más dolorosas de su pasado la atraparon: la noche debajo de la lluvia; Marko gritándole para que se fuera del apartamento; la mañana que se enco