Se sentía tan asqueada, no podía dejar de vomitar, todo le generaba repulsión. Pensó que tal vez era la comida que le había hecho daño, pero al revisar el calendario notó que tenía un retraso en su periodo.Era temprano por la mañana, se terminaba de arreglar para ir a la empresa, pero no tenía ánimos de nada, pues el malestar la estaba invadiendo, quitándole todo tipo de fuerzas.Marko no la llamó, algo extraño, pues era característico de él el estar siempre intenso, dejándola sin espacio para respirar.Valentina mientras terminaba de arreglarse pensó en la posibilidad de estar embarazada, pues si todo era así, lo más probable es que estuviera embarazada de su difunto esposo. La idea la emocionaba. Tener una parte de él, qué lindo sería…Se observó en el espejo y posicionó sus ojos en el vientre. Un hijo. Le encantaba la idea, hasta hacerla sonreír de alegría dentro de su turbulenta vida...Marko se comportaba como si nada, de hecho, estaba algo servicial. Le llevó a Valentina una
Marko se mostraba tranquilo, nada sorprendido por las palabras de Rosa. De hecho, él ya lo veía venir. Después de todo, sería muy extraño que Valentina lo perdonara tan fácilmente después de asesinar a su esposo.—Quiere matarte —advirtió la mujer.—Está enojada, eso es todo, pero Valentina no es capaz de asesinar a una persona —dijo él y después tomó un sorbo de su copa.Rosa soltó un jadeo y después echó atrás su corto cabello negro con una mano.—¿De verdad crees que Valentina no será capaz de hacerte daño? —cuestionó—. Conozco a mi hermana y sé perfectamente que sus palabras son advertencias de lo que hará. —Acercó su rostro a él—. ¿En qué momento me he equivocado cuando te advierto algo? Veo a diario a muchos asesinos y sé cuándo están hablando en serio.—Cálmese, señora fiscal, no está en este momento dentro de un caso —chistó Marko.La mujer volvió a jadear. Chasqueó la lengua y después se echó en el espaldar de la silla. La mansión aquel sábado estaba verdaderamente tranquila
—¿Temes que encuentre el dibujo? —peguntó Valentina.Todo el rostro del hombre se ruborizó.—¡¿Por qué revisas mis cosas?!—¿Por qué guardas el dibujo? —indagó ella.—Porque me gusta, ¿acaso no puedo tener algo que me gusta en mi cartera?Los ojos de la joven amenazaban con dejar salir el llanto. No sabía si era por la enfermedad, pero Valentina se sentía sumamente triste en aquel instante. Quería abrazar a Marko y refugiarse en sus brazos como cuando eran novios. Como cuando le regaló el dibujo.Y por primera vez se dejó llevar por sus impulsos y abrazó a Marko.Él la rodeó con sus fuertes brazos y le transmitió lo que ella tanto añoraba. Pudo sentir su calor, la protección que le susurraba que todo estaba bien, que a su lado podía estar segura y tranquila.Valentina comenzó a llorar desconsoladamente. Cerró los ojos con fuerza y las memorias más dolorosas de su pasado la atraparon: la noche debajo de la lluvia; Marko gritándole para que se fuera del apartamento; la mañana que se enco
—Yo nunca me he visto casada con alguien como usted —espetó Valentina con sequedad y tomó lo último del té de un largo trago.—Ay, por favor, dices eso porque ahora estás de luto por la muerte de tu esposo —soltó él, impresionándola en gran manera—, pero tú estás acostumbrada a los lujos, a los viajes, a la vida elegante. El estándar básico que tienes en los hombres es que sea guapo y millonario, porque es a lo que te acostumbraste toda tu vida.—¡Eso no es cierto! —protestó Valentina.No podía creer que le hablara con tanta ligereza y que mencionara a su difunto esposo.—Yo te conozco demasiado bien, Valentina —argumentó él—. Sé que te encantan las joyas, los vestidos finos, las carteras de marca y que no te gusta subirte en transporte público porque no soportas a l
Lorenzo quería matarla.Lo que todo este tiempo Marko quiso decirle era que Lorenzo quería asesinarla. Le había enviado fotos a Marko de ella durmiendo y él apuntándola con una pistola.“Voy a matar a tu perra si no me pagas hoy mismo” fue lo último que escribió Lorenzo a Marko y le envió la foto de ella dormida apuntándole con la pistola. .A eso de las cinco de la mañana Valentina ya había salido del estupor y procesado que su esposo había intentado asesinarla mientras ella dormía.Madre mía, una noche más al lado de él y quien estaría tres metros bajo tierra sería ella. Además, iba a robarle todo, había guardado las escrituras y su cuenta de banco…“¿Estás loca? ¿Cómo vas a casarte con un hombre que no conoces?”
Valentina comenzó a llorar y todo su cuerpo temblaba. En ese momento se dio cuenta que no era capaz de asesinar a una persona, al menos, no a Marko.Él también lo entendió, así que con paciencia le quitó el arma.—Ay, Val, tú eres demasiado buena persona como para mancharte las manos de sangre —soltó él con compasión. Esperó unos minutos antes de agregar—: ¿qué te ha sucedido? ¿Por qué estás tan alterada? —Le tocó la frente—. Dios… estás hirviendo en fiebre.—Yo… soy una idiota —dijo ella con voz quebrada—. Yo… ¿cómo pude vivir con alguien así? Esa noche quien iba a morir… era yo…Marko guardó la pistola dentro de la caja fuerte y también le quitó los papeles a la joven y los acomodó en el interior de
Rosa se paseaba en círculos por la habitación, sus manos se masajeaban entre sí, nerviosas y sudorosas.—¿Ayudaste a Marko a asesinar a Lorenzo? —preguntó Valentina con fuerza.Su hermana por fin pudo voltear a mirarla, sus ojos estaban llenos de lágrimas y por momentos se podía apreciar el temblor en sus hombros compungidos.—Debía escoger entre tu vida o la de ese criminal —espetó Rosa—, ¿y cuál crees que sería mi decisión? Obviamente serías tú: eres mi hermana, por el amor de Dios.—¡Pero fue un asesinato! —alegó Valentina.—¡No, fue en defensa propia! —protestó Rosa—. Él también iba a asesinar a Marko, tuvo que defenderse, eso fue lo que sucedió.—¿Te estás escuchando? —cuestionó Valentina y se levantó de la cama—. Eres una fiscal, sabes perfectamente que lo que dices no tiene sentido. Yo misma vi el video de cuando Marko arrolló a Lorenzo, ¡traía una maldita pistola en su mano! Y Lorenzo estaba escapando.—¡Él escapaba, pero era para ir a matarte! —exclamó la mujer—. Por favor, e
El recuerdo del primer beso que Marko le había dado en su fiesta de cumpleaños cuando eran niños era uno de los más hermosos que conservaba. Los radiantes ojos azules del niño destellaban inocencia y amor puro, al igual como su sonrisa, era cálida y amena.Valentina quería quedarse allí, sentada en aquella piscina, siendo una niña de siete años. En aquellos tiempos todo era felicidad, Marko Rumanof era su mejor amigo, a su lado se sentía segura, nadie en el colegio la molestaba y su familia aún no se había separado.Su cuerpo se volvió pesado y por fin pudo arrastrarse al recuerdo, quedándose allí y siendo feliz..Estaba seguro que pasaba algo, podía presentirlo. Valentina no era de las que nunca contestaban el celular, ella siempre le respondía.Se dirigió a la casa de Rosa y no esperó a que Valentina le abriera la puerta. Afortunadamente tenía una copia de las llaves de Rosa y abrió, comenzando a llamar a Valentina, pero no le contestaba. Corrió escaleras arriba y empezó a buscar e