El sol de mediodía se filtraba a través de los grandes ventanales de la cafetería, iluminando el espacio con un resplandor cálido y agradable. Aquello no era una simple cafetería escolar: el suelo de mármol blanco brillaba impecable, las mesas redondas estaban cubiertas con manteles de lino gris claro, y las sillas de diseño moderno eran tan cómodas como elegantes. En una esquina, una barra de café de madera oscura exhibía una selección de postres que parecía sacada de una pastelería de lujo, mientras que los estudiantes eran atendidos por los meseros que tomaban atentamente las órdenes.Valentina estaba sentada cerca de los ventanales, disfrutando de la vista del jardín exterior, donde los árboles perfectamente podados y las flores multicolores creaban un paisaje digno de un cuadro. Sus ojos color miel observaban distraídamente el exterior, mientras jugaba con el borde de su pocillo que soltaba un hilillo de vapor que aromatizaba con su fragancia a té verde. Su cabello castaño oscuro
La penumbra envolvía la biblioteca privada de la mansión de Marko, apenas iluminada por la cálida luz de un par de lámparas antiguas. Las paredes estaban cubiertas de estantes de madera oscura rebosantes de libros encuadernados en cuero, y un aroma a papel viejo y barniz llenaba el aire. En el centro, una gran mesa de caoba sostenía un pesado candelabro de bronce, aunque ninguna de sus velas estaba encendida.Marko estaba de pie junto a una de las altas ventanas, con las cortinas entreabiertas dejando entrever la noche estrellada. Su rostro, habitualmente sereno, ahora mostraba una mezcla de preocupación y determinación. Vestía una camisa blanca con las mangas arremangadas, y el cabello oscuro caía desordenado sobre su frente.Valentina, sentada en uno de los sillones de cuero frente a la chimenea apagada, lo observaba con atención. Su vestido de seda azul le daba un aire etéreo, pero había una sombra de cansancio en sus ojos claros. Cruzaba las manos en su regazo, intentando mantener
Sentada con la espalda erguida en uno de los sillones, Merina llevaba un vestido ajustado color crema que resaltaba su figura. Sus uñas perfectamente pintadas de rojo tamborileaban sobre el reposabrazos mientras observaba las fotografías acomodadas sobre la mesa de madera.—Como le decía, señora —comenzó el detective privado, un hombre de rostro anguloso, con barba incipiente y un traje que parecía caro, pero algo desgastado—, la madre de Valentina tiene un pequeño negocio familiar. Venden medicinas naturales. Es modesto, pero parece que les va bastante bien, son populares en la zona.Merina no dijo nada, pero tomó una de las fotografías. En ella, una mujer de mediana edad, de cabello castaño claro y semblante amable, aparecía detrás de un mostrador lleno de frascos y cajas de diferentes colores.— ¿Y el padre? —inquirió, su voz tranquila, pero con un hilo cortante.El detective hizo una leve aceptación con su cabeza y deslizó una foto.—Trabaja como contador en el Banco Rumanof. Según
Mientras Valentina observaba fijamente a Marko, sentía tanto miedo. Ahí estaba otra vez esa versión extraña que jamás logró comprender de su jefe. Y si daba un paso en falso, terminaría repitiéndose la historia, donde él destruiría todo su mundo, porque antes de odiarla, sabía que, ante todo, estaba su obsesión, su oscura y enfermiza obsesión por poseerla por completo.Valentina, veintiocho años (tres meses antes de morir):Lorenzo desplegó una enorme sonrisa retorcida y apoyó sus dos manos sobre el escritorio negro de cristal, observaba fijamente a Marko Rumanof.—Dime, ¿cómo lo vas a impedir? ¿Acaso tienes pruebas que puedan delatarme? —Dejó salir una risa ronca que hizo hervir la sangre de Marko.El hombre de un rápido movimiento tomó a Lorenzo del cuello de la camisa. Sus respiraciones estaban agitadas y el corazón de Marko palpitaba con mucha fuerza.—Vamos, Marko, a menos que aceptes mis reglas, jamás podrás librarte de este problema, ella nunca podría creerte —dijo Lorenzo, aun
Valentina, veintiocho años (tres meses antes de morir):Dos semanas después de la muerte de su prometido, Valentina se encontraba en completa soledad en la casa donde alguna vez vivió con Lorenzo. La casa se sentía demasiado silenciosa.Estaba sentada en una esquina de la habitación, abrazando un portarretrato que tenía la foto del día que él le había pedido matrimonio, donde ella posaba felizmente con Lorenzo. Veía fijamente la cama cubierta con sábanas blancas y las lágrimas rodaban por sus mejillas.Le extrañó que en su vida hubiese tanta felicidad, había presentido que una desgracia como aquella podría ocurrir. Lorenzo no se llevaba bien con Marko, y si no le agradas a un Rumanof, no vivirás por mucho tiempo.A Marko Rumanof nunca le gustó que le negaran lo que quería tener, de hecho, sus padres nunca pensaron en privarle de alguna cosa que él deseara, era su único hijo, ¿cómo podrían tener corazón para hacerlo?Y todo indicaba que no lograba generar ningún tipo de empatía hacia l
Valentina, veintiocho años (tres meses antes de morir):Valentina sabía que todo había comenzado esa noche en que cometió el error de tener sexo con su jefe. Todo comenzó esa noche, cuando su historia volvió a entrelazarse como en el pasado.Aquello se dio un mes antes de conocer a Lorenzo, una noche en que acompañó a Marko a una cena de negocios y ella tomó copas de más. Por alguna razón que en ese momento no comprendió bien gracias al alcohol, terminó en la casa de su jefe conversando con él como en los viejos tiempos y esto llevó a que Marko le robara un beso que tenía sabor a vino; se sintió tan envuelta en aquel beso que todo se prestó para que ella se acostara en la cama de su jefe.Siempre había sospechado que Marko nunca había podido superar los sentimientos por ella que muchos años atrá
Actualidad:Valentina estaba sentada, afortunadamente, porque se sentía mareada, que le faltaba el aire.Estaba confundida, al mismo tiempo odiaba tener a Marko frente a ella, diciéndole que quería ayudarla y también estar a su lado. ¿Qué debía responder? Estaba hablando con uno de sus mayores enemigos, alguien que la había torturado y también le causó la muerte. Él le generaba asco. Pero también comprendía que en esta vida él era inocente, aún no se manchaba con odio y rencor.Era más al Marko que conoció en la universidad, el que la odiaba, pero también se tomaba el tiempo de conocerla. El Marko que tenía frente a ella era más la versión que un día imaginó que habría sido su vida si Merina nunca se hubiera estado en su vida. Él estaba carente del engaño de aquella mujer, siendo gen
Valentina, veintiocho años (tres meses antes de morir):Aparte de la voz de su hermana, Valentina lograba escuchar el tictac del reloj que colgaba de la pared color mostaza. La casa siempre había sido silenciosa, pero después de la muerte de Lorenzo se volvió aún más quieta, con un ambiente fúnebre, pesado y gris.—Es peligroso lo que estás haciendo —advirtió Rosa, se acodó sobre la mesa de cristal—. Vale, deberías aceptar el traslado de sede y con el dinero comprar una casa, esta… podrías alquilarla, te iría bien, estarías cerca de mamá, ella dice que le encantaría poder verte, que compres una casa cerca, para que puedan verse a diario. Sé que esta pérdida debe ser sumamente dolorosa para ti, pero… puedes intentar verlo como una nueva oportunidad en tu vida… para por fin estar lejos de ese