Valentina, dos meses antes de morir:
—¿Temes que encuentre el dibujo? —preguntó Valentina.
Todo el rostro del hombre se ruborizó.
—¡¿Por qué revisas mis cosas?!
—¿Por qué guardas el dibujo? —indagó ella.
—Porque me gusta, ¿acaso no puedo tener algo que me gusta en mi cartera?
Los ojos de la joven amenazaban con dejar salir el llanto. No sabía si era por la enfermedad, pero Valentina se sentía sumamente triste en aquel instante. Quería abrazar a Marko y refugiarse en sus brazos como cuando eran adolescentes. Como cuando le regaló el dibujo.
Y por primera vez se dejó llevar por sus impulsos y abrazó a Marko.
Él la rodeó con sus fuertes brazos y le transmitió lo que ella tanto añoraba. Pudo sentir su calor, la protección que le susurra
Valentina, dos meses antes de morir: —Yo nunca me he visto casada con alguien como usted —espetó Valentina con sequedad y tomó lo último del té de un largo trago.—Ay, por favor, dices eso porque ahora estás de luto por la muerte de tu novio —soltó él, impresionándola en gran manera—, pero tú estás acostumbrada a los lujos, a los viajes, a la vida elegante. El estándar básico que tienes en los hombres es que sea guapo y millonario, porque es a lo que te acostumbraste toda tu vida.—¡Eso no es cierto! —protestó Valentina.No podía creer que le hablara con tanta ligereza y que mencionara a su difunto novio.—Yo te conozco demasiado bien, Valentina —argumentó él—. Sé que te encantan las joyas, los vestidos finos, las carteras de marca y que no te gusta
Valentina, un mes antes de morir: Lorenzo quería matarla.Lo que todo este tiempo Marko quiso decirle era que Lorenzo quería asesinarla. Le había enviado fotos a Marko de ella durmiendo y él apuntándola con una pistola.“Voy a matar a tu perra si no me pagas hoy mismo” fue lo último que escribió Lorenzo a Marko y le envió la foto de ella dormida apuntándole con la pistola. .A eso de las cinco de la mañana Valentina ya había salido del estupor y procesado que su novio había intentado asesinarla mientras ella dormía.Madre mía, una noche más al lado de él y quien estaría tres metros bajo tierra sería ella. Además, iba a robarle todo, había guardado las escrituras y su cuenta de banco…“¿Estás loca? ¿Có
Valentina, un mes antes de morir: Valentina comenzó a llorar y todo su cuerpo temblaba. En ese momento se dio cuenta que no era capaz de asesinar a una persona, al menos, no a Marko.Él también lo entendió, así que con paciencia le quitó el arma.—Ay, Val, tú eres demasiado buena persona como para mancharte las manos de sangre —soltó él con compasión. Esperó unos minutos antes de agregar—: ¿qué te ha sucedido? ¿Por qué estás tan alterada? —Le tocó la frente—. Dios… estás hirviendo en fiebre.—Yo… soy una idiota —dijo ella con voz quebrada—. Yo… ¿cómo pude vivir con alguien así? Esa noche quien iba a morir… era yo…Marko guardó la pistola dentro de la caja fuerte y también le quitó los
Valentina, un mes antes de morir: Rosa se paseaba en círculos por la habitación, sus manos se masajeaban entre sí, nerviosas y sudorosas.—¿Ayudaste a Marko a asesinar a Lorenzo? —preguntó Valentina con fuerza.Su hermana por fin pudo voltear a mirarla, sus ojos estaban llenos de lágrimas y por momentos se podía apreciar el temblor en sus hombros compungidos.—Debía escoger entre tu vida o la de ese criminal —espetó Rosa—, ¿y cuál crees que sería mi decisión? Obviamente serías tú: eres mi hermana, por el amor de Dios.—¡Pero fue un asesinato! —alegó Valentina.—¡No, fue en defensa propia! —protestó Rosa—. Él también iba a asesinar a Marko, tuvo que defenderse, eso fue lo que sucedió.—¿Te est&aac
Valentina, un mes antes de morir: Estaba seguro de que pasaba algo, podía presentirlo. Valentina no era de las que nunca contestaban el celular, ella siempre le respondía.Se dirigió a la casa de la madre de Valentina y no esperó a que la mujer le abriera la puerta. Afortunadamente tenía una copia de las llaves que Rosa le había entregado en esos días para casos de emergencia y abrió, comenzando a llamar a Valentina, pero no le contestaba. Corrió escaleras arriba y empezó a buscar en los dormitorios.—¡Valentina, ¿dónde estás?! —gritaba con desesperación.Al ingresar al cuarto de invitados notó el piso lleno de agua.Su corazón empezó a palpitar con fuerza y su peor miedo comenzó a confirmarse. Caminó a grandes zancadas al baño. Y ahí estaba Valentina, con un rostro p&
Actualidad:La noche cubría la ciudad con un manto oscuro salpicado de luces dispersas. Valentina caminaba lentamente hacia su casa, envuelta en el abrigo que apenas lograba protegerla del frío cortante. Había pasado las últimas horas conversando con Marko, y aunque sus palabras le habían brindado algo de consuelo, su mente seguía atrapada en los recuerdos de un pasado que se negaba a morir. Al doblar la esquina, su corazón se detuvo por un instante. Frente a su casa, un auto negro estaba aparcado bajo la tenue luz de un farol parpadeante. El sol empezaba a ocultarse, llenando de arreboles el cielo.Marko dejó salir un largo suspiro y sus ojos azules brillaban intensamente, estaban colmados en lágrimas.—¿Crees que mi mamá… logre salvarse? —preguntó.—No lo sé —confesó la chica.Los labios de Marko comenzaron a temblar y después los apretó con fuerza.—Hay… algo más de lo que deba… enterarme? —indagó.A la mente de Valentina llegaron los recuerdos de la muerte de Lorenzo, las amenazas de Merina, los intentos de asesinato y aquella vez que forcejearon cerca del balcón.—Esta… es otra vida —dijo ella con tono tranquilo y compasivo—. Una versión de ti una vez me dijo que le habría encantado que nuestra historia fuera diferente —esbozó una sonrisa—, supongo que se referíaCapítulo 45: las intermitencias del amor
El líquido escarlata se esparcía por el pavimento, rodeando la cabeza de Valentina. Sus ojos aún seguían abiertos y lograba ver el auto estacionado a varios metros de distancia. La puerta del piloto se abrió y unos zapatos de cuero negro avanzaron hacia ella, hasta que el hombre apareció en su campo de visión y se agachó para observarla de cerca. Aquellos ojos verde claros se abrieron en gran manera y el miedo lo consumió.Marko Rumanof dio un impulso hacia atrás, cayendo sentado, teniendo que sostenerse sobre sus manos. Empezó a hiperventilar.La había asesinado. Se acababa de convertir en un asesino.Cuando Valentina notó el espanto en el rostro de Marko Rumanof entendió que ya no le quedaba vida, ahí acababa todo.Qué irónica era la vida. Su jefe acababa de asesinarla. Después de años de abuso físico y psicológico por parte de él, terminó arrancándole la vida. Y todo porque ella decidió desobedecerlo.Minutos atrás Marko le había aventado los papeles a la cara:—¡Esto no sirve, vuél