67. Se han llevado a la señora y al niño
Sin darse cuenta, en la habitación de su bebé, Ana Paula se quedó profundamente dormida. Despertó gracias al rumor de una canción de cuna. Se asombró al ver que Santos cargaba a su hijo en brazos, y lo mecía con muchísimo cariño. Al principio no pudo evitar quedarse atontada, mirándolo, hasta que sus ojos se cruzaron. Ella parpadeó, ruborizada. — Lo siento, me quedé dormida — murmuró, incorporándose. Él sonrió, maravillado. Se veía genuina y preciosa. — No te preocupes, te veías agotada y no quise molestarte. — ¿Tiene mucho rato que se despertó? — quiso saber, alzando el rostro. — Casi nada. ¿Quieres cargarlo? — le preguntó, sabiendo su respuesta. Ana Paula tomó a su bebé en brazos, pero antes, el pequeño vomitó un poco sobre la camisa del CEO. — Dios, lo siento — se disculpó ella, un tanto avergonzada —. Déjame limpiarte. — Tranquila, yo puedo hacerlo — dijo al tiempo que se sacaba la camisa por los hombros. Los ojos de Ana Paula barrieron la anatomía masculina sin poder ev
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