79. Una invitación llena de promesas
Después de ese día, Santos Torrealba se había propuesto reconquistar el corazón de la mujer que amaba, y por eso, sin falta, cada mañana desde entonces, llamaba a su puerta antes del desayuno para invitarla a compartir la mesa en el jardín solo ellos tres. Julia Torrealba, quien fue cómplice de aquella romántica idea, se encargó de tenerlo todo listo para ellos, con diferentes aperitivos y una preciosa decoración a la sombra de un gran árbol que incluía un pequeño corral para César en el césped, y todo lo necesario para que tuvieran una mañana agradable. El primer día, Ana Paula se mostró asombrada y de mejillas rojas. — ¿Esto es para nosotros? — preguntó al ver las dos sillas. Una en cada extremo de la pequeña mesa. — Sí, a menos que no quieras y… — No, no, está perfecto. Me gusta. El corazón del CEO se infló, así que sin perder tiempo, la invitó a sentarse, y además de los panecillos, el jugo y la fruta, compartieron risas y comentarios sobre lo rápido que estaba creciendo el p
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