Entre sus labios, solo había el aroma del champán y la suavidad de una mujer… Se enredaban húmedos y cálidos, profundizando el beso hasta que ella lo detuvo bruscamente, rodeando su cuello con fuerza, su delicada garganta emitiendo un sonido entrecortado:—Mario, no… así.Mario se detuvo por un momento. Apoyó su frente contra la de ella y preguntó en voz baja:—¿No así… entonces así? Al decir esto, levantó su cuerpo, deslizando sus manos bajo la ropa… ¡Ah! Ana luchaba con fuerza, pero tal vez era por el alcohol, o tal vez porque lo deseaba, sumado a las necesidades fisiológicas de una mujer… Después de un rato, dejó de resistirse y lo miró tranquilamente, con un deseo evidente en sus ojos. Pero incluso ebria, conservaba su dignidad de mujer, observándolo silenciosamente mientras él la complacía; cuando lo hacía bien, lo abrazaba por el cuello, susurrando su nombre en su oído con impaciencia.—Mario, Mario…Nunca antes habían sido tan apasionados. Aún estaban en el estacionamiento cubi
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