La noche era cálida, y su voz aún más seductora:—Cariño, es muy difícil complacerte.Ana no dijo nada más.Simplemente se recostó en la almohada, escuchando su respiración suave y tranquila, sin hacer ni decir nada, solo dejando pasar el tiempo y la vida…Pero si hay alguien dispuesto a acompañarte así, no es una pérdida de tiempo.Más tarde, Ana se quedó dormida.Mientras tanto, Mario se sentó en el estudio, observando la oscuridad afuera. Sabía que Ana estaba dolida, porque la había echado sin miramientos la última vez. Ella era una mujer orgullosa, ¿cómo iba a reconciliarse con él tan fácilmente?La noche anterior habían estado juntos, Pero él sabía muy bien que una o dos veces no bastarían para que Ana lo perdonara.Si no, ¿por qué no estaba dispuesta a regresar con él a casa?La noche se volvía más profunda, Mario sostuvo su teléfono y dijo suavemente:—Ana, ¿puedes volver a mi lado, por favor?…Mario perseguía a Ana con seriedad.Ana no lo aceptaba por el momento, y él no la pr
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