10. No es una invitación, ¡Es una orden!
AlezandroEstoy en el maldito parqueadero, 10 pisos por debajo de la oficina, cuando me doy cuenta que, con el afán de Giorgio porque saliéramos a comer, se me quedó la cartera y las llaves del auto en la oficina. Ahora, con hambre y un genio del demonio me encuentro subiendo para recoger todo, porque el estupido de mi hermano se había negado a pagar o a que nos fuéramos en taxi, es un maldito dolor en el culo. Sin embargo, no voy a negar que tenerlo ahí a mi lado es algo que me agrada.Joder, no llevo ni un mes lejos de Grecia y ya siento que se estoy enloqueciendo de a poco. Si no es por la empresa, que es un maldito desastre, ni una sombra de lo que es la de Grecia o la de Georgia, es por todo el tema del maldito matrimonio de mentira.Lo único medianamente bueno que me ha pasado es haber visto a mi bailarina misteriosa, pues Amapola ha conseguido captar mi mente desde el primer momento, lo que es una suerte pues con toda la m****a que traigo encima, sin una distracción voy a te
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