EmilyEl ruido del club resuena en mis oídos mientras camino por los pasillos hacia la oficina del dueño. Respiro hondo, intentando calmar mis nervios. Esta es la última vez que estaré aquí. La última noche de Amapola.Cuando entro, el dueño del club, un hombre robusto con una mirada más amable de lo que este rubro debería tener, levanta la vista con interés.—Amapola, cariño, que milagro tenerte en mi oficina—dice con una sonrisa—. ¿A qué debo tu visita?A pesar de que el trabajo y el ambiente no son lo mejor, este hombre ha sido un muy buen jefe. Demasiado bueno, diría yo.Me aclaro la garganta.—Hola, señor Ruppert, yo… yo… Voy a renunciar. Esta es mi última noche aquí.Su expresión cambia de inmediato. Su sonrisa desaparece y me observa con los ojos muy abiertos.—¡Qué! Pero cariño, ¿Por qué harías eso? Eres mi estrella. No puedo dejar que te marches así como así.—Lo lamento, señor, pero mi decisión está tomada —digo con firmeza.—Puedo saber el motivo, ¿acaso alguien te irrespe
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