BellaEstaba llorando, las lágrimas corrían por mi rostro mientras luchaba por comprender lo que estaba sucediendo. Las palabras de mi abuela resonaban en mis oídos, con aquella inesperada revelación que parecía imposible de creer.- ¿Cambiarnos? Abuela, ¿hablas en serio? ¡No puedo irme de aquí! ¡Tengo amigos, escuela, una vida aquí! - dije, mirándola. Me dolía el corazón con cada palabra que salía de su boca. Estaba confusa, asustada y, sobre todo, dolida. Esperaba que me consolara en este momento tan difícil, no sólo para mí, sino también para ella, pero en lugar de eso me estaba obligando a hacer algo que no quería hacer y que no entendía.- Cariño, no tenemos mucho tiempo, ahora necesito que termines de empacar tu ropa. Vamos a coger el autobús... - Se sacó el móvil de la cintura, lo miró y volvió a mirarme. - Sólo faltan unas horas para que salga el autobús. Así que date prisa, por favor. - Su voz era tranquila, pero había una urgencia en ella que me hizo estremecer por dentro.
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